noviembre 26, 2009

Korkak

Hoy no me siento nada orgulloso de mí mismo.

Durante estos días estoy teniendo como visitantes de trabajo a dos extranjeros, sobre cuyo país de origen daré esta pista: un hombre, una ceja (otra pista es la palabra que da título a este post). Conozco al mayor de ellos desde hace más de siete años, y con el tiempo he ido pasando de considerarle un colega de trabajo a tenerle como amigo... pero no de ese tipo de amigos por los que darías un riñón (la expresión no es mía). Le conocí durante mi época de postdoc y desde entonces nos han mantenido unidos un par de proyectos bilaterales conjuntos, una buena colección de viajes entre nuestras respectivas instituciones y media docena de artículos en común.

El caso es que esta persona no sabe lo mío. Cuando le conocí, no consideré necesario contárselo. Por el contrario, atravesaba yo una época poco sociable, en la que no me interesaba establecer relaciones personales duraderas de ningún tipo (y menos en el trabajo), y para vivir tranquilo me resultaba más fácil no desmentir las suposiciones automáticas de la gente de mi alrededor acerca de mi heterosexualidad. Ayudó en esa decisión el hecho de que por aquel entonces yo vivía en un país bastante poco gay friendly. Durante años dejé que la cosa siguiera su curso, esquivando los bienintencionados movimientos en plan celestina de la gente que buscaba emparejarme con alguna secretaria jamona, viviendo lo mío de forma paralela, y así fui volviendo poco a poco a la cómoda vida del armario.

A todo esto, tengo que decir que soy un tipo que felizmente, salvo en ese aspecto particular de mi vida, hace años que rompió con los armarios. Bastante me costó dar el paso a los veintipocos años, y desde entonces no he tenido especial problema en contar lo mío a todo aquel que me ha preguntado, a veces de una forma bastante bestia por mi parte.

Pero con este muchacho la cosa ha sido diferente. Nunca me lo ha preguntado, nunca se lo he contado, y hasta ahora no había tenido ningún problema con ello.

Hasta hoy. Apenas hace un par de horas, tomando unos vinos y unos pinchos en Casa Lita, hemos caído en el viejo vicio del cotilleo. En un momento dado, compartiendo chismes acerca de otros colegas ha salido el nombre de uno que es abiertamente gay (cosa muy infrecuente en este negocio) y mi amigo me ha preguntado: "¿sabes lo suyo?". A lo que yo respondí: "sí, claro, todo el mundo lo sabe". Y mi amigo: "me parece genial y me cae muy bien".

Ese habría sido un momento perfecto para mencionar lo mío. Pero no: en lugar de ello dejé que el tema de conversación muriera y pasé a otra cosa mariposa.

Y ahora me siento mal, porque realmente este colega mío me cae bien, ha demostrado mil veces su amplitud de miras y desde el principio se ha portado conmigo como una especie de hermano mayor. Me siento desleal por no contarle lo mío.

Lo triste del asunto es que no se lo he contado por miedo a lo que piense de mis gustos. Sé que eso no sería problema. No: lo que me ha echado para atrás es imaginar cómo podría sentirse sabiendo que le he engañado durante siete años. Hay mentiras —y el armario es una forma insidiosa de mentir— que con el paso del tiempo cogen demasiada inercia como para frenarlas.

Qué vergüenza, andar con estas historias a estas alturas de la vida...



13 comentarios:

rickisimus2 dijo...

Te entiendo perfectamente. Vivo en un mundo laboral peculiar, donde apenas hay mujeres y donde un marica es algo inaudito (al menos alguien abiertamente marica), así que no soy nadie para aconsejar, más cuando estás prácticamente desarmarizado salvo con este pollo.

Para relajar el ambiente y ser menos "serio" te puedo decir que a mi me ha ocurrido lo contrario con mis colegas europeos, pero ha sido debido a mi mal inglés: como al embalarme no distingo entre him o her, pues echo mano del primero...

Nils dijo...

te entiendo y es verdad que te sientes mal cuando ves cómo la amistad con una persona con la que en principio la relación iba a ser sólo profesional comienza a crecer y no sabes cómo parar la mentira... pero al final lo entienden y no se enfadan ni nada, ya verás.

