El tiempo no acompaña mucho, pero un verano sin salmorejo no es verano ni es ná. Normalmente de esto se encarga el osezno, que tiene mucha mejor mano que yo para la cocina, pero con la pierna escayolada no está en la mejor de las situaciones para ejercer de chef. Así que me he puesto a preparar mi primer salmorejo. El resultado, este:
Nota mental: echar bastante menos ajo la próxima vez. Ahora, nuestro aliento solamente bastaría para arrasar una aldea medieval...
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