- Hola -me dijo el empotrador barbudo-. ¿Te acuerdas de mí?- Por supuesto -mentí, poniéndole ojos de ternero degollado mientras en mi mente le imaginaba en pelotas y desnucándome contra el cabecero de la cama.- Soy Sufrús, el hijo de tu prima Sufurina -me dijo el mozo, que de tonto no tiene un pelo.- Hostia puta -no pude evitar decir.
Cómo pasa el tiempo, joder. Lo recuerdo como si fuera ayer, solo que fue hace veinte años: Sufrús fue el primer bebé recién nacido que tuve en brazos. Desde entonces le he visto pocas veces: de ciruela de California (que es a lo que se parecen todos los recién nacidos, por mucho que las abuelas insistan en que tienen la nariz de papá y los sobacos de mamá) pasó a ser un niño tímido y algo feúco, de niño pasó a ser un adolescente alto y desgarbado... y desde la última vez que le vi a ahora los genes de su padre camionero y las horas de balonmano han tomado el control y lo han convertido en un bigardo de metro noventa, cara de malote, barba poblada, ojos grises como taladros, manos como raquetas de pádel y cuerpo de escándalo. ¡La virgen!
Me sentí fatal: por viejo, por lascivo, por incestuoso de pensamiento y porque, cojones, al fin y al cabo estábamos en un funeral...
Suele pasar.
ResponderEliminarMuy a menudo.
Baaaaaajajajajajaajajjaajajajajajajjaajjajajjaj
ResponderEliminarEl último detalle me ha terminado de matara<<<
Como ha dicho Mocho:
ResponderEliminarSuele pasar.
Más de lo que se piensa/pensamos.
Pero que nos quiten lo bailao.
Bueno, ya se sabe que los funerales ponen cachondo a cualquiera.
ResponderEliminarJajajaja. Viva los empotradores rurales. Yo me deleito cada vez que subo al pueblo :D
ResponderEliminarJajajajajajaja, me ha dejado roto el último detalle.
ResponderEliminarJAJAJAJAJA!
ResponderEliminarEste post me tuvo carcajeando de principio a fin....
Una vida se va y otra empieza... claro que él podría intentarlo contigo aunque no sé si lo conseguiría :-D
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