Lo bueno dura poco, y si es más arriba de los Picos de Europa, menos todavía. Ya era raro tener más de tres días de sol y calor en Cantabria y alrededores. Ayer por la tarde volvió la Nube.
La Nube de junio es particularmente coñazo. Se las apaña para ocultar el sol y la alegría sin aumentar un ápice el confort térmico. Sales a la calle y no sabes si hace frío o calor. En cuando te quedas quieto te entra el frío, pero en cuanto te mueves te pones a sudar: se trata de un bochorno frío que me desquicia. Si por lo menos lloviera... pero ni eso. Solo está la Nube, con su gris inmutable, y la sensación pegajosa.
Y encima me ha pillado desprevenido, en mitad de un viaje (otro más). Por una vez en la vida me dejé en casa el Baúl de la Piquer y me vine a Oviedo con lo mínimo: el portátil, un libro, un par de aussiebums, calcetines y dos camisetas. Ni un triste jersey con el que proteger mi cuerpecito friolero. Si al final voy a acabar pillando ahora la gripe que me ha estado respetando todo el invierno...
Pero en el fondo, a mi plin. La última vez que estuve en Oviedo me encontraba sumido en la miseria existencial, y esos sí que eran nubarrones. Ahora que tengo el corazón contento, el corazón contento y lleno de alegría, me tomo este viaje como una revancha vital: la oportunidad de compensar aquellos malos recuerdos con buenas experiencias, la menor parte de las cuales tendrán que ver con el trabajo y la mayor parte con cosas tales como cucharas, cuchillos, tenedores y, por supuesto, dosis alarmantes de sidra. ¡Y que la Nube se vaya a la porra, hombre ya!
La Nube de junio es particularmente coñazo. Se las apaña para ocultar el sol y la alegría sin aumentar un ápice el confort térmico. Sales a la calle y no sabes si hace frío o calor. En cuando te quedas quieto te entra el frío, pero en cuanto te mueves te pones a sudar: se trata de un bochorno frío que me desquicia. Si por lo menos lloviera... pero ni eso. Solo está la Nube, con su gris inmutable, y la sensación pegajosa.
Y encima me ha pillado desprevenido, en mitad de un viaje (otro más). Por una vez en la vida me dejé en casa el Baúl de la Piquer y me vine a Oviedo con lo mínimo: el portátil, un libro, un par de aussiebums, calcetines y dos camisetas. Ni un triste jersey con el que proteger mi cuerpecito friolero. Si al final voy a acabar pillando ahora la gripe que me ha estado respetando todo el invierno...
Pero en el fondo, a mi plin. La última vez que estuve en Oviedo me encontraba sumido en la miseria existencial, y esos sí que eran nubarrones. Ahora que tengo el corazón contento, el corazón contento y lleno de alegría, me tomo este viaje como una revancha vital: la oportunidad de compensar aquellos malos recuerdos con buenas experiencias, la menor parte de las cuales tendrán que ver con el trabajo y la mayor parte con cosas tales como cucharas, cuchillos, tenedores y, por supuesto, dosis alarmantes de sidra. ¡Y que la Nube se vaya a la porra, hombre ya!
5 comentarios:
Es que las nubes en verano (o preverano) son un coñazo, oiga. Y a disfrutar del miniviaje ;)
Que malegro un montón del cambio de rollo y que parece que aunque sea primavera norteña, algo se está dejando notar en tu ánimo, no?
Pásalo muy bien :)
Pues si a mi me deprime un montón este tiempo a destiempo... pero efevtivamente se puede compensar con otras muchas cosas... haces muy requetebien!
Besos
Qué foto más chula y las divagaciones sobre el tiempo curiosas, estoy en una nube... Disfruta, tenemos una quedada pendiente. Besos
Oviedo... Nos encanta Oviedo :)
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