enero 11, 2011

Un aperitivo

Sucedió hace unos trece mil setecientos millones de años.

En un momento de misterio y partículas exóticas esta variedad de espacio, tiempo, materia y energía que conocemos como Universo empezó a existir. En este punto de la narración suele ocurrir que alguien pregunte qué había antes del comienzo del tiempo, pero la pregunta en sí no tiene sentido, del mismo modo que no tiene sentido preguntarse qué aspecto tiene el Ebro en Cáceres, ciudad por donde no pasa.

Durante unos trescientos mil años el Universo fue opaco: la densidad y la temperatura eran tales que la luz no podía recorrer ni la distancia que separa los electrones entre sí sin chocar varias veces y verse absorbida por alguna partícula. Pero a medida que el tejido del espaciotiempo se iba expandiendo, la densidad y la temperatura decrecían. Llegó un momento en que la luz dejó de estar aprisionada por la materia y, con un fogonazo deslumbrante, el Cosmos se volvió transparente.

Aún podemos ver los ecos de aquel primer resplandor en la forma de un débil fondo de radiación fría que permea el espacio en todas las direcciones. Es lo que llamamos la Radiación del Fondo Cósmico de Microondas: la foto de infancia más antigua que puede llegar a obtenerse del Universo en su conjunto. Obtener esta foto nos ayudaría a conocer mejor cómo empezó todo, qué fuerzas moldearon la evolución del Universo, qué constituyentes lo forman y cual es su -nuestro- destino a largo plazo.

Y no solo eso.

En su camino hacia nosotros, los fotones del Fondo Cósmico de Microondas han vivido tiempos interesantes.

Algunos han caído y escapado de los pozos de potencial gravitatorio de las grandes estructuras en evolución que pueblan el Universo.

Algunos han chocado con los electrones ultracalientes del medio intergaláctico en el seno de grandes cúmulos de galaxias.

Algunos han visitado núcleos de galaxias activas, donde gigantescos agujeros negros devoran soles enteros, así como las primeras galaxias en formar estrellas, metales, rocas, tal vez vida.

Algunos se han adentrado en nuestra Galaxia, jugando con los electrones relativistas atrapados en los bucles del campo magnético galáctico, con las nubes moleculares que pueblan los brazos espirales de nuestro remolino de cien mil millones de soles y con los granos de polvo frío que tal vez un día formen los nidos de los que nacerán nuevas estrellas.

Algunos se han filtrado a través del halo de fina arenilla planetaria que envuelve nuestro Sistema Solar, hasta llegar a nuestros telescopios.

Y en cada paso se han visto alterados, reflejados, bloqueados o acompañados por los fenómenos que se han ido encontrando, de modo que 'leer' la imagen del Fondo Cósmico de Microondas no solamente nos permite saber cómo era el Universo hace mucho tiempo y a distancias muy grandes, sino también hace relativamente poco tiempo y en lugares no tan lejanos.

Tomografía cósmica en todas las escalas de espacio y de tiempo. Arqueología de rayos de luz.

De esto es de lo que me ocupo en mi investigación desde hace ya más de doce años. La misión Planck en la que participo ha atravesado el ecuador de su vida útil y hoy, coincidiendo con el congreso que me ha traído a París y como aperitivo de lo que vendrá de aquí a unos meses, se hacen por fin públicos los catálogos 'tempranos' de fuentes compactas (cúmulos de galaxias, radiofuentes y fuentes infrarrojas extragalácticas, amén de 'cold cores' protoestelares de nuestra propia Galaxia) que está produciendo la misión. Con ellos se hace pública también la tanda inicial de veinticinco artículos que recogen los primeros resultados de la misión en lo que a ciencia galáctica y extragaláctica se refiere.

Habrá que esperar un par de años más para publicar los resultados fundamentales que conciernen al Fondo de Microondas y sus implicaciones para la Cosmología. Entre tanto, os dejo con dos de las imágenes obtenidas por Planck y que han sido hechas públicas recientemente: en la primera, una imagen del cielo completo en las frecuencias de microondas, con la Galaxia superponiéndose a las sutiles fluctuaciones del Fondo Cósmico, y en la segunda un detalle de las filigranas de polvo en torno a una zona del plano galáctico.









5 comentarios:

starfighter dijo...

Sigo alucinando con todas estas cosas, hablando de miles de millones de años como quien habla de ver llover. He tenido que usar el traductor universal porque era como si leyera en chino (que soy de letras) y creo que he llegado a entender algo, errr, sí, algo ;)

Deric dijo...

Tiene que ser super interesante! Aunque, llámame tonto o tocapelotas, pero como se sabe cómo se creo el universo, como evolucionó y todo eso? Nadie estuvo allí para dar fe de ello. No? Es que mi mente de letras no llega a alcanzar estos conceptos.
Por cierto, qué había antes que naciese el universo???? Un universo papá y un universo mamá???
;)

Sufur dijo...

¡Esa es la gracia, Deric! Hacer arqueología, pero en vez de piedras y fósiles, de rayos de luz.

Hay dos cosas que ayudan bastante: la primera es que mirar lejos es lo mismo que mirar atrás en el tiempo. Eso ocurre porque la luz se propaga a una velocidad que es muy grande, pero no infinita: si una galaxia está a mil millones de años-luz de distancia, es que su luz ha tardado mil millones de años en llegar desde ella a nosotros: estamos viendo ahora cómo era hace mil millones de años :-)

La otra cosa que ayuda una barbaridad es el sentido común, formalizado en lo que llamamos el Principio Cosmológico: no existen observadores privilegiados. Eso significa que las leyes de la naturaleza que deducimos aquí deben funcionar también allí. El resto, es aplicar la lógica. ¡Aunque nadie dice que sea fácil! :-)

MM de planetamurciano dijo...

Por eso nunca entenderé las ciencias; yo soy de los ke se hace preguntas ke no tienen sentido.
En cualkier caso; ke chulada trabajar en algo así ¿No?

hm dijo...

Le odio aún más por esto que por sus muchos viajes... qué maravilla.

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