octubre 05, 2010

Randomcracia

Como muchos de ustedes ya sabrán, el jueves pasado se celebró la ceremonia de entrega de los premios Ig Nobel 2010. Los Ig Nobel son unos premios serios de risa, o unos premios de risa serios: otorgados por un comité del que forman parte investigadores internacionales y entregados en pública ceremonia por auténticos ganadores del Nobel, la finalidad de estos premios es "hacer reír y luego hacer pensar". Aunque pudiera parecer que los Ig Nobel son una forma de ridiculizar investigaciones estúpidas, el objetivo es otro: sacar a la luz resultados graciosos surgidos en mitad de investigaciones serias, y que nos hacen reflexionar con una sonrisa acerca del mundo tan absurdo en el que nos movemos. Eso no quita que algunos premios Ig Nobel se concedan con bastante mala leche...

El premio Ig Nobel de Organización y Administración ha ido a parar este año a Alessandro Pluchino, Andrea Rapisarda y Cesare Garofalo, de la universidad de Catania, por demostrar matemáticamente mediante simulaciones y teoría de juegos que la eficiencia de las organizaciones humanas aumentaría bastante si las promociones internas se hicieran al azar.

Se trata de la prueba matemática del conocido "principio de Peter", cuyo enunciado viene a ser más o menos el siguiente:
"Todo miembro de una organización jerárquica va ascendiendo puestos dentro de dicha organización hasta que alcanza una posición de máxima incompetencia"
El principio de Peter suena a chiste pero se cumple escrupulosamente en cualquier organización en la que se den las siguientes dos condiciones:
  1. Que los ascensos se otorguen por méritos.
  2. Los distintos niveles de la jerarquía tengan funciones distintas.
Es fácil de entender el razonamiento: una persona que entra en el escalafón más bajo y hace bien su trabajo (patrullar las calles, por ejemplo) es ascendida a un nivel superior donde las habilidades que le hicieron merecedor del ascenso no son necesariamente las más adecuadas (un puesto de oficina en la comisaría). Si aun así realiza bien su trabajo vuelve a ser ascendido (a un puesto directivo, como por ejemplo comisario) y de nuevo puede que las aptitudes que hicieron de él un buen policía de barrio y un buen oficinista no hagan de él un líder... finalmente la persona se estanca en un puesto para el que no es competente en lugar de seguir sirviendo donde es más útil.

Y eso en organizaciones donde son los méritos los que llevan al ascenso. Añadan corrupción, nepotismo y amiguismo y la cosa estará aún peor.

El principio de Peter ha sido comprobado en numerosas ocasiones de forma empírica y ahora ha sido probado matemáticamente. Más aún, el mismo trabajo demuestra que si el mecanismo de ascenso se sustituye por un sorteo al azar, la eficacia de la organización aumenta.


Lo cual me lleva por una parte a confirmar mi idea de que los departamentos de Recursos Humanos no solamente son malignos, sino que además son absurdos, y por otra parte a proponer un nuevo sistema político mucho más justo y eficiente que el actual que tenemos:


Elegir nuestros líderes al azar.

Piénsenlo. ¿Qué ocurriría si cada cuatro años hubiera una Lotería Presidencial en la que todo el gobierno fuese elegido por sorteo de entre todos los ciudadanos? Para empezar, se acabaría con la endogamia de la clase política. En el actual sistema, el que llega a Secretario General de un partido no lo hace por haber demostrado su aptitud como estadista, sino su capacidad para dejar a sus espaldas una montaña de cadáveres políticos de enemigos tanto dentro del partido como fuera de él. ¿Por qué iba a ser peor gobernante un taxidermista o una maquinista de tren? Total, ya puestos... A mi nuevo sistema político le llamaré "randomcracia" o "gobierno del azar". No me parece tan mala opción, sobre todo si lo comparamos con otros sistemas tan estupendos como la muertocracia de Corea del Norte, la Berluscracia italiana, la corruptcracia de Somalia, la teocracia iraní, la partitocracia norteamericana o la idiocracia española...

El trabajo de Pluchino, Rapisarda y Garofalo, junto con el más elemental sentido común, nos dicen que no nos podría ir peor de lo que ya nos va.


10 comentarios:

starfighter dijo...

Algo parecido lo escribió Asimov en "Sufragio universal", donde una computadora elegía al presidente y demás cargos con la ayuda de un votante. Y no me parece mala idea, no creo que peor pueda ir, aunque seguro que con las limitaciones que pondrían saldrían los mismos. El que hace la ley...

Unknown dijo...

sencillamente maravilloso!
gracias!

Eleuterio dijo...

Me encantó.

Mi blog es testimonio perlplejo del Principio de Peter.

Leralion dijo...

¿Quién dijo igualdad de oportunidades? Sería el mejor reemplazo posible a la ley electoral vigente.

MM de planetamurciano dijo...

Hace unos años habría considerado esta entrada como un disparate, pero a estas alturas de mi vida creo ke no puedo estar más de acuerdo; el día de las votaciones, sustituyamos los sobres por rasca y gana; al menos, será más divertido.

Moriarty dijo...

Los atenienses elegían sus cargos públicos civiles por sorteo, y muchos de ellos estaban persuadidos de que era la única manera de evitar corruptelas. De hecho, en algunos textos se define la democracia como el régimen en el que las magistraturas se eligen por sorteo, de forma que todos tienen las mismas oportunidades de desempeñarlas.

Saludos.

Deric dijo...

buena teoría la del principio de Peter!!! No conocia estos antinobel

Rem dijo...

Nunca nos podría ir peor? Bueno si nos esforzamos...
Lo malo de un sistema randomcrático sería que cualquiera de mis vecinos del bloque donde vivo podría salir elegido presidente y... ehm yo me exilio rápidamente eh, me dan escalofríos sólo de pensarlo. Aunque estoy muy de acuerdo en que nuestro sistema da asco y es un circo. Claro que luego recuerdo aquella cita de "cada nación tiene el reino que se merece" y uno se atraganta, oigan...

Héctor Desterrado dijo...

Qué razón tiene el señor Peter, qué razón... En cuanto a lo de la loteria presidencial, yo siempre he tenido otra teoría. En vez de gastar un pastizal en campañas electorales absurdas y de dudoso gusto, sería mucho más efectivo meter a los candidatos a la Presidencia del Gobierno en la casa de Gran Hermano durante un par de semanas. Así veríamos cómo son realmente, y si son merecedores de nuestra confianza. Lo malo es si les da por hacer edredones... los pactos empezarían antes de los comicios!

hm dijo...

Ups, no le he comentado hasta ahora.

Cuando leí los ignobel de este año, el que más me llamó la atención fue este, pero porque me pareció una verdad como un templo. Trabajo en una organización radicalmente jerárquica y donde las movilidades tanto verticales como horizontales no tienen absolutamente nada que ver en cuanto al trabajo desempeñado y uno ve día tras día a gente que está en un puesto por haber hecho bien las cosas en su anterior puesto y que son absolutos inútiles en el nuevo.

De todos modos, aún no me voy a sumar a su randomcracia ya que, como sabe, me estoy preparando para presentar mi candidatura a la próxima elección papal.

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