noviembre 01, 2011

La fábula de la Ostra, el Pez, la Ardilla, el Pulpo, la Mofeta y la Pera Conferencia


El Plan Bolonia, esa excelente idea con la que se intenta mejorar el nivel educativo de los estudiantes de veinte años tratándoles como si fueran niños de diez, ha llegado con fuerza y una de sus consecuencias es que a los profesores universitarios se nos recomienda vivamente practicar nuestro propio aggiornamento bajo la forma de una serie de cursos de Innovación Docente.

Estuve la semana pasada asistiendo a un estupendo curso sobre Técnicas de Tutorización en el que pude constatar varias cosas:
  1. Que los métodos de coaching, mentoring y tutoring se están extendiendo desde su ámbito natural, las empresas que ya no saben cómo desperdiciar sus dineros, al mundo universitario.
  2. Que la estupidez no solamente es el único recurso natural eternamente renovable en este planeta, sino que se expande aceleradamente. De hecho es muy probable que sea el origen de la famosa Energía Oscura que andamos buscando todo el rato.
Al menos me ha servido para aclarar conceptos. Al fin ya sé lo que es el coaching:  exactamente lo mismo que aplicar el sentido común, pero más caro. Es una idea magnífica para acabar con el paro: si no tienes ninguna formación en absoluto pero escuchaste con paciencia los consejos que daban en el consultorio sentimental vespertino de Radio Nacional, véndete a alguna multinacional como experto en coaching y acabarás forrándote.




Estas son algunas de las frases que resumen los principales hitos del curso:
  • "Yo no os digo que sí ni que no, sino todo lo contrario".
  • "Os aconsejamos que no deis consejos".
  • "En ocasiones vendrán alumnos a hablar con vosotros, y puede que sea porque tengan problemas de algún tipo".
 El momento estrella del curso fue la lectura en voz alta y posterior comentario, en el más puro estilo preescolar, de la Fábula de la Ostra y el Pez. Básicamente va de un pez que quiere follarse a una ostra pero se lo monta fatal y no consigue nada, hasta que consigue la ayuda de un gang de peces violadores de ostras que le enseñan cómo engatusar al pobre bilvalvo. La moraleja del cuento, tal y como lo entendí yo, es que si eres lo suficientemente pesado puedes llegar a manipular a otro ser vivo para que haga lo que quieres. He aquí mi propia versión de la Fábula:


FÁBULA DE LA OSTRA, EL PEZ, LA ARDILLA, 
EL PULPO, LA MOFETA Y LA PERA CONFERENCIA

Érase que se era, en una plataforma continental muy lejana, que vivía una ostra de incalculable belleza. La ostra se dedicaba a hacer lo que hacen las ostras, es decir, filtrar porquería a través de sus nacaradas valvas y acumular toxinas en forma de quistes minerales, procurando no pensar demasiado en las misteriosas oleadas de desapariciones de ostras que acontecían cada vez que algún pescador pasaba de visita por la zona.

Vivía también en la región un pez metomentodo quien, fijándose una tarde en la belleza irisada de las valvas de la ostra, sintió el deseo irrefrenable de molestar. Acercándose a la ostra, le dijo:
- Tus valvas me suenan. ¿No nos hemos visto en alguna exposición de Bansky?
Pero como las ostras no hablan, el pez recibió la callada por respuesta. Sin embargo, persistió en el empeño:
- ¿Estudias o trabajas? ¿Cuál es tu signo? ¿A quién quieres más, a papá o a mamá?
Mas la ostra se encerró en su caparazón y se puso a escuchar su iPod ignorando al pelma del pez. El pez, fiel a su filosofía vital, intentó abrir la ostra con todos los medios a su alcance: suaves roces de sus aletas sobre la concha del molusco, golpecitos con el morro, motosierra. Sin ningún éxito, ya que la ostra estaba asegurada con la Mutua.



