Hoy, queridos feligreses, hablaremos de uno de los santos más antiguos, pero siempre de rabiosa actualidad, de nuestro santoral. Se trata ni más ni menos de San Cernícalo de Salona, obispo y mártir.
Demetrio, procónsul romano en Dalmacia durante el reinado de Cómodo, tomó como esposa a Piticlina, la más bella de las hijas de un acaudalado mercader local. Fruto de ese matrimonio fueron Cernícalo (190-237) y su hermana Sarita Montiel (193-). De su madre dálmata, San Cernícalo heredó un hermoso y característico pelaje a manchas blancas y negras; de su padre, el porte distinguido y el peinado patricio. Cernícalo era un muchacho tímido y apocado en las orgías familiares, motivo por el cual su padre decidió dedicarse a la cría de caniches.
San Cernícalo entró en contacto con la religión cristiana por el método habitual en esos tiempos: un buen día un par de predicadores rubitos llamaron al timbre de la humilde villa de su padre, coincidiendo con que los setecientos esclavos domésticos estaban todos de baja por depresión, y fue el propio Cernícalo quien tuvo que abrirles la puerta. La conversión fue inmediata. En poco tiempo, el joven Cernícalo creció en la gracia y el espíritu, convirtiéndose rápidamente en obispo y pastor de la comunidad cristiana local. De este modo, el santo en ciernes abandonó una vida de lujos y privilegios como hijo de un funcionario imperial para adentrarse en una vida de lujos y privilegios como cabeza local de un culto pujante.
En poco tiempo la fama del obispo Cernícalo se extendió por todo el Adriático. Sus dotes como sanador eran legendarias: cuando le llevaban a un enfermo de resfriado, Cernícalo le imponía las manos, rezaba al Altísimo, mandaba al enfermo a casa, le recomendaba que guardara reposo durante unos días y bebiera mucho líquido y al cabo de unos días prácticamente todos los enfermos se curaban.
Tal era la fama del obispo que su nombre llegó a oídos de Maximino el Tracio, a la sazón emperador de Roma. El emperador tenía un ahijado, de nombre Potitos, que sufría violentos ataques de tos. Harto de los inútiles tratamientos a base de sanguijuelas que ofrecían los galenos de la corte, Maximinio decidió convocar a Roma al milagroso Cernícalo, ofreciéndole el siguiente trato: curar al ahijado querido o ser arrojado a los leones del circo. Cernícalo se puso manos a la obra, pero en esta ocasión Nuestro Señor tenía otros planes: a Potitos le estalló la cabeza a causa de un estornudo particularmente violento, lo cual se probó mortal de necesidad para su endeble constitución.
Maximinio montó en cólera. El obispo Cernícalo fue encadenado y llevado al Coliseo, para ser arrojado a las fieras en medio del regocijo popular. Pero San Cernícalo, en su santidad, estaba determinado a aguarles la fiesta el emperador y a los sanguinarios romanos: cada vez que soltaban a los leones, el dálmata se limitaba a levitar hasta unos cómodos tres metros de altura, haciendo honor a su nombre y escapando así de las fieras. Enfadadísimo, el emperador ordenó soltar a los tigres y las panteras, que tampoco fueron capaces de alcanzar al santo. Pero el emperador no se rendía en sus ansias de venganza: en un tercer intento, hizo soltar a las terroríficas jirafas salvajes del Serengeti. San Cernícalo, invoncando la ayuda del Espíritu Santo, ascendió a los seis metros, desde donde hacía burla y pedorretas a las fieras. Finalmente, el malvado emperador ordenó soltar a la más temida de entre las bestias del circo: la Bandada de Jilgueros Carnívoros. San Cernícalo no fue capaz de maniobrar lo suficienteménte rápido y fue devorado por los terroríficos paseriformes, que no dejaron de él más que los huesos.
San Cernícalo fue canonizado por el papa Bonifacio I en el Año 420 de Nuestro Señor. Desde ese momento, y debido a las luctuosas circustancias de su muerte, ostenta el título de Santo Patrón de los Fabricantes de Alpiste. Aun hoy en día se celebran numerosas romerías y ayunos en su honor.
Recemos seis Padrenuestros en honor de San Cernícalo de Salona, amén.
Demetrio, procónsul romano en Dalmacia durante el reinado de Cómodo, tomó como esposa a Piticlina, la más bella de las hijas de un acaudalado mercader local. Fruto de ese matrimonio fueron Cernícalo (190-237) y su hermana Sarita Montiel (193-). De su madre dálmata, San Cernícalo heredó un hermoso y característico pelaje a manchas blancas y negras; de su padre, el porte distinguido y el peinado patricio. Cernícalo era un muchacho tímido y apocado en las orgías familiares, motivo por el cual su padre decidió dedicarse a la cría de caniches.
