Hace poco más de un año que me pasé al libro electrónico, y no me arrepiento. Es magnífico tener toda tu biblioteca al alcance de la mano, es muy práctico no tener que sufrir por encontrar sitio donde poder almacenar dignamente todos los libros que uno tiene y es muy cómodo leer en la pantalla mate, sin reflejos y sin florituras de mi e-reader. Mi lector de libros electrónicos es exactamente eso: un artilugio para leer. Nada de colores chillones ni pantallas táctiles ni navegación ultrarrápida por la web. Para eso hay otras cosas. Estoy encantado.
Pero al mismo tiempo continúo comprando y leyendo libros en papel, por dos motivos: uno estético y otro ético. Me gustan los libros: tocarlos, hojearlos e incluso oler el aroma del papel envejecido. Otras personas se fijan en la decoración o en las cortinas cuando visitan una casa ajena; yo me detengo sobