11:45. Termino de arreglarme y salgo de casa con mis padres. Nos encontramos a la puerta con un vecino, que viene de hacer la compra. Durante un rato, mis padres y el vecino comentan el tamaño de las sandías.
12:00. Iniciamos el paseo propiamente dicho.
12:06. Mi padre vislumbra a un conocido al otro lado de la calle. Ambos se ponen a gritarse y gesticularse amistosamente de un lado al otro de la vía, preguntándose mutuamente si están de vacaciones, sin llegar a transmitir ningún tipo de información en cualquiera de los dos sentidos.
12:15. Reanudamos el paseo.
12:17. Nos encontramos con un conocido de mis padres, jubilado. Mis padres saludan y el jubilado despotrica durante veinte minutos en contra del nuevo aparcamiento subterráneo de la Avenida Padre Claret.
12:37. Interrumpe los lamentos del jubilado otro jubilado, que llega de la huerta con unos calabacines del tamaño de obuses tierra-aire. El recién llegado y mi padre se ponen a comentar las cantidades y calidades de los productos de la huerta de esta temporada.
12:50. El jubilado de los calabacines se va. El primer jubilado pregunta que quién era ese. Mi padre le cuenta que es ese que trabajaba en la Telefónica en Madrid, enviudó y se casó después con la dependienta de cierta tienda, aquella mujer que vivía sospechosamente con otra mujer, que a su vez trabajaba en el hospital...
13:05. Quedan aclaradas la identidad del jubilado de los calabacines, de su primera y segunda esposas, y de varios parientes de hasta tercer grado.
13:12. Se reinicia el paseo.
13:15. Nos topamos con un antiguo compañero de trabajo de mi padre, que afortunadamente tiene prisa por coger un autobús.
13:28. Termina la conversación entre mi padre y el antiguo compañero con prisas. Empezamos a caminar de nuevo.
13:29. Nos saluda una mujer, conocida de mis padres, teñida de rubio y con gafas de sol. Efectivamente, es santanderina. Mi madre me pregunta si la recuerdo. Yo miento y le digo que sí. Me hablan de su hijo, que tiene novia en Santander, y mi madre me pregunta si ya me ha hablado de él alguna vez. Le miento y le digo que sí. Hablamos del tiempo en ambas ciudades.
13:46. La santanderina se va con viento fresco. Pero justo en ese momento aparece otra amiga de mi madre. Le voy cogiendo el tranquillo a esto de mentir: la saludo efusivamente como si su cara me sonara de algo. Charlamos. Por quinta vez esta mañana, le cuento a una completa desconocida que me va muy bien y estoy muy contento.
14:04. Reanudamos el paseo. Calculo que hemos recorrido unos 500 metros desde que salimos de casa dos horas atrás.
14:07. Nos encontramos con una compañera de bailes de salón de mi madre, con su hermana y con su sobrina. Nos las presentan. Mis padres y ellas hablan de la crisis y la señora me pregunta si también hay crisis en Santander. Le informo de que algo de eso se ha comentado, sí.
14:25. La señora, su hermana y su sobrina recuerdan que tienen que comprar pan y se van.
14:28. Decidimos sentarnos en una terraza a tomar una cerveza.
14:33. Después de cinco minutos esperando, llega la camarera a atendernos. Mi padre la mira con mala cara y le dice "a ver si os dáis un poco más de prisa en atender, que no tenemos todo el tiempo del mundo..."
12:00. Iniciamos el paseo propiamente dicho.
12:06. Mi padre vislumbra a un conocido al otro lado de la calle. Ambos se ponen a gritarse y gesticularse amistosamente de un lado al otro de la vía, preguntándose mutuamente si están de vacaciones, sin llegar a transmitir ningún tipo de información en cualquiera de los dos sentidos.
12:15. Reanudamos el paseo.
12:17. Nos encontramos con un conocido de mis padres, jubilado. Mis padres saludan y el jubilado despotrica durante veinte minutos en contra del nuevo aparcamiento subterráneo de la Avenida Padre Claret.
12:37. Interrumpe los lamentos del jubilado otro jubilado, que llega de la huerta con unos calabacines del tamaño de obuses tierra-aire. El recién llegado y mi padre se ponen a comentar las cantidades y calidades de los productos de la huerta de esta temporada.
12:50. El jubilado de los calabacines se va. El primer jubilado pregunta que quién era ese. Mi padre le cuenta que es ese que trabajaba en la Telefónica en Madrid, enviudó y se casó después con la dependienta de cierta tienda, aquella mujer que vivía sospechosamente con otra mujer, que a su vez trabajaba en el hospital...
13:05. Quedan aclaradas la identidad del jubilado de los calabacines, de su primera y segunda esposas, y de varios parientes de hasta tercer grado.
13:12. Se reinicia el paseo.
13:15. Nos topamos con un antiguo compañero de trabajo de mi padre, que afortunadamente tiene prisa por coger un autobús.
13:28. Termina la conversación entre mi padre y el antiguo compañero con prisas. Empezamos a caminar de nuevo.
13:29. Nos saluda una mujer, conocida de mis padres, teñida de rubio y con gafas de sol. Efectivamente, es santanderina. Mi madre me pregunta si la recuerdo. Yo miento y le digo que sí. Me hablan de su hijo, que tiene novia en Santander, y mi madre me pregunta si ya me ha hablado de él alguna vez. Le miento y le digo que sí. Hablamos del tiempo en ambas ciudades.
13:46. La santanderina se va con viento fresco. Pero justo en ese momento aparece otra amiga de mi madre. Le voy cogiendo el tranquillo a esto de mentir: la saludo efusivamente como si su cara me sonara de algo. Charlamos. Por quinta vez esta mañana, le cuento a una completa desconocida que me va muy bien y estoy muy contento.
14:04. Reanudamos el paseo. Calculo que hemos recorrido unos 500 metros desde que salimos de casa dos horas atrás.
14:07. Nos encontramos con una compañera de bailes de salón de mi madre, con su hermana y con su sobrina. Nos las presentan. Mis padres y ellas hablan de la crisis y la señora me pregunta si también hay crisis en Santander. Le informo de que algo de eso se ha comentado, sí.
14:25. La señora, su hermana y su sobrina recuerdan que tienen que comprar pan y se van.
14:28. Decidimos sentarnos en una terraza a tomar una cerveza.
14:33. Después de cinco minutos esperando, llega la camarera a atendernos. Mi padre la mira con mala cara y le dice "a ver si os dáis un poco más de prisa en atender, que no tenemos todo el tiempo del mundo..."
7 comentarios:
JAJAJAJAJA!
Y yo esperando el momento en el que alguien aludiese a tu heterosexualidad, tu soltería o similar...
xD
Cómo mola Segovia :)
o_O! qué bueno jajajaja genial
Genial, simplemente genial.
Yo hace tiempo que les dije a mis padres que no estaba dispuesto a irle contando mi vida a sus amigos... y aser posible, cuando cuentan algo, que se ciñan a la realidad...
Ainsss, de que me suena esto. Tenía un colega al que le sugerí que llevara dos cartelitos, uno con "hola" y otro con "adios" para evitar pararse cada 50 metros, jejeje. Ahora, tu padre tiene más razón que un santo, eh.
Es de buen segoviano ser atento, cortés y cordial en las conversaciones, pero como te estás volviendo santanderino, te impacientas.
jajajajaja, los yayos, cómo son...
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