Aprovechando que es verano y la cosa anda de lo más apagada, deseando levantar un poco de polémica pero sin tener muchas ganas de escribir nada nuevo y pensando en el calor que debe hacer en tantos sitios que no son Londres, me he acordado de un texto que escribí hace unos años acerca de una de las Preguntas Fundamentales de la Existencia. Helo aquí de nuevo:
Yo siempre he dicho que hay dos tipos de personas en el mundo: la gente que opina que hay dos tipos de personas en el mundo, y todos los demás.
Muchos de mis estimados colegas MSM parecen opinar exactamente lo mismo: hay dos conjuntos aparentemente disjuntos de hombres, que se distinguen entre sí fundamentalmente por el uso que le dan al órgano denominado culo.
Seguro que a Freud todo eso le debió de parecer divertidísimo.
El hecho es que la pregunta "¿activo o pasivo?" parece de uso obligado en numerosos contextos y en la práctica se ha convertido en la versión homosexual del clásico "¿estudias o trabajas?", con la diferencia de que mientras que esta última frase es cosa de chiste, la cuestión de la activez o pasivez es mortalmente seria para muchos hombres: ¿cuántas potenciales parejas no habrán llegado a formarse por darse cuenta los miembros que ambos les gusta exclusivamente dar o recibir?
Un drama.
Nadie dijo que vivir fuese fácil. Ni follar tampoco.
Realmente, no creo que haya que montar mucho discurso al respecto: hay gente que acepta los roles y se identifica más con un papel u otro, y hay gente que huye de la palabra "rol" como si se tratara de una plaga de cucarachas (aunque luego, en la mayoría de los casos, acaban cayendo en alguno, pero eso es otra historia...). A mí me parece perfecto: está muy bien que haya variedad porque así es todo mucho más divertido.
TOP OR BOTTOM?
Yo siempre he dicho que hay dos tipos de personas en el mundo: la gente que opina que hay dos tipos de personas en el mundo, y todos los demás.
Muchos de mis estimados colegas MSM parecen opinar exactamente lo mismo: hay dos conjuntos aparentemente disjuntos de hombres, que se distinguen entre sí fundamentalmente por el uso que le dan al órgano denominado culo.
Seguro que a Freud todo eso le debió de parecer divertidísimo.
El hecho es que la pregunta "¿activo o pasivo?" parece de uso obligado en numerosos contextos y en la práctica se ha convertido en la versión homosexual del clásico "¿estudias o trabajas?", con la diferencia de que mientras que esta última frase es cosa de chiste, la cuestión de la activez o pasivez es mortalmente seria para muchos hombres: ¿cuántas potenciales parejas no habrán llegado a formarse por darse cuenta los miembros que ambos les gusta exclusivamente dar o recibir?
Un drama.
Nadie dijo que vivir fuese fácil. Ni follar tampoco.
Realmente, no creo que haya que montar mucho discurso al respecto: hay gente que acepta los roles y se identifica más con un papel u otro, y hay gente que huye de la palabra "rol" como si se tratara de una plaga de cucarachas (aunque luego, en la mayoría de los casos, acaban cayendo en alguno, pero eso es otra historia...). A mí me parece perfecto: está muy bien que haya variedad porque así es todo mucho más divertido.
Ya. Pero, a todo esto, la pregunta del millón... Y Sufur, ¿en qué equipo juega?
Respondiendo de una forma indirecta: sería mucho más pasivo de lo que soy si no fuera por un problema: me suele doler. Sí, sí, lo sé: la pasividad es un estado mental y si uno se relaja como es debido es increíble lo que puede caber en un culo sin el menor dolor. Pues será que no se me da bien relajarme, o tal vez tengo un umbral de dolor algo más bajo que la mayoría, pero el caso es que casi siempre me duele. Por eso, y para no andar dando demasiadas explicaciones, si me preguntan suelo responder que soy activo, y santas pascuas.
Respondiendo de una forma indirecta: sería mucho más pasivo de lo que soy si no fuera por un problema: me suele doler. Sí, sí, lo sé: la pasividad es un estado mental y si uno se relaja como es debido es increíble lo que puede caber en un culo sin el menor dolor. Pues será que no se me da bien relajarme, o tal vez tengo un umbral de dolor algo más bajo que la mayoría, pero el caso es que casi siempre me duele. Por eso, y para no andar dando demasiadas explicaciones, si me preguntan suelo responder que soy activo, y santas pascuas.
