abril 25, 2009

El Insondable Misterio de los Cruasanes Incrementables

Qué cansancio, porras.

Empiezo a conocerme la T4 como si fuera el salón de mi casa. En realidad, no parecen tan distintos entre sí, una vez que uno empieza a ignorar detalles insignificantes como los miles de metros cuadrados, las tiendas donde venden cosas horrorosas de plástico, las sillas incómodas y los miles de viajeros fundamentalmente imbéciles que pululan de un lado para otro haciendo ímprobos esfuerzos para ser lo más molestos posible.

Ha sido una buena semana. Hemos trabajado en equipo como hacía tiempo que no sucedía, hemos sacado entre todos adelante unas tres o cuatro cosas que teníamos atascadas, hemos empezado cosas nuevas y, sobre todo, me han hecho sentirme como en casa. Un buen sitio, el Osservatorio. Como le decía el último día a uno de mis anfitriones, una visita "profittevole, e soprattutto piacevole".


Pero en fin, yo de lo que quería hablar realmente era del Insondable Misterio de los Cruasanes, que da título a la entrada de hoy. Para explicar el Misterio, basta examinar mis desayunos en el hotel a lo largo de la última semana:
  • Domingo: un zumo de naranja, un yogur descremado, cereales, un cappuccino.
  • Lunes: un zumo de naranja, un yogur descremado con una cucharadita de mermelada, un par de pastas, un cappuccino.
  • Martes: un zumo de naranja, un yogur natural entero con mermelada, media docena de pastas, un cruasán normal, un cappuccino.
  • Miércoles: un zumo de naranja, un yogur entero con grandes dosis de mermelada, una cantidad indefinida de pastas, un cruasán relleno de crema, un segundo zumo de naranja y un cappuccino.
  • Jueves: un zumo de naranja, un yogur nadando en un mar de mermelada, pastas a tutiplén, un trozo de tarta de manzana, otro zumo de naranja, un cruasán relleno de crema, un tercer zumo de naranja, una tostada con mantequilla y mermelada, un cappuccino.
  • Viernes: un vaso lleno de mermelada en el que disuelvo un yogur entero, dos platos de pastas, un trozo de tarta de chocolate, un cruasán relleno de crema, otro cruasán relleno de mermelada, un cappuccino. Pierdo la cuenta de los zumos de naranja.
  • Sábado: mermelada, a secas, a cucharadas. Pastas, galletas y hojaldritos. Un cruasán relleno de crema. Otro cruasán relleno de mermelada. Un cruasán normal, abierto por la mitad y untado generosamente de nutella. Tartas: de chocolate, manzana y limón. Dos vasos de zumo de cada uno de los tipos disponibles (naranja, melocotón, piña y manzana con kiwi). Un cappuccino. Un antiácido, de los fuertes.
Este tipo de situación se repite siempre que hago un viaje de trabajo, cosa que últimamente viene sucediendo dos semanas de cada tres. He aquí el Misterio de los Cruasantes Incrementables, y éstas son las principales conclusiones que de él se pueden extraer:
  1. Que las buenas intenciones iniciales, por muy honorables que sean, no suelen durar.
  2. Que el concepto "fuerza de voluntad" me es tan ajeno como el de "computación distribuida" lo es para un geranio.
  3. Que, a este paso, mi potencial gravitatorio acabará atrayendo un sistema planetario propio.
Y, el martes, a París. No somos nadie.


10 comentarios:

Nils dijo...

pero cómo puede uno contenerse en esos desayunos! en los últimos en los que he estado, ¡había donuts! con eso te lo digo todo...

Nyc dijo...

Ufff, me he empachado sólo con leerlo
PD me siento un poco geranio yo también... ;)

starfighter dijo...

Después de un viaje siempre me siento como Júpiter, un gigante gaseoso con varias lunas alrededor de mi cuerpo. A ver cuando le toca a Mercurio...

Bruto dijo...

El osezno teva a encadenar a la cinta en el gimnasio, ya verás.

Mocho dijo...

Qué suerteeee, el martes otra vez a la T4, jo tío.

Saca un pañuelo roj de topos por la ventanilla y saluda, que tx y yo te veremos desde nuestra nocasa.

rickisimus2 dijo...

Aun recuerdo los viajes de trabajo a Lanzarote y los desayunos de ¡una hora! en el hotel. Claro que esos días hacía dos comidas: desayuno y cena.

Lo que me tranquilizó es que todos mis compañeros de trabajo hacían lo mismo. (Íbamos en semanas diferentes).

gaysinley dijo...

Jajaja... pero a todos nos pasa, sobre todo como sea desayuno buffet... uy que no he probado aún esto y lo de más allá... además de echarte doble racción de lo que ya te ha gustado y probado.

Me encana la foto y ahora a París, desde luego, me reitero... como vives capullo!

Un besote. Alber

2SOLESMUSICA dijo...

Conste vengo recomendado por Alber (nuestro gaysinley)... y aunque ya te tenía unido y seguido a mi blogroll (el uso indiscriminado de palabrejas en guiri es el lenguaje aceptado en el mundo blog ya lo sabemos todos, pues entonces sigo), no te había prestado la atención suficiente.

He descubierto que vives bien, y que me gustaría hacer alguno de tus viajes de negocios... el de París etaría bien:

El rollo desayuno buffet... al que antes estaba acostumbrado en mi anterior trabajo también me demostró que la fuerza de voluntad no está unida a las ganas de dejar de probar todo lo que hay el buffet... primero porque es un desperdicio dejar todo eso ahí...sin más... Eso no debe hacerse claro. Y segundo porque en realidad no tenía ninguna motivación para hacer caso a la voluntad... así que atiborre y posterior incremento de sesiones de drenaje linfático en la clínica Buchinguer de Marbella.

Algunos placeres son superiores.

Peritoni dijo...

Pero es que a ver quién se resiste a esos desayunos hoteleros! qué delicia.

BIRA dijo...

jajaja, me ha entrado un hambre de no menearse, que todavía no he desayunado, hombre!!

Más que el misterio de los cruasanes, que yo es que empiezo a comerlos y no sé parar, me ha llamado la atención lo de ponerle mermelada al yogur. Eso tiene que estar buenísimo!!! y se me había escapado.

Una de las cosas que más me gustan de los hoteles son los desayunos. Tener todas esas deliciosas viandas ante los ojos y no comerlas es pecado. Así que disfruta, que cuando estás en casa seguro que no desayunas tanto (yo al menos no lo hago... básicamente por no prepararlo. Te he dicho ya que soy vaga, no?).

bicos!

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