Desesperado, el pez fue a pedirle consejo a la Ardilla Sabia del Fondo del Mar. A pesar de lo que nos han intentado transmitir los dibujos de Bob Esponja, las ardillas no saben respirar debajo del agua, por lo que la Ardilla Sabia llevaba varios meses muerta; sin embargo, seguía siendo el animal más inteligente de la comarca. El pez se acercó respetuosamente a los restos putrefactos de la Ardilla Sabia y, humildemente, le preguntó cómo abrir una ostra.
- Por la forma en que los gusanos se mueven por tus cuencas oculares, deduzco que lo que tengo que hacer es disfrazarme de mofeta. ¡Gracias, Ardilla Sabia! -exclamó el muy memo tras un rato de tenso silencio.
Ni corto ni perezoso, el pez se fue a la tienda de disfraces más cercana y se compró un disfraz de mofeta, con vesícula apestosa incluida. Contento y oloroso, se acercó nadando adonde estaba su amada ostra. Pero cuál no sería su desmayo al encontrársela abrazada, en actidud francamente libidinosa, a un vulgar cefalópodo.  
- ¡Esto no es lo que parece! -habría dicho la ostra, si las ostras supieran hablar.
Pero el pez, con el corazón roto, huyó lejos, solo y triste, a solas con su dolor. Allí, en mitad de los arrecifes de coral, pensó en sus errores pasados y decidió redimir su vida montando una gestoría para comunidades de vecinos problemáticas. Sin embargo, antes de poder hacer nada fue pescado por un jubilado y servido al horno, con patata panadera, a pesar de tener el hígado relleno de metales pesados. Y los que sobrevivieron fueron felices y se comieron una pera conferencia.

FIN

Y de esta fabulosa fábula se aprende tanto para el desarrollo de la práctica docente como de la que nos contaron en el curso.




10 comentarios:

Blackmount dijo...

maravillosa historia, muy inspiracional. Eres mejor autor de autoayuda que Rhonda Byrne y Osho y Paulo Coello. Pero la moraleja de la historia cual vendria a ser? que lo mejor para atraer pretendientes es filtrar porquerias por las cilias y fingir indiferencia?

MM de planetamurciano dijo...

Creo que no quiero saber más cosas del Plan Bolonia, porque cada vez que me entero de algo nuevo, me deprimo de esta evolución al revés que estamos haciendo.

Justo dijo...

Jaja, lo mejor es lo de la pera conferencia.. a mí me encantan.

Te entiendo total.. yo huyo de los cursos como de la peste, aunque nos obligan de un modo u otro a hacerlos -hay un buen negocio detrás de ellos, claro-; cómo será que tengo que hacer cursos para cobrar un sexenio y creo que ni los voy a hacer, aunque cobre menos.

Y por lo que cuentas, esto es peor que un curso, es un adiestramiento en toda regla.. con lo bonita que es Bolonia, por qué tendrían que hacer el dichoso plan allí..

Sufur dijo...

Es que Osho y yo somos uña y carne, Blackmount. Yo creo que la moraleja de la historia es esta: jamás se te ocurra desayunar ginebra a palo seco.

Calle, calle señor Mm, que al menos usted puede elegir no saber nada del tema... grrrr

Hombre, Justo, yo en tu lugar no me pensaba lo de los sexenios... con lo que me gustan a mí las cosas que empiezan por sex :-P

Eleuterio dijo...

Es para deprimirse, oiga. Maldito plan.

Moriarty dijo...

Por Patatabrava circula esta ciita de mi antiguo profesor de lógica, a propósito de Bolonia:

"Eso de Bolonia es como si nos hubieran dado un puñetazo en la cabeza. ¡No! ¡En la cabeza no! ¡En el hígado! ¡Que te dejan muy jodido, pero no te mueres!"

Saludos.

DiegoC dijo...

Por Diosssss,búscate una editorial y publica YAAA!!! XD

Sufur dijo...

También tiene sus cosas buenas, Eleuterio... no sé cuáles, pero intento ser optimista :-P

Cuánta sabiduría la de su ex-profe de lógica, sr. Moriarty... si no viola derechos de autor, me gustaría usar la frase de vez en cuando. ¿Cree que será posible?

Me voy a sonrojar, DiegoC: no estoy acostumbrado a recibir elogios por parte de chulazos... :-)

Moriarty dijo...

Sr. Sufur: no creo que mi ex-profe tenga problema. Es un tío muy cachondo.

Si quiere citar la fuente: Dr. Enric Casabán.

Saludos.

DiegoC dijo...

¿¿Chula...qué??Aahh,ya!!Que sigues con la coña marinera....

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