mayo 27, 2011

De-pornification

Mañana me voy por fin a Londres, situación que alegra a todo el mundo excepto a los londinenses.

No podíamos dejar solos a los gatos y por eso durante los tres meses que tanto el osezno como yo vamos a estar fuera una amiga se viene a vivir a nuestra casa. Hoy me toca dedicar la tarde a ordenar trastos y hacerle hueco a la muchacha para que pueda traer sus cosas.

Una parte importante de la tarea que me ha sido encomendada consiste en borrar los rastros más visibles de nuestra depravación. Al trastero que van, entre otras cosas, los pocos juguetitos que no nos hemos llevado a Inglaterra. Y me voy a pasar buena parte de la tarde copiando/ocultando/encriptando las laboriosamente atesoradas colecciones de porno de nuestros ordenadores.



Qué queréis que os diga: me parece una pérdida de tiempo y un atraso. A estas alturas de la vida, quien nos conozca y aún no se haya enterado de que nos gustan los rabos tiene tanta capacidad de observación como un rallador de queso, y no se iba a enterar ni aunque le dejara como salvapantallas esto. Que no es el caso, porque esta amiga ya sabe perfectamente cuánto aceite se pierde en esta casa.

No, el problema no es que se sepa nuestro mariconismo, sino nuestra afición por el séptimo arte, más concretamente la rama que se viene conociendo como cine para adultos.

De nuevo, un atraso: llamadme raro, pero el porno me parece algo tan provocador y escandaloso como una caja de galletas campurrianas. Tengo entendido que existen hombres que nunca ven porno, y me pregunto qué tal se vivirá allá en Saturno. De hecho, si la situación se diera a la inversa y me tocara vivir una temporada en casa de un tío en la que no fuera capaz de detectar ni rastro de la más mínima marranada, me preocuparía seriamente. Me preguntaría: "y este... ¿qué tiene que ocultar?"

Así que, por principios, estoy muy en contra de lo que me dispongo a hacer en breves momentos.

Pero uno nunca puede subestimar el poder del "qué dirán" en una ciudad pequeña, sobre todo cuando se dedica a la docencia, y el osezno se sentiría mucho más tranquilo si durante unos meses fingiéramos que somos señores respetables. La verdad es que lo entiendo: me imagino a alguien de mi pueblo echándole un vistazo a algunas de mis escenas favoritas y se me ponen lo pelos como escarpias (o se me pondrían, si tuviera). Prueba adicional de que vivo sumido en la disonancia cognitiva más espantosa.

En fin, dentro de pocos minutos no quedará en mi ordenador nada de esto:




Menos mal que el porno no ocupa lugar y con los adelantos de la técnica te lo puedes llevar contigo a todas partes...


5 comentarios:

Mocho dijo...

Eres un pervertido y mereces que la ira de los dioses caiga sobre ti.

El problema del porno es que una vez que has visto una peli ¿qué haces? Volverla a ver no es lo mismo. El porno se consume, es efímero.
Yo ya hice una limpia de porno cuando cambié de casa, y ahora va a los discos duros removibles y, pasado un tiempo ... ES ELIMINADO.
Waaaahahahahaha.

Sufur dijo...

Pues yo si que guardo cosillas... te pareceré un nostálgico romanticón, pero hay enculadas que merecen ser vistas varias veces :-P

Eleuterio dijo...

Veo que la posibilidad que a tu amiga le interesara ver tus películas adultas con caballeros fogosos no es cuestión debatible...:-))

hm dijo...

Me encanta lo de "y este... ¿qué tiene que ocultar?", jajajaja.

No entiendo lo de que ella se vaya a vivir a vuestra casa, yo tengo una amiga que me cuida los peces y yo el gato a ella cuando nos vamos de viaje, pero cada uno en su cas.

Sufur dijo...

Si tiene algún tipo de sensatez, Eleuterio, seguro que le encantarían...

Es que son muchos meses, sr. Hm. Tanto tiempo a visitas de diez minitos para darles solo de comer, y los gatos acaban matándose entre ellos.

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