Por supuesto, las cosas no se pueden quedar así: soy un hombre de principios. Y uno de esos principios es: no te quedes con las ganas, quédate con todo (Ivana Trump dixit). Ya desde muy jovencito me pareció una vergüenza y un escándalo que algo que daba tantas satisfacciones a tantas personas me estuviera vedado, así que decidí tomar cartas en el asunto.
Practiqué. Primero con un primoroso juego de dildos y plugs que me compré en uno de mis primeros viajes juveniles a San Paquito y luego, con el tiempo, with the real thing. Aun así, debo reconocer que mi programa de entrenamiento ha tenido solo un éxito moderado. Todavía me sigue doliendo en muchas ocasiones.
No siempre. Como he dicho antes, el truco del buen sexo anal no está en el culo, sino bastante más arriba, en el cerebro: en esas ocasiones en las que consigo estar relajado y receptivo (ayuda mucho el tener la suerte de dar con un follador experto que sepa transmitir confianza) el pasivo que hay dentro de mí sale a la luz... y se lo pasa pipa.
Me echo sobre la cama, boca abajo, esperando; él se aproxima y me acaricia las nalgas, lentamente, haciendo movimientos circulares con la yema de sus dedos, masajeando, acariciando. Poco a poco me va trabajando: con sus dedos, con sus labios, con su lengua. Y yo me voy derritiendo. Comienzo a gemir, arqueo mi espalda y empiezo a empujar mi culo contra su cara, pidiendo más. Pero él no tiene prisa. Continúa besándome y acariciando mi trasero mientras yo hundo mi cara en la almohada. Parece que todas mis terminaciones nerviosas se han concentrado en torno a mi agujero. Por fin, él abre el bote de lubricante y extiende un poco sobre su dedo. Comienza a explorarme por dentro, lubricando bien las paredes apretadas de mi culo. Yo respiro profundamente y me dejo hacer. Un dedo, luego dos, después tres. En mis mejores días de pasivo, hasta cuatro dedos me caben. Para entonces mis gemidos son ya escandalosos. Me llevo las manos a mis nalgas y las separo, abriéndome bien, hasta que no aguanto más y suplico ser follado.
Me cambio a mi postura bottom favorita: tumbado boca arriba, con las piernas en alto. Es la posición en la que más fácilmente me entra y en la que menos probable es que me duela. Además, me gusta mirar a la cara a un hombre cuando me folla. Es importante que él se enfunde el condón rápidamente, para que no se pierda la excitación, y que utilice litros de lubricante. Cuando siento la cabeza de su polla rozar mi culo contraigo mi esfinter y lo tengo así apretado bien fuerte durante veinte o treinta segundos: así los músculos se cansan y, cuando los relajo, están preparados para la penetración.
Llegado a este punto, ya no suelo estar para sutilezas: deseo que me la metan rápidamente. Sentir el momento en el que entra la polla es lo mejor de ser follado. Sin embargo, el momento en el que la polla se retira me resulta incómodo. Pero para que exista una de las fases tiene que existir también la otra, así que procuro centrarme en esa gloriosa sensación de plenitud que da el notar cómo te la están clavando y no fijarme demasiado en las retiradas. Al poco tiempo soy yo quien empieza a controlar el ritmo de la follada, moviendo mis caderas y empalándome a mi antojo con la verga del otro: es casi como si yo, la parte supuestamente receptiva, me estuviera cepillando al que pone la polla, una cosa que he observado que ocurre muy a menudo y que pone una vez más en tela de juicio la semántica de los términos "activo" y "pasivo".
No suelo durar mucho. El placer combinado de la follada y el visual de ver a un hombre desnudo sobre mi, sudando mientras me penetra, suelen sobrecargar mis sentidos rápidamente. Me corro, me corro de una forma icontrolable, eruptiva, casi dolorosa. Intentar describir un orgasmo de esos que nacen en el centro de la próstata es inútil: quienes lo han experimentado saben perfectamente a lo que me refiero, y quienes no lo han hecho jamás podrán imaginar lo que se pierden por mucho que se lo expliquen. Y sí: soy de los que gritan de placer.
