Siempre me ha gustado decir que existen dos clases de persona: los que dicen que existen dos clases de persona y los sensatos.
Por lo tanto, puedo decir con toda tranquilidad que existen otros dos tipos de mamíferos humanos: los de manada –no confundir con rebaño– y los demás. Mi teoría es que ambos grupos pertenecen en realidad a especies distintas, que pasaré a denominar homo feisbuquiensis y australopithecus rancii, por motivos que espero dejar claros a continuación. Sostengo además que ambas especies, pese a convivir en el mismo espacio y competir por el mismo recurso de primera necesidad –que no es otro que los lacasitos–, están condenadas a no entenderse jamás. Esto puede ser considerado una gran desgracia de la humanidad o una oportunidad de oro, dependiendo de si eres un guionista de sitcoms o no.
El homo feisbuquiensis necesita como agua de mayo tener una red social grande como el estado de Minnesota y tupida como el Mato Grosso. No solamente se encuentra en su salsa siendo el centro de atención de grupos grandes, sino que además siente la necesidad de ir saltando de una zona a otra de la red con gran frecuencia. Su principal problema es lo mucho que le cuesta discriminar: todos sus millones de conocidos obtienen automáticamente el rango de "amigos", exactamente igual que en Facebook, y todos esos amigos tienen la misma prioridad.
El australopithecus rancii tiene un problema aún mayor, y es que la inmensa mayoría de los seres humanos o bien le importan un bledo o bien le caen directamente mal. Y esto es un problema porque si hay algo que sobre en el mundo, es gente. Es un doble problema además, porque es prácticamente imposible ser un ejemplar puro de esta especie: en el fondo todo el mundo necesita alguna medida de contacto humano, y por lo tanto el australopithecus no solamente tiene que arriesgarse a soportar el contacto social de cuando en cuando, sino que además ha de ser extremadamente selectivo. Para él, un amigo es alguien a quien le donarías un riñón si su vida dependiera de ello, y por ello y por simple aritmética uno solamente puede tener un máximo de dos amigos en la vida.
Ambos tipos de engendro son bastante patéticos si la cosa se lleva al extremo, y creo que queda claro a cual de los dos grupos pertenezco. A continuación dos ejemplos del distinto uso del lenguaje por ambas facciones:
La opinión generalizada es que los individuos altamente sociables están mejor adaptados a la vida en las comunidades humanas, que son más equilibrados, más empáticos y tienen un mayor grado de esa cosa tan de moda que viene denominándose "inteligencia emocional".
Pues no voy a negar que puedan existir individuos así en alguna parte, pero mi experiencia y mis observaciones me sugieren todo lo contrario.
Sostengo que muchas de las personas hiper-sociales que conozco –en número decreciente, dado que este tipo de personas cada vez me cargan más y me interesan menos– son en la práctica menos equilibrados, menos empáticos y tienen menos inteligencia, en particular del tipo emocional, que el resto.
Y no estoy hablando de aquellas personas de baja autoestima que no soportan estar a solas consigo mismas y necesitan la reafirmación constante por parte de otros. Me refiero a aquellos que sin tener ese problema tan serio, extienden tanto su red social que caen en la más completa vacuidad:
Aquellos que nunca te preguntan cómo estás, salvo como pie para poder contarte sus últimas batallitas, que involucran a terceros que nada te importan.
Aquellos que no son capaces de entender que si quedas con ellos, quedas con ellos, no con una constelación de gente que no conoces de nada, a los que no volverás a ver nunca y que solamente dicen estupideces.
Aquellos tan acostumbrados a que las conversaciones sean algo tan repetitivo y banal que no dudan en interrumpir una, interponiéndose sin ser invitados y llevándose a otro lado a la persona con la que estabas hablando... persona probablemente estúpida de por sí, si se deja hacer eso.
Aquellos que no se paran a pensar en que el resto de personas pueden tener algo más importante que hacer en esos momentos que escuchar banalidades.
Aquellos que arruinan su relación de pareja por no comprender que si uno tiene novi@ y 999 amigos, a est@ le debería corresponder algo más que el 1/1000 de su tiempo.
En definitiva, aquellos que valoran tanto la compañía que en la practica consiguen alejar de forma efectiva a sus amigos.
El homo feisbuquiensis necesita como agua de mayo tener una red social grande como el estado de Minnesota y tupida como el Mato Grosso. No solamente se encuentra en su salsa siendo el centro de atención de grupos grandes, sino que además siente la necesidad de ir saltando de una zona a otra de la red con gran frecuencia. Su principal problema es lo mucho que le cuesta discriminar: todos sus millones de conocidos obtienen automáticamente el rango de "amigos", exactamente igual que en Facebook, y todos esos amigos tienen la misma prioridad.
