Ayer pase un par de horas soltando adrenalina y sudor con los colegas. De la experiencia aprendí las siguientes enseñanzas para la vida:
- Que da igual llevar lentillas para ver mejor, si al final las gafas de protección se te van a empañar todo el rato.
- Que tengo exactamente la misma puntería que un calabacín relleno (de marisco).
- Que ahora entiendo un poco mejor el fetiche de la ropa militar.
- Que, a pesar de las películas, es complicado saltar, girar en el aire y simultáneamente disparar a varios blancos móviles a la vez, aniquilándolos a todos sin recibir un solo rasguño. Cuánto daño ha hecho Matrix...
- Que acribillar a un compañero de trabajo mientras gritas "¡muere, maldito, muere!" es algo extrañamente sastisfactorio.
2 comentarios:
De tu entrada se deduce que:
1.- Se te empañaban las gafas protectoras;
2.- Que no tienes puntería y te "mataron" en seguida;
3.- Que te pusiste brutote con alguno de tus compañeros de juergas "paintballeras";
4.- Que te crees todo lo que sale en la tele;
5.- Que te traicionó tu subconsciente y estás muy contento de ello.
Nunca lo hice pero mi cuñada le regaló a mi hermano para sus treinta años una jornada de "paint-ball" para ellos y sus amigos.
Dicen que la pasaron muy bien.
¿Hubo buenos contornos de colegas en la ropa militar dignos de declarar?
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