Es curioso: nunca me había fijado demasiado en el viento hasta que vine a vivir a Santander. Soy y siempre seré un hombre de secano, pero no se puede vivir tanto tiempo en una ciudad marinera sin que se te pegue un poco de sensibilidad hacia los estados del viento y de la mar.
El temido viento Sur (temido por los santanderinos, se entiende) es un viento terrano que sopla fuerte y seco desde tierra adentro, convirtiendo la Bahía, normalmente tranquila, en un hervidero de olas y penachos de espuma. A veces el Sur combate con el viento del noroeste o gallego, que siempre trae lluvia. En días como este, el cielo se convierte en un campo de batalla, con las nubes girando y corriendo y desgajándose en jirones deshilachados, nubes negras y blancas mezclándose en desorden sobre un fondo azul intenso. El aire se llena de claroscuros, de sonidos arrastrados desde la lejanía y de olores desacostumbrados. Es una atmósfera violenta, convulsa, dramática, terrible.
A los santanderinos el viento del Sur les pone de los nervios. No están acostumbrados a la baja humedad y la temperaturas relativamente altas que acompañan a la surada. Aumentan los casos de migraña, en los hospitales hay un mayor número de urgencias y la gente se pone de muy mal humor. No en vano coloquialmente, en Santander, cuando alguien hace una locura se dice que a esa persona le ha dado una "surada", o si alguien está de mal humor se dice "está de Sur".
A mí, sin embargo, me encantan los días de Sur. También me afectan, naturalmente, pero de una forma distinta. La cabeza se me vuelve ligera, como si me hubiera bebido un par de copas, y me invade una leve sensación de irrealidad, parecida a la de llevar gafas de una graduación unas décimas equivocada.
El temido viento Sur (temido por los santanderinos, se entiende) es un viento terrano que sopla fuerte y seco desde tierra adentro, convirtiendo la Bahía, normalmente tranquila, en un hervidero de olas y penachos de espuma. A veces el Sur combate con el viento del noroeste o gallego, que siempre trae lluvia. En días como este, el cielo se convierte en un campo de batalla, con las nubes girando y corriendo y desgajándose en jirones deshilachados, nubes negras y blancas mezclándose en desorden sobre un fondo azul intenso. El aire se llena de claroscuros, de sonidos arrastrados desde la lejanía y de olores desacostumbrados. Es una atmósfera violenta, convulsa, dramática, terrible.
A los santanderinos el viento del Sur les pone de los nervios. No están acostumbrados a la baja humedad y la temperaturas relativamente altas que acompañan a la surada. Aumentan los casos de migraña, en los hospitales hay un mayor número de urgencias y la gente se pone de muy mal humor. No en vano coloquialmente, en Santander, cuando alguien hace una locura se dice que a esa persona le ha dado una "surada", o si alguien está de mal humor se dice "está de Sur".
A mí, sin embargo, me encantan los días de Sur. También me afectan, naturalmente, pero de una forma distinta. La cabeza se me vuelve ligera, como si me hubiera bebido un par de copas, y me invade una leve sensación de irrealidad, parecida a la de llevar gafas de una graduación unas décimas equivocada.
Al final, el Sur siempre pierde la batalla. De aquí a unas horas las rachas agotarán su fuerza, entrará el aire del noroeste e, inevitablemente, lloverá... entrará el frío y se acabará este veranillo impropio del que he estado disfrutando estos días. Hasta entonces, dejadme con mi borrachera de Sur.
6 comentarios:
Ke post taaaan chulo.
Iba a decir ke no soporto ninguna clase de viento, pero como ke sobra.
deberías venir una temporada al Empordà y sentir la helada tramuntana que parece que te quiera arrancar la piel a tiras
El sur es lo que tiene... Aunque no todos lo sepan apreciar.
PD ¿Esto entraría en la categoría de meteoropatía?
Es curioso que en el sureste de esta cagadita de isla, sopla mucho el viento y siempre se ha dicho que la gente que vive en la zona es distinta, que tanto viento los tiene trastornados. O asirocaos. Para que luego hablen de la influencia de la luna, y tal...
Por el centro, viento, lo que se dice viento, lo tenemos días contados, pero calor... todo el que quieras. Eso sí, gracias a que el Tajo no lleva agua, es de lo más seco. En invierno también hace fresquete, pero igualmente es seco. Una exageración local dice que "en Toledo, del invierno al infierno".
Odio el viento... que se vaya con viento fresco... aquí, por el contrario, el temido es el norte...
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