El australopithecus rancii tiene un problema aún mayor, y es que la inmensa mayoría de los seres humanos o bien le importan un bledo o bien le caen directamente mal. Y esto es un problema porque si hay algo que sobre en el mundo, es gente. Es un doble problema además, porque es prácticamente imposible ser un ejemplar puro de esta especie: en el fondo todo el mundo necesita alguna medida de contacto humano, y por lo tanto el australopithecus no solamente tiene que arriesgarse a soportar el contacto social de cuando en cuando, sino que además ha de ser extremadamente selectivo. Para él, un amigo es alguien a quien le donarías un riñón si su vida dependiera de ello, y por ello y por simple aritmética uno solamente puede tener un máximo de dos amigos en la vida.
Ambos tipos de engendro son bastante patéticos si la cosa se lleva al extremo, y creo que queda claro a cual de los dos grupos pertenezco. A continuación dos ejemplos del distinto uso del lenguaje por ambas facciones:
- EJEMPLO 1: un homo feisbuquiensis va de paseo con su novia por la calle, cuando de repente se encuentra a su amigo Lolo. En realidad, el "amigo" Lolo no es más que el hermano pequeño de una compañera de clase que el feisbuquensis tuvo en primer curso de preescolar, a la que solamente ha vuelto a ver dos veces en los últimos treinta años. Eso no impide a nuestro sociable amigo quedarse media hora hablando con Lolo en la calle, mientras la novia espera de pie bajo la lluvia mirando al reloj y deseando la muerte más dolorosa posible para Lolo, su puta hermana y el cura que los bautizó a ambos.
- EJEMPLO 2: un australopithecus rancii escucha pacientemente las detalladas explicaciones que un homo feisbuquensis le da acerca de los consejos que le ha dado a una amiga (en realidad, cuñada del portero de la oficina en la que trabaja). El australopithecus dice con ironía "qué interesante", frase que realmente significa "sería mucho mas interesante para mí estar en este momento cortándome las uñas de los pies", pero el homo feisbuquensis es totalmente impermeable al sarcasmo.
La opinión generalizada es que los individuos altamente sociables están mejor adaptados a la vida en las comunidades humanas, que son más equilibrados, más empáticos y tienen un mayor grado de esa cosa tan de moda que viene denominándose "inteligencia emocional".
Pues no voy a negar que puedan existir individuos así en alguna parte, pero mi experiencia y mis observaciones me sugieren todo lo contrario.
Sostengo que muchas de las personas hiper-sociales que conozco –en número decreciente, dado que este tipo de personas cada vez me cargan más y me interesan menos– son en la práctica menos equilibrados, menos empáticos y tienen menos inteligencia, en particular del tipo emocional, que el resto.
Y no estoy hablando de aquellas personas de baja autoestima que no soportan estar a solas consigo mismas y necesitan la reafirmación constante por parte de otros. Me refiero a aquellos que sin tener ese problema tan serio, extienden tanto su red social que caen en la más completa vacuidad:
Aquellos que nunca te preguntan cómo estás, salvo como pie para poder contarte sus últimas batallitas, que involucran a terceros que nada te importan.
Aquellos que no son capaces de entender que si quedas con ellos, quedas con ellos, no con una constelación de gente que no conoces de nada, a los que no volverás a ver nunca y que solamente dicen estupideces.
Aquellos tan acostumbrados a que las conversaciones sean algo tan repetitivo y banal que no dudan en interrumpir una, interponiéndose sin ser invitados y llevándose a otro lado a la persona con la que estabas hablando... persona probablemente estúpida de por sí, si se deja hacer eso.
Aquellos que no se paran a pensar en que el resto de personas pueden tener algo más importante que hacer en esos momentos que escuchar banalidades.
Aquellos que arruinan su relación de pareja por no comprender que si uno tiene novi@ y 999 amigos, a est@ le debería corresponder algo más que el 1/1000 de su tiempo.
En definitiva, aquellos que valoran tanto la compañía que en la practica consiguen alejar de forma efectiva a sus amigos.
14 comentarios:
O como desperdiciar una vida real por una vida 2.0 A veces pienso que todo esto de las redes sociales no ha hecho sino aumentar la capacidad para aquellos que ya eran de por sí más que sociables antes de todo esto. Al final, como siempre, de lo que se trata es de tener mesura con todo y no volverse loco pensando que es la panacea.
A ver si este artículo artículote gusta.
¡Sí que me ha gustado! :-)
Santo sielo, soy un homo(sexual) feisbuquensis !!!
Sufur,
de como maximo 2 amigos nada:
solo 1, que el otro riñon es para uno mismo.
P
Qué va, Mocho: tú eres algo mucho más fino, un "socialite" como Ivana Trump o, por poner otro ejemplo, Massiel :-P
Compañero -y sin embargo amigo- P: por poder, se puede tener dos amigos-riñón. Lo que pasa es que eso es potencialmente suicida :-P
No, socialite no, me he sentido superidentificado. El otro día en Valencia saludé a un chico y cuando tx me preguntó que quién era le dije: un bloguero, estuvo en nuestra fiesta de inauguración de casa. Soc lo peor.
