Parece que ya remite la ola de frío siberiano y eso, en Santander, significa lluvia: en Santander cualquier cambio de tiempo se traduce en que llueve (en la mayoría de ocasiones, un tipo de lluvia se transforma en otro tipo de lluvia diferente). Tanto es así que el Excelentísimo Ayuntamiento de esta ciudad está considerando seriamente sustituir los autobuses urbanos por batiscafos.
Esta mañana he prescindido de sacar la cámara de fotos: caía una cortina de lluvia fina con una profundidad óptica similar a la de la crema de calabacín y cualquier imagen que hubiera tomado habría tenido este aspecto:
Este tipo de tiempo es considerado, en Santander, una gran ventaja, porque oculta de forma muy efectiva los grandes defectos físicos de la mayor parte de la población autóctona.
En días como este, me gusta salir preparado a la calle. Me pongo mis zapatos de lluvia, mi cazadora impermeable (a la par que transpirable) y me cubro los pantalones con mi sobrepantalón contra el agua: andando por la calle, parezco un cruce impío entre un grajo y un condón gigante. De esa forma tan poco elegante puedo salir a la calle sin paraguas (complemento básicamente inútil en una ciudad en la que el viento cambia de dirección más que un político según esté durante o después de una campaña electoral) y sin temor a acabar convertido en una sopa fría.Y, de paso, oculto de forma muy efectiva mis propios y grandes defectos físicos.
A mí me gusta jactarme de que con mi forro integral sería capaz de resistir hasta los chorrazos de un bombero, pero a veces me pregunto si estoy llevando la cosa demasiado lejos. No soporto mojarme de lluvia al venir al trabajo y tener que pasarme la mañana empapado. Es más: tengo la firme convicción, inculcada por varias generaciones de abuelas, madres y tías castellanas, de que si me quedo más de veinte segundos con la ropa mojada cogeré frío, me entrará una triple pulmonía y moriré entre terribles sufrimientos.
Esto contrasta bastante con la actitud de la mayoría de santanderinos, el osezno incluído, y radicalmente con la de los británicos. Cuando vivía en Londres no era nada raro ver a la gente andando tranquilamente bajo la lluvia helada a cabeza descubierta, vestida únicamente con sandalias y manga corta, y sin darle ninguna importancia al hecho de estar empapados. De hecho, me consta que la profesora de inglés del osezno se descojona activamente del tiquismiquismo de los españoles que nos preocupamos por cosas tan nimias como "las corrientes de aire" o "coger frío". Los santanderinos no llegan tan lejos, pero siguen maravillándome por su capacidad para permanecer con unos vaqueros calados durante horas sin rechistar.
Todo ello me hace pensar en mis momentos de debilidad que los ingleses (y en menor medida los cántabros) son una raza superior, genéticamente preparados para soportar el frío y la lluvia. Claro que luego miro las estadísticas de esperanza media de vida, veo que el Reino Unido está bastante por detrás de España, y me pregunto si eso de chapotear en el agua helada es tan saludable como lo pintan (en cuanto a la esperanza de vida en España, adivinen qué provincias tienen las más altas: precisamente, las de las abuelas castellanas).
Pero parece que estoy solo en esta opinión. Bueno, solo no: también piensa lo mismo mi Santa Madre. Pero debemos ser los únicos. Tanto el osezno como mi psicoterapeuta opinan que tengo una fijación enfermiza con las ideas de protección y seguridad en un mundo que no ofrece ni una cosa ni la otra, y que por eso me pinta como me pinta. Pero qué quieren que les diga, yo sigo prefiriendo mojarme sólo en el jacuzzi:
Todo ello me hace pensar en mis momentos de debilidad que los ingleses (y en menor medida los cántabros) son una raza superior, genéticamente preparados para soportar el frío y la lluvia. Claro que luego miro las estadísticas de esperanza media de vida, veo que el Reino Unido está bastante por detrás de España, y me pregunto si eso de chapotear en el agua helada es tan saludable como lo pintan (en cuanto a la esperanza de vida en España, adivinen qué provincias tienen las más altas: precisamente, las de las abuelas castellanas).
Pero parece que estoy solo en esta opinión. Bueno, solo no: también piensa lo mismo mi Santa Madre. Pero debemos ser los únicos. Tanto el osezno como mi psicoterapeuta opinan que tengo una fijación enfermiza con las ideas de protección y seguridad en un mundo que no ofrece ni una cosa ni la otra, y que por eso me pinta como me pinta. Pero qué quieren que les diga, yo sigo prefiriendo mojarme sólo en el jacuzzi:
9 comentarios:
¿Grandes defectos físicos de la mayor parte de la población autóctona? no se si voy a tener que mentarte a los hijos que no tienes o a la madre de los mismos (espero que cojas la sutil ironia y que no te lo tomes a mal jejejeje). Ahora en serio ¿pero de verdad te parece que llueve tanto en Cantabria? (yo generalizo que no vivo en Santander), jooo, con lo que a mi me gusta la lluvia.
Un besuco.
A. de las C.
Mi gran y querido Sufur. Solo una puntualización: habras notado que al poner el grafico con una fechas mas actual, esa superioridad de las provincias castellanas en cuanto a esperanza de vida se igualan con otras, no? ;-) Por lo demas... a quien le interesa vivir tanto en la estepa :-b
P
Bueno, Anónimo1... tengo que admitir que ya no llueve como antaño. El año que llegué a Santander llovió ininterrumpidamente desde febrero a mayo; esas cosas ya no se ven. Pero sigo sin acostumbrarme.
Se igualan relativamente, Anónimo2: si te fijas, Segovia le sigue sacando año y medio a Cantabria jiar jiar
Una cosa no me queda clara: ¿Osezno es oriundo de santanderilandia y, por tanto, va mojando todo el día?
El osezno es un recio santanderino a quien no le gusta especialmente la lluvia, pero al que si se le moja el pantalón en un chaparrón no hace ni caso :-)
Pos no entiendo que nos critiquen los ingleses por el miedo a las corrientes o a andar mojado; la población de un lugar es normal que se haga el cuerpo según las condiciones del lugar, quiero decir, for example...Si en el Planeta Murciano apenas llueve dos días al año...¡¡Es normal que se constipe el 50 de la población!! No estamos acostumbraos...Lo mismo les pasa a ellos con el solazo, que en dos segundos, se queman vivos.
Yo también vengo del norte, y a mí la lluvia llegó a cansarme un montón de tantos días que veía llover. Ahora que vivo en madrid desde hace algunos años, no la echo nada de menos. Prefiero morirme de frío antes de mojarme por la lluvia. Aunque algo es cierto... qué bien huelen las calles cuando llueve :D
Como descendiente de madre, abuela, etc castellana, te comprendo y te apoyo.
¿Donde dice que está ese jacuzzi?...
Mi madre, que es de Andalucía occidental es igual que sus abuelas para la lluvia. Me dejaba salir a la calle y empaparme, pero en cuanto llegaba a casa me hacía duchar y cambiarme la ropa ipso facto para que no me enfriase.
Desde que me vine a vivir a cartagena observé una cosa muy extraña y que no pasaba ni en Málaga ni en Melilla y es que, cuando llueve, los padres no llevan a los niños al colegio... ¡¡¡ POR QUE SE PUEDEN MOJAR !!!.
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