Las asociaciones de ideas pueden parecer caprichosas al principio, pero si las examinamos con un poco de detalle al final casi todas tienen su explicación.
Por ejemplo, la del otro día. Estaba yo en el veterinario, esperando para pasar consulta a Mastropiero, cuando entró una señora llevando en brazos a su perra. Fue mirarla, y ponerme cachondo perdido.
Atención al detalle: mirar a la perra, no a la señora.
Y encima la perra era de esta raza tan horrorosa:
¿Es Sufur un repelente zoófilo?
Bueno, en lo de "repelente" estamos todos de acuerdo. En cuanto a lo otro...
Hace muchas, muchas lunas, en un lugar de encuento y fantasía cuyo nombre empieza por "Madri"... y acaba por ..."adrid", un joven e inocente Sufur buscaba ampliar sus horizontes, ehm, digamos, culturales. Entre otras personas, conoció a aquella encantadora pareja de muchachos con los que estableció una bonita amistad. J y JM le abrieron los brazos, la puerta de su casa y, siendo más concretos, las de varias de sus habitaciones, incluyendo de una forma muy específica su ducha y su dormitorio. De aquella amistad surgieron interesantes experiencias y Sufur, lejos de sentirse un sujetavelas, se encontraba encantado de la forma en que esa pareja le incorporaba de forma esporádica a su dinámica matrimonial.
El caso es que J y JM tenían una perra como la que ví el otro día en el veterinario. Nunca he tenido claro si "eso" es un bulldog francés o un carlino: en cualquier caso, opino que esa raza de seres grotescos de ojos saltones, difíciles partos y eternos problemas respiratorios sería una cruel broma de la Naturaleza si no se tratara de una cruel broma de los criadores de razas caninas. La perra era la dueña indiscutible de la casa. Siempre que llegábamos estaba a la puerta y no se quedaba satisfecha hasta haber recibido carantoñas por parte de todos los presentes. Luego, cuando nos poníamos en faena, la animalica tenía que ser encerrada en la cocina, desde donde nos llegaban constantemente sus lamentos y su rascar de puertas. Incluso a veces uno de mis anfitriones tenía que dejar lo que estuviera haciendo en ese momento, vestirse y decirnos a los otros dos que siguiéramos a lo nuestro mientras él bajaba a pasear a la perra... En fin, gajes del oficio de tener mascotas exigentes.
En cualquier caso, de todo aquello guardo un montón de gratos recuerdos y una no menos grata amistad que aún perdura. Incluso con la perra. Dicho lo cual es comprensible, creo yo, que cada vez que vea a un monstruito de esos me acuerde de lo otro, con previsibles consecuencias. ¡Al final todo encaja!
Bueno, en lo de "repelente" estamos todos de acuerdo. En cuanto a lo otro...
Hace muchas, muchas lunas, en un lugar de encuento y fantasía cuyo nombre empieza por "Madri"... y acaba por ..."adrid", un joven e inocente Sufur buscaba ampliar sus horizontes, ehm, digamos, culturales. Entre otras personas, conoció a aquella encantadora pareja de muchachos con los que estableció una bonita amistad. J y JM le abrieron los brazos, la puerta de su casa y, siendo más concretos, las de varias de sus habitaciones, incluyendo de una forma muy específica su ducha y su dormitorio. De aquella amistad surgieron interesantes experiencias y Sufur, lejos de sentirse un sujetavelas, se encontraba encantado de la forma en que esa pareja le incorporaba de forma esporádica a su dinámica matrimonial.
El caso es que J y JM tenían una perra como la que ví el otro día en el veterinario. Nunca he tenido claro si "eso" es un bulldog francés o un carlino: en cualquier caso, opino que esa raza de seres grotescos de ojos saltones, difíciles partos y eternos problemas respiratorios sería una cruel broma de la Naturaleza si no se tratara de una cruel broma de los criadores de razas caninas. La perra era la dueña indiscutible de la casa. Siempre que llegábamos estaba a la puerta y no se quedaba satisfecha hasta haber recibido carantoñas por parte de todos los presentes. Luego, cuando nos poníamos en faena, la animalica tenía que ser encerrada en la cocina, desde donde nos llegaban constantemente sus lamentos y su rascar de puertas. Incluso a veces uno de mis anfitriones tenía que dejar lo que estuviera haciendo en ese momento, vestirse y decirnos a los otros dos que siguiéramos a lo nuestro mientras él bajaba a pasear a la perra... En fin, gajes del oficio de tener mascotas exigentes.
En cualquier caso, de todo aquello guardo un montón de gratos recuerdos y una no menos grata amistad que aún perdura. Incluso con la perra. Dicho lo cual es comprensible, creo yo, que cada vez que vea a un monstruito de esos me acuerde de lo otro, con previsibles consecuencias. ¡Al final todo encaja!
12 comentarios:
Ha costado però al final sí, ha encajado. Por cierto, el perrito és un bulldog francès
No es tan anormal que te suceda esto.
Un amigo mío se pone ultra-cachondo cuando escucha canto greogoriano(!!): es que le trae recuerdos de estupendos encuentros sexuales detrás del órgano mientras el cura daba el sermón.
Así que ya sabes...
léase: "gregoriano".
Cuando dices "un amigo mío" te refieres de verdad a un amigo tuyo? Jejeje
es igualiato a los perros de Adidas!!
Nils... QUE INSINUAS!!!!!!???'
Que Castellanos Superstar se monta trios?????? que cosas oiga!!!
Mi referencia mas proxima a una historia sexo/animales es esta
http://lodepaco.blogspot.com/2007/02/duda.html
y eso no provoca que cada vez qeu vea un gato me excite, la verdad
haztelo mirar
:P
¡Juro que no tiene nada que ver con Adidas! A ver si le voy a meter en un problema, pobre...
Y estamos totalmente de acuerdo: esto me lo tengo que hacer mirar. Lo que no tengo claro es si por un loquero o por un veterinario...
Qué egocentrico eso de titular una entrada con el propio nombre.
Pues sí, lo tuyo es el bestialismo: oseznos, perras, chrisrockways...
Habló Santa Teresa :-)
Yo es que soy mú animal
Juro que él dice que se le pone enhiesta cuando suena "O quam glorioso" por decir algo...
Y no soy yo.
Hace unos meses me sorprendí a mi mismo diciendo que me gustaría tener un carlino. A partir de ahora, creo que no lo diré en voz alta.
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