enero 18, 2010

Vidas de Santos (y Santas) II

Hoy, queridos feligreses, hablaremos de uno de los santos más antiguos, pero siempre de rabiosa actualidad, de nuestro santoral. Se trata ni más ni menos de San Cernícalo de Salona, obispo y mártir.

Demetrio, procónsul romano en Dalmacia durante el reinado de Cómodo, tomó como esposa a Piticlina, la más bella de las hijas de un acaudalado mercader local. Fruto de ese matrimonio fueron Cernícalo (190-237) y su hermana Sarita Montiel (193-). De su madre dálmata, San Cernícalo heredó un hermoso y característico pelaje a manchas blancas y negras; de su padre, el porte distinguido y el peinado patricio. Cernícalo era un muchacho tímido y apocado en las orgías familiares, motivo por el cual su padre decidió dedicarse a la cría de caniches.

San Cernícalo entró en contacto con la religión cristiana por el método habitual en esos tiempos: un buen día un par de predicadores rubitos llamaron al timbre de la humilde villa de su padre, coincidiendo con que los setecientos esclavos domésticos estaban todos de baja por depresión, y fue el propio Cernícalo quien tuvo que abrirles la puerta. La conversión fue inmediata. En poco tiempo, el joven Cernícalo creció en la gracia y el espíritu, convirtiéndose rápidamente en obispo y pastor de la comunidad cristiana local. De este modo, el santo en ciernes abandonó una vida de lujos y privilegios como hijo de un funcionario imperial para adentrarse en una vida de lujos y privilegios como cabeza local de un culto pujante.


En poco tiempo la fama del obispo Cernícalo se extendió por todo el Adriático. Sus dotes como sanador eran legendarias: cuando le llevaban a un enfermo de resfriado, Cernícalo le imponía las manos, rezaba al Altísimo, mandaba al enfermo a casa, le recomendaba que guardara reposo durante unos días y bebiera mucho líquido y al cabo de unos días prácticamente todos los enfermos se curaban.

Tal era la fama del obispo que su nombre llegó a oídos de Maximino el Tracio, a la sazón emperador de Roma. El emperador tenía un ahijado, de nombre Potitos, que sufría violentos ataques de tos. Harto de los inútiles tratamientos a base de sanguijuelas que ofrecían los galenos de la corte, Maximinio decidió convocar a Roma al milagroso Cernícalo, ofreciéndole el siguiente trato: curar al ahijado querido o ser arrojado a los leones del circo. Cernícalo se puso manos a la obra, pero en esta ocasión Nuestro Señor tenía otros planes: a Potitos le estalló la cabeza a causa de un estornudo particularmente violento, lo cual se probó mortal de necesidad para su endeble constitución.

Maximinio montó en cólera. El obispo Cernícalo fue encadenado y llevado al Coliseo, para ser arrojado a las fieras en medio del regocijo popular. Pero San Cernícalo, en su santidad, estaba determinado a aguarles la fiesta el emperador y a los sanguinarios romanos: cada vez que soltaban a los leones, el dálmata se limitaba a levitar hasta unos cómodos tres metros de altura, haciendo honor a su nombre y escapando así de las fieras. Enfadadísimo, el emperador ordenó soltar a los tigres y las panteras, que tampoco fueron capaces de alcanzar al santo. Pero el emperador no se rendía en sus ansias de venganza: en un tercer intento, hizo soltar a las terroríficas jirafas salvajes del Serengeti. San Cernícalo, invoncando la ayuda del Espíritu Santo, ascendió a los seis metros, desde donde hacía burla y pedorretas a las fieras. Finalmente, el malvado emperador ordenó soltar a la más temida de entre las bestias del circo: la Bandada de Jilgueros Carnívoros. San Cernícalo no fue capaz de maniobrar lo suficienteménte rápido y fue devorado por los terroríficos paseriformes, que no dejaron de él más que los huesos.

San Cernícalo fue canonizado por el papa Bonifacio I en el Año 420 de Nuestro Señor. Desde ese momento, y debido a las luctuosas circustancias de su muerte, ostenta el título de Santo Patrón de los Fabricantes de Alpiste. Aun hoy en día se celebran numerosas romerías y ayunos en su honor.

Recemos seis Padrenuestros en honor de San Cernícalo de Salona, amén.


6 comentarios:

starfighter dijo...

Amén. Y seguro que disfrutaría en la gracia del Señor viendo cómo se cargaban a Maximino poco después.

Nyc dijo...

Pues me voy a encomendar a este santo que menudo pasmazo tengo!! Seguro que rezándole y tomándome los paracetamoles se me pasa en unos días ;)

hm dijo...

Yo quiero la canonización en vida de la hermana.

MM de planetamurciano dijo...

Uy...Lo mismo ke le pasó a San Cernícalo para abrazar el cristianismo me pasa a mí con los mormones...Es ver a algunos por la calle y ganas de empadronarme en Utah.

Deric dijo...

Cómo puede alguien llamarse Cernícalo???

Johny Idea dijo...

Sapientisimo sufur, deberia Vd. iluminar nuestras impias almas contando mas vidas ejemplares de otros santos varones y santas feminas que tu tan bien conoces, como San Icticola, Santa Infructuosa o San Propenso.
NOTA: para llamarse Cernicalo solo hay que dirigirse al registro adecuado

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