mayo 08, 2009

Dos posibles explicaciones...

... para mi pertinaz desentendimiento del blog, el correo electrónico, el jetabook y demás interneteces durante las últimas (y también las próximas) semanas:
  1. En París conocí a un fornido desconocido de saludable aspecto. Curiosamente, el desconocido dejó de ser un desconocido en el momento mismo de conocerlo. Supe entonces que se llamaba René Artois, héroe de la Resistance, astutamente disfrazado de vendedor de ropa de cama para una misión súper-secreta contra el invasor nazi. Yo le expliqué que la ocupación había terminado y que ahora mandaba un señor casado con un pibón. Él, agradecido, me secuestró y me llevó a su buhardilla de Montmartre, donde nos dedicamos a amasar harina para hacer baguettes, a pintar cuadros impresionistas y, en los ratos libres, a hacer el amor como conejos. Fue después de dos semanas cuando él, con los ojos anegados en lágrimas, me confesó que había vivido en una gran mentira y que en realidad odiaba la sopa de cebolla. Yo, conmovido, le propuse abandonarlo todo y dedicarnos a la taxidermia. Tomamos el primer avión con destino a Estambul y, como es natural, nuestras maletas acabaron en un aeropuerto regional de Somalia. Un grupo de piratas locales amenazaron con agujerearnos los calcetines si no accedíamos a tener sexo en grupo con todos ellos y con su rebaño de tapires amaestrados. René se enamoró locamente de un tapir particularmente agraciado, me traicionó y me despidió con cajas destempladas. ¿Y qué podía hacer yo? Fácil: venderlas de estraperlo en el mercado negro. Con los seis mil millones de dólares conseguidos en la transacción, me compré un billete de vuelta a España con Iberia en clase turista, y con lo que me sobró pude comprarme una maquinilla de afeitar en el duty-free. Ahora soy un hombre más sabio y triste gracias a la experiencia, y me dedicaré a escribir mis memorias y hacer una exitosa gira por las Alpujarras firmando mis libros.
  2. Estoy saturado de trabajo entre dos viajes -el lunes me vuelvo a marchar, esta vez a Pisa-, y encima flojo por la famosa astenia primaveral, ese bonito mito urbano.
Ellijan ustedes la explicación que les resulte más satisfactoria...


8 comentarios:

Nils dijo...

yo quiero café ya! menos Pisa y más Cibeles, coñe.

Mocho dijo...

Ya ya, pero ¿qué tal en el Dépot y en el Impact-Bar de Paguí?

Mire Vd, bien por donde pisa, moreno.

starfighter dijo...

La primera, por supuesto, la segunda es pura ciencia-ficción...

Sufur dijo...

A mí también me apetece ese café, Nils. Tengo que coordinar mejor mis viajes, definitivamente.

¿Dónde te crees que conocí a René, Mochuelo? :-)

Ríete tú de Star Trek, Starfighter...

rickisimus2 dijo...

Espero que el osezno no se haya enterado de la aventura parisina. ;)

hm dijo...

Claramente la de los piratas es la correcta...

BIRA dijo...

Hola Sufur! Eres genial. Me troncho con estas historias descerebradas que te montas tú solico. Entre tanto tío bueno vaya foto de hombre feo que nos has colado, hombrepordior!

El trabajo poca solución tiene (salvo que seas el agraciado de los no sé cuántos millones de euros de Madrid... tiemblo de envidia cada vez que lo pienso). En cuanto a la astenia, mándala al carajo, hombre. Disfruta de los días de lluvia y más aún de los de sol, date una vuelta por tu Osezo y mima a los gatos un rato. Si todo esto no funciona, date una buena jartá de chocolate. Verás que te sientes mejor. Además, querido, nada dura para siempre... ni siquiera los malos tragos!

Un besote inmenso!!

Peritoni dijo...

Ay René, qué bonico...te imaginaba con gustos diferentes.
¿Qué va a ser de ti en Pisa?...

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