Grandes Timos de la Historia de la Humanidad

Hoy es el día de los Santos Inocentes, que en mi niñez era el momento de gastar miles de pequeñas bromas a todo el mundo. Hoy la costumbre se ha ido perdiendo a mi alrededor, salvo en el caso de mi santa madre, que se lo pasa pipa llamando por teléfono a sus amigas y contándoles noticias inventadas y fingiendo voces, hasta que no puede contenerse y estalla en carcajadas de colegiala. Me encanta oírla reir.

Hoy la Iglesia conmemora la matanza de miles de niños inocentes a manos de un rey supersticioso. Gracias a la aplastante lógica de la tradición religiosa y cultural, eso conduce a muñegotes de papel pegados en la espalda de la gente. En un día como hoy, es de rigor recordar algunas de las grandes bromas de la historia Universal:


Las pirámides de Egipto. La versión oficial que figura en los libros de historia es que fueron levantadas por el trabajo de miles de esclavos, pero algunos tarados están convencidos de que fueron construidas por alienígenas, lo cual explicaría la aparición de pirámides también en Centroamérica. Unos y otros se equivocan: las pirámides fueron fruto de una campaña publicitaria de la Xunta de Galicia para promocionar el queso de tetilla.


La Guerra de los Cien Años. Todo fue por un hermoso acto de amistad. Leonor de Aquitania tenía una prima, una tal Eufemia. Ambas muchachas eran uña y carne, pero mientras que Leonor era hermosa y dueña por herencia de media Francia, Eufemia tenía un grave problema de psoriasis y era más pobre que las ratas. Lo que se traducía en un número de pretendientes redondo: cero, concretamente. Eso le creaba a Eufemia ciertos problemas de autoestima y el deseo de ver destruidas todas las naciones de la Tierra. Leonor era todo corazón y se preocupaba por su pariente y amiga. Para intentar animarla, se casó con Enrique II de Inglaterra, le impulsó a enemistarse con los reyes de Francia y provocó una guerra de ciento dieciséis años en la que quedaron arrasadas ciudades de media Europa.

El Dorado. Los indios huahuacamayros eran unos cachondos mentales. Sabiendo de la afición de los conquistadores españoles por el oro, encargaron en la ferretería local dos mil litros de purpurina dorada, pintaron unas ruinas que tenían por ahí, capturaron al más tonto de los conquistadores y lo llevaron a ver el decorado, dejándolo luego libre para echarse unas risas a costa de él cuando volviera con los suyos. Pero la broma se les fue un poco de las manos cuando oleadas de exploradores avarientos invadieron sus tierras, exterminando su civilización por completo. Pero anda que no se rieron todos en el proceso...


Las profecías de Nostradamus. Nostradamus, también conocido como Michel de Nôtre-Dame, aunque su verdadero nombre era Aniceto Peláez, intentaba allá por 1540 camelarse a una adinerada viuda, una tal Anne Ponsarde. A la señora Ponsarde le gustaban, por este orden, a) los diamantes, b) las flores y c) los hombres que la hacían reir. Nostradamus llevaba meses en el paro y era alérgico al polen, así que optó por hacerse el gracioso, escribiendo sus famosas obras humorísticas.


El affaire Madoff. Se dice que todo este asunto es la última expresión de la archiconocida estafa piramidal. Nada más lejos de la realidad. Se trata de la misma campaña de la Xunta de la que hablábamos al principio. ¡Coman queso!