Nyc dijo...

¿Y no puede ser que él sospeche algo del tema y por eso salió la conversación como "sin querer" y estaba enviando señales de "creo que sé lo tuyo y no me importa nada"?
Tarde o temprano la situación se aclarará y como dice Nils, no pasará nada

matilde urbach dijo...

Sufur,
a saber las cosas que Korkak nunca te contó. A lo mejor él también es gay. O pega a su mujer, o no baja la tapa del water, no se. No te sientas mal, que eres un chuchito adorable.

starfighter dijo...

No te agobies tanto que ya verás como sale con naturalidad. Y me da que no creo que se moleste por no haberle dicho nada. Por si había alguna duda, la boda me desarmarizó por completo en el curro aunque creo que en alguna planta aún no se han enterado, jejeje.

Mocho dijo...

Los turcos son insondables. Tan pronto son lo más liberal del mundo como unos rancios de cuidado. Aunque si has nacido en Segovia y vives en Santander, de rancios ya estarás curado de espanto (y no te lo digo por experiencia sino porque me ha pasado).

Relax, todo el mundo sabe que cuando un hombre pasa de cierta edad protegiendo su intimidad (carefree), sin casarse, tener novia conocida o presumir de sus ligues, o es narcotraficante o maricón.

Sufur dijo...

Cielos, habéis descubierto que soy narcotraficante :-P

By the way, "korkak" no es un nombre propio, sino "cobarde" en turco :-)

matilde urbach dijo...

No tan by de way, Sufur (la ignorancia, que es muy mala), que yo ya lo estaba considerando como nombre para uno de mis futuros vástagos! Suena bien. Korkak, el cobarde. Pobre hijo mío. :-).

Sufur dijo...

Jjaja que conste que yo tuve que buscarlo en un diccionario :-P

Sr_Skyzos dijo...

Tengo un amigo que entró a trabajar en el McMierda cuando yo estaba allí. Antes de que entrara, le dije lo que había (no se lo conté en su momento porque éramos compañeros de piscina y no quería que hubiese malos rollos en el vestuario.) Pues el chaval se mosqueó y mucho porque no se lo había contado antes, no porque fuera gay.

A veces la gente te sorprende. Yo sigo muerto en la bañera por cómo lo lleva mi abuela de 84 años...

Johny Idea dijo...

Más vale un día "colorao" que ciento amarillo, al menos eso dicen por ahí. Piensa que peor sería que, con algún vinillo de más, se lo termines contando de la forma bruta a la que aludías. Claro, que para mí es fácil aconsejar cuando ni yo mismo me hago caso...

Frivolizando un poco, aunque personalmente no tengo nada contra los links a "lo mío" falta el link en "secretaria jamona".

hm dijo...

En mi grupo de amigos de Málaga, había uno que era el reaccionario del grupo... la cuestión es que a mi me daba cosa contárselo porque pensaba que se lo iba atomar mal (de hecho todo el mundo lo pensaba)... total, que cuando se lo conté, una noche los dos borrachos, porque me sentía muy mal por que no lo supiese, se lo tomó muy bien y me dijo, ¿lo sabe alguno de estos? y le dije que todos... y se me quda mirando y me dice, ¿pero hace mucho?... más de una año... y se me queda a cuadros y le digo, es que no sabía como te lo ibas a tomar y se me puso a llorar porque decía que como pensaba que se lo iba a tomar mal, que era mi amigo y que a él todo eso le daba igual. Que porqué tenía esa imagen de él... se quedó mu mal, la verdad. La gente te sorprende.

Si realmente le aprecia, le dará igual... pero bueno, también depende de hasta que punto le interese él austed más como amigo o como compañero de profesión.

Kassandra Nasty dijo...

Estoy convencida que todos, quien más y quien menos, hemos pasado por un "momentazo" como ese.

A mí, cuando me pasa, me sube como una especie de calentura, como que me da algo de rubor, y me siento terriblemente incómoda durante un buen rato (y a momentos en los días posteriores).

Me ha pasado tantas veces que me sé el proceso de memoria...

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