Siempre que termina una de mis demasiado escasas sesiones de pasivo acabo de la misma manera: hecho un guiñapo. Físicamente, se entiende. El cuerpo se me queda agotado y blando como el queso de untar. A veces hasta me entran mareos. Normalmente después de una buena follada duermo como un tronco durante diez horas seguidas. Pero qué satisfacción, oigan.
Me cambio a mi postura bottom favorita: tumbado boca arriba, con las piernas en alto. Es la posición en la que más fácilmente me entra y en la que menos probable es que me duela. Además, me gusta mirar a la cara a un hombre cuando me folla. Es importante que él se enfunde el condón rápidamente, para que no se pierda la excitación, y que utilice litros de lubricante. Cuando siento la cabeza de su polla rozar mi culo contraigo mi esfinter y lo tengo así apretado bien fuerte durante veinte o treinta segundos: así los músculos se cansan y, cuando los relajo, están preparados para la penetración.
Llegado a este punto, ya no suelo estar para sutilezas: deseo que me la metan rápidamente. Sentir el momento en el que entra la polla es lo mejor de ser follado. Sin embargo, el momento en el que la polla se retira me resulta incómodo. Pero para que exista una de las fases tiene que existir también la otra, así que procuro centrarme en esa gloriosa sensación de plenitud que da el notar cómo te la están clavando y no fijarme demasiado en las retiradas. Al poco tiempo soy yo quien empieza a controlar el ritmo de la follada, moviendo mis caderas y empalándome a mi antojo con la verga del otro: es casi como si yo, la parte supuestamente receptiva, me estuviera cepillando al que pone la polla, una cosa que he observado que ocurre muy a menudo y que pone una vez más en tela de juicio la semántica de los términos "activo" y "pasivo".
No suelo durar mucho. El placer combinado de la follada y el visual de ver a un hombre desnudo sobre mi, sudando mientras me penetra, suelen sobrecargar mis sentidos rápidamente. Me corro, me corro de una forma icontrolable, eruptiva, casi dolorosa. Intentar describir un orgasmo de esos que nacen en el centro de la próstata es inútil: quienes lo han experimentado saben perfectamente a lo que me refiero, y quienes no lo han hecho jamás podrán imaginar lo que se pierden por mucho que se lo expliquen. Y sí: soy de los que gritan de placer.
Siempre que termina una de mis demasiado escasas sesiones de pasivo acabo de la misma manera: hecho un guiñapo. Físicamente, se entiende. El cuerpo se me queda agotado y blando como el queso de untar. A veces hasta me entran mareos. Normalmente después de una buena follada duermo como un tronco durante diez horas seguidas. Pero qué satisfacción, oigan.
9 comentarios:
Como intento de animar un poco el sopor canicular me ha parecido bastante logrado. Disculpa que te deje: voy a tomarme una ducha fría.
Hola.
Estoy totalmente de acuerdo. Y me niego a los de los roles. Yo no soy bi, ni hetero, ni gay, no pasivo, ni activo. ¡Soy sexual!
Abrazos màgicos y pùrpuras
¡ Qué calores me ha dado !
Yo soy un versátil frustrado... he estado tomando notas...
La Ivana debería haber montado una religión porque anda que no tiene seguidores ni ná. De lo otro no comento que me voy a pegar una ducha bien fresquita, que han venido unos calores...
Madre mía!, no conocía yo esta faceta tuya... y no me refiero al rol si no a la forma de contarlo!
G U A U .
¡Cuántas duchas se dan ustedes! Qué limpitos :-)
Qué manera de calentar escandalizar a las quinceañeras, jajajjaa.
Yo dependo del día, pero siempre digo que, si hay condones y lubricante, a mí me da igual el rol.
Y cuando me preguntan que quién es más activo en la pareja, digo que el tx. Y que quién es más pasivo, también el tx. Son maneras de ver las cosas, ¿no?
'Cause if baby I'm the bottom... you're the top! , que diría Porter.
Pues fíjese usted,señor Sufur,que yo soy pasivo de toda pasividad.Vamos,que por no gustarme,no me gusta ni que me la chupen,así que imagínese....Y concuerdo con Ud. en que somos los pasivos los que nos "follamos" a los activos...aunque ellos,los pobres infelices,se piensen lo contrario....¡¡animalicos!!
Viva Cole Porter! Y vivan los activos, los pasivos y los versátiles!
Publicar un comentario