octubre 06, 2010

Plenty of churros

Tenemos un visitante inglés trabajando con nosotros esta semana. Hoy, por uno de esos azares de la conversación de la hora del café, hemos estado hablando de churros.


A pesar de lo internacionales que se han vuelto nuestros queridos churros en los últimos tiempos (yo los he comido en Francia, en Dinamarca, en Méjico, en EEUU, en China y en Japón), el muchacho inglés no los conocía. De modo que al terminar el café mi compañero y sin embargo amigo P. se ha acercado a mí y me ha dicho:
- ¿Y si nos acercamos a una churrería y traemos unos pocos?
A mí eso me pareció un plan alocado, absurdo y potencialmente peligroso (al menos para mi salud). Por lo tanto, acepté de inmediato.

Una de las cosas buenas de este trabajo es que te permite embarcarte de cuando en cuando en planes alocados, absurdos y potencialmente peligrosos. P. arrancó el coche y nos fuimos a la chocolatería con más solera de Santander.
- Hola buenas, soy un científico loco y quiero cinco docenas de churros.
Caras de confusión. Espanto. Incredulidad. Avaricia.
- ¿Lo quéeee?

- Hola buenas, soy un científico loco y quiero cinco docenas de churros.

- Uf, no sé si va a ser posible. Estamos a punto de cerrar y apenas nos queda masa.
Cara de confusión. Espanto. Incredulidad. Tristeza. Por mi parte.
- Bueno... los que puedan ser.
La churrera se mete en su laboratorio de alquimia y pasan unos minutos.
- Oyeee... que al final igual sí que llegamos. Pero no los vendemos por docenas, sino por raciones de cinco churros cada una.

- Déme entonces diez raciones.

- Te voy cobrando, que quiero cerrar la caja. Son xxx euros.
Otros diez minutos más tarde:
- Vaya, pues al final han salido unos pocos más de los previstos. Llévate el resto gratis, total, si no los iba a tener que tirar...
Total, que al final P. y yo volvimos al trabajo con 80 churros 80, y no de los finines, sino de los de tamaño XXL. Con azúcar y todo.

¿Y qué hemos hecho?

Comérnoslos. Todos.

Y ese es el motivo por el cual no me siento capaz de trabajar en estos momentos.



PD. Según el inglés, con esto podríamos haber alimentado a una familia de Nicaragua durante un mes. Y lo peor de todo es que tiene razón.





13 comentarios:

Eleuterio dijo...

Mmm, rellenos de dulce de leche...mmm...infancia, infancia...

Ahora ni los pruebo.

Kassandra Nasty dijo...

Es un consuelo pensar que no soy la única adicta a estos divinos trozos de masa frita...

shepperdsen dijo...

Yo hoy churros no, pero mis mini-yos me han llevao a tomarme una cerveza y unas olivicas, porque hay días que esas cosas se hacen NECESARIAS. Asín, con mayúsculas.

starfighter dijo...

¿Ocheeenta churros? Si hiciese eso me sentiría como una boa constrictor después de comerse un elefante. Y reventaría, claro.

Pero qué buenos son. Joder, ahora me ha entrado antojo...

Sufur dijo...

He de decir que nos los hemos comido entre veintitantos taraos...

Nils dijo...

No conozco a ningún grupo de investigación que no se pase el día comiendo...

MM de planetamurciano dijo...

Explíkeme como se comen 26 churros ( por barba más o menos) sin ke se muera uno del fotinchamiento. Porke lo de veintitantos taraos puesto en los comentarios no sé si creérmelo a estas alturas...

Justo dijo...

Por lo que dices los churros eran lo que en Madrid llamamos porras, ¿no? Más heavy todavía, jaja..

A mí lo que me encanta es ver cómo se fabrican, es una pasada..

Peritoni dijo...

Pero ¿cuántos erais? Quiero pensar que 40, así salís a dos churros solamente... ¿no?

Sufur dijo...

Oficialmente, éramos 15. Pero al ver que eso no se acababa acabé invitando a toda la planta...

Y sí, Justo... yo a esos también les llamo porras, pero en Santander tienen su propio léxico...

Moriarty dijo...

Me recuerda usted a Gurb.

Héctor Desterrado dijo...

Pues menos que al inglés no le dio por tener un antojo de horchata, porque les veo agarrando la Nacional III

hm dijo...

Es verdad... es usted un loco XDXD...

Yo siempre cometo excesos con los churros y soy de los que se pide una docena de churros (porras que las llaman) para mí solo.

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