Un ladrón en Barcelona

Pues ya estoy, por fin, en casa. Qué a gusto, por Dior.

¿Que por qué ayer tardé tantas horas en llegar? Sencillo: el avión de EasyJet llegaba de Bristol a Barcelona a las dos de la tarde, y el Iberia Barcelona-Santander salía a las nueve de la noche. Vale que la T1 de Barcelona es estupenda, pero de ahí a pasarse en ella siete horas...

Así que facturé el maletón, dejé el maletín en la consigna (el guardia de seguridad estaba muy bueno y además era la mar de simpático) y me fui con mi cámara a Barcelona, en plena Diada.

Barcelona es una pasada de ciudad.

Como ya la conozco un poco, y como tampoco iba a matarme con todo el cansancio que llevaba encima, decidí dar un paseo tranquilo por la zona de las Ramblas, el puerto, el Raval y la Boquería, sin rumbo fijo y con la cámara preparada para capturar la fauna humanoide. Eso, en mi lenguaje, significa principalmente robar fotos a chulos, pero siempre acaba cayendo alguna que otra de gente que me parece llamativa, o la ocasional pero inevitable fotografía arquitectónica (que, por otra parte, es la más fácil ya que los edificios no se mueven).

Fue mi despedida del verano. Después de pasar tres semanas en los fríos escoceses, finlandeses y galeses (con el breve respiro veraniego de Bolonia), la tarde de ayer fue mi último contacto por este año con el mediterráneo estival. ¡Adiós, luz dorada del levante!

PD. Opinen, personas, opinen. ¿Qué foto de las siguientes les gusta más?