San Cernícalo entró en contacto con la religión cristiana por el método habitual en esos tiempos: un buen día un par de predicadores rubitos llamaron al timbre de la humilde villa de su padre, coincidiendo con que los setecientos esclavos domésticos estaban todos de baja por depresión, y fue el propio Cernícalo quien tuvo que abrirles la puerta. La conversión fue inmediata. En poco tiempo, el joven Cernícalo creció en la gracia y el espíritu, convirtiéndose rápidamente en obispo y pastor de la comunidad cristiana local. De este modo, el santo en ciernes abandonó una vida de lujos y privilegios como hijo de un funcionario imperial para adentrarse en una vida de lujos y privilegios como cabeza local de un culto pujante.
En poco tiempo la fama del obispo Cernícalo se extendió por todo el Adriático. Sus dotes como sanador eran legendarias: cuando le llevaban a un enfermo de resfriado, Cernícalo le imponía las manos, rezaba al Altísimo, mandaba al enfermo a casa, le recomendaba que guardara reposo durante unos días y bebiera mucho líquido y al cabo de unos días prácticamente todos los enfermos se curaban.
Tal era la fama del obispo que su nombre llegó a oídos de Maximino el Tracio, a la sazón emperador de Roma. El emperador tenía un ahijado, de nombre Potitos, que sufría violentos ataques de tos. Harto de los inútiles tratamientos a base de sanguijuelas que ofrecían los galenos de la corte, Maximinio decidió convocar a Roma al milagroso Cernícalo, ofreciéndole el siguiente trato: curar al ahijado querido o ser arrojado a los leones del circo. Cernícalo se puso manos a la obra, pero en esta ocasión Nuestro Señor tenía otros planes: a Potitos le estalló la cabeza a causa de un estornudo particularmente violento, lo cual se probó mortal de necesidad para su endeble constitución.
Maximinio montó en cólera. El obispo Cernícalo fue encadenado y llevado al Coliseo, para ser arrojado a las fieras en medio del regocijo popular. Pero San Cernícalo, en su santidad, estaba determinado a aguarles la fiesta el emperador y a los sanguinarios romanos: cada vez que soltaban a los leones, el dálmata se limitaba a levitar hasta unos cómodos tres metros de altura, haciendo honor a su nombre y escapando así de las fieras. Enfadadísimo, el emperador ordenó soltar a los tigres y las panteras, que tampoco fueron capaces de alcanzar al santo. Pero el emperador no se rendía en sus ansias de venganza: en un tercer intento, hizo soltar a las terroríficas jirafas salvajes del Serengeti. San Cernícalo, invoncando la ayuda del Espíritu Santo, ascendió a los seis metros, desde donde hacía burla y pedorretas a las fieras. Finalmente, el malvado emperador ordenó soltar a la más temida de entre las bestias del circo: la Bandada de Jilgueros Carnívoros. San Cernícalo no fue capaz de maniobrar lo suficienteménte rápido y fue devorado por los terroríficos paseriformes, que no dejaron de él más que los huesos.
San Cernícalo fue canonizado por el papa Bonifacio I en el Año 420 de Nuestro Señor. Desde ese momento, y debido a las luctuosas circustancias de su muerte, ostenta el título de Santo Patrón de los Fabricantes de Alpiste. Aun hoy en día se celebran numerosas romerías y ayunos en su honor.
Recemos seis Padrenuestros en honor de San Cernícalo de Salona, amén.
6 comentarios:
Amén. Y seguro que disfrutaría en la gracia del Señor viendo cómo se cargaban a Maximino poco después.
Pues me voy a encomendar a este santo que menudo pasmazo tengo!! Seguro que rezándole y tomándome los paracetamoles se me pasa en unos días ;)
Yo quiero la canonización en vida de la hermana.
Uy...Lo mismo ke le pasó a San Cernícalo para abrazar el cristianismo me pasa a mí con los mormones...Es ver a algunos por la calle y ganas de empadronarme en Utah.
Cómo puede alguien llamarse Cernícalo???
Sapientisimo sufur, deberia Vd. iluminar nuestras impias almas contando mas vidas ejemplares de otros santos varones y santas feminas que tu tan bien conoces, como San Icticola, Santa Infructuosa o San Propenso.
NOTA: para llamarse Cernicalo solo hay que dirigirse al registro adecuado
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