Que conste que no escribí esto pensando en los blogueros, twiteros, facebookeros y demás virtuales. Estaba pensando en la gente que se comporta en el mundo real igual que en el virtual, que es otro cantar. Lo cual no quita, Mocho, que en efecto seas la peora de la peora :-P
"Ir ligero de equipaje" (-y amigos, añado-), como diría Machado es el estado ideal: De dos a cinco, sin donar riñones ni nada, y ya donándolos uno ó dos.
Me encanta el artículo que propone rickisimus2, y es que es verdad: Hemos impuesto muchos "estilos de vida norteamericanos", porque sí, porque nos parecía lo más moderno, y eso nos ha creado hasta problemas urbanísticas: que tapan nuestras grandes catedrales góticas, acueductos, que quedan como ahogadas dentro, sin verse. Y hemos olvidado que muchos de ésos modelos son bastante lelos, simples, necios, nulle...
Todo está enfocado a mezclar el entorno socio-laboral y acercárnoslo para progresar en la vida: Una idea fraccionada, sesgada, casi estulta de lo que es el éxito, que ha conducido como nunca a un mayor número de personas al más absoluto fracaso: Pero lo más grave, es que muchas son incapaces de verlo, precisamente por todas esas "realidades paralelas" que se han construído y que se creen: finalmente esas "realidades paralelas", son ficticias, virtuales...Y probablemente un escriba del antigüo Egipto ó un ateniense, ya sabían diferenciar de la misma manera, los juegos de niños de las cosas serias y de montarse películas en la cabeza, aunque no existiera el cine, si existía ya la simulación "virtual" también por entonces: el teatro, la ficción.
.
Tal vez es ése el problema de la sociedad moderna: Primero que hay mucha gente que vive su vida como si fuera "una película, no una realidad", cuyo valor sólo reside en los miles de euros que es capaz de ganar al año: que es lo que le confiere cierta seguridad,...pero la seguridad, el ego, la autoestima depende de muchísimos más factores. Personas retratadas magistralmente por ejemplo en "Magnolia": Seres pretendidamente sociales, que en sus momentos más íntimos, personales, una vez que se les ha cortado la electricidad de sus vidas virtuales, y el cable de fibra de vidrio, están más solas que nunca han estado.
Son esos momentos antes de dormir, un hecho límite grotesco, acabar en un hospital de repente sin ningun atisbo de visita de esos cuatro mil amigos virtuales, lo que finalmente cuenta. Y también construir una vida desde el interior, ser generoso con la gente que se aprecia, porque por mucho que estemos vinculados socialmente con el exterior...si nuestro interior no funciona bien, jamás conseguiremos "pequeñas cosas", pequeños momentos de felicidad, dicha ó simple holgazanería placentera: En definitiva, aprender a manejar nuestra "soledad en compañía" sin que íntimamente no nos resulte grotesca, en un mundo en el que, más que nunca nada es lo que parece: Al menos lograr saberlo, intuírlo íntimamente. Finalmente cada uno intenta ser algo que se parezca a lo que quiso y quiere ser: Nunca se consigue, pero que esos dos, a lo sumo cinco amigos, valgan por mil, y que el merecimiento se sienta recíproco en la medida de lo posible...
¡Besotes!
"urbanisticos", quería decir:-) "Demuestra que no eres un robot" que reza la palabra de verificación: El que es un robot es el americano estulto al que se le ocurrió "predefinir" esa frase tan tonta:-)
Kisses!
Totalmente de acuerdo con usted...
Lo de los riñones se puede solucionar definiendo una función unívoca que relacione amigos y riñones.
Yo siempre he dicho que hay tres clases de personas, las que saben contar y las que no.
Bueno, voy a comenzar diciendo que yo sería un australopithecus bordae, una subespecie del a. rancii. Pero es que me gusta ser selectivo y tratar a cada cual de una forma distinta. Y cuando tengo que decir burradas/borderías no me corto un pelo.
Todos esos que dicen que tratan igual a todo el mundo mienten como bellacos. Porque eso es imposible, ni más ni menos.
Lo peor de esas personas hyper-sociables es que en el fondo los demás les importan una mierda. No son más que unos vampiros emocionales que quieren ser el centro de atención 24/7. Y sí, yo también los he sufrido.
Un besazo.
Me ha parecido un grandísimo post y estoy bastante de acuerdo en casi todo: desconfío de los que arrastran multitudes en la vida normal, saludan a to quisque, tienen amigos en todos los bares y sólo pueden quedar contigo cuando ellos pueden, no cuando tú puedes.
Lo que me lleva a pensar que en internet soy un poco feisbuquensis y en la vida real, más rancii que otra cosa.
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