Leer revistas literarias es de perdedores. Incluso dedicar más de cinco minutos a leer el suplemento Babelia es algo inútil: el verdadero pulso del mercado editorial lo marcan los supermercados.
Al menos, el mío. Cada vez que me toca hacer cola para pagar unos sucedáneos de yogures con sabor a sucedáneo de frutas, veo en los expositores junto a la caja tres tipos de cosas: chicles, condones y best sellers. Estos últimos, a su vez, corresponden siempre a tres categorías: mierdas pseudohistóricas escritas por Pérez-Reverte, pasteladas de Federico Moccia y libros de autoayuda.
Paulo Coelho es la estrella indiscutible de mi supermercado. A él corresponden títulos tan esenciales como "Descubre la magia de tus uñas" o "El fontanero del amor", y frases tan inolvidables como "tu sonrisa es el arma con el que llenas de flores el corazón de la Luna", y otras gilipolleces del mismo calibre.
Es sabido que la Ciencia no me da para pagarme mis vicios: a mis cuarenta años, aún no he podido cumplir mi sueño de tener un poni para hacérmelo en tempura. Mi Santa Madre me dice que mi pobreza se debe a dos cosas: a mi desmesurada afición a los lacasitos, y a que no aprovecho los dones que me ha dado nosequé señor. Y yo me pregunto: ¿qué tiene de malo gastarse doscientos euros al día en lacasitos?
Aunque a lo que se refiere mi Santa Madre, en este contexto, es a mis dotes para escribir páginas y páginas sin decir nada en absoluto. Tal vez debiera hacer caso a mi Santa Madre y probar los M&Ms. O escribir unos cuantos libros de autoayuda llenos de vaguedades y forrarme a costa de la credulidad de los pobres desesperados de la Tierra.
Claro que yo no daría recetas vacías para hallar la Felicidad. Mis consejos serían concretos y realizables. Por ejemplo, se me ocurre que una vía estupenda para alcanzar la felicidad es el tocino. Siempre, he dicho siempre, se puede confiar en el tocino. A diferencia de la religión, la creencia en el tocino se basa en algo que no solo existe, sino que además es delicioso. Y a diferencia de los que buscan la felicidad en chorradas tales como el amor y los amigos, quienes confíen en el tocino saben que una vez que éste entre en sus cuerpos, nunca les abandonará. El tocino, además, puede excelentes propiedades como aislante y da mucho sabor a los cocidos.
En mi libro "Compre este libro porque aquí sí que encontrará la receta a la felicidad, no en esos truños que escriben el resto de tipos que viven de esto" extenderé estas ideas, dando explicaciones sobre mi Camino A La Felicidad En Cuatro Cómodos Pasos, que son:
- Salga de casa y diríjase a un establecimiento adecuado.
- Compre tocino.
- Cómase el tocino.
- Sea feliz, hostias.
Funciona para mi... pero... qué hacer si tu pareja es vegetariano?
ResponderEliminarCompro el tocino y me excomulga!
Lo que has de hacer, Álex, es comer tocino a escondidas. Tú serás feliz y tu novio será feliz viéndote feliz. Y el vendedor de tocino también será feliz, y tu cardiólogo será feliz... todo será taaaan bonito...
ResponderEliminarEs verdad cuando comes tocino se te queda de recuerdo, es muy agradecido.
ResponderEliminar¿Y si eres más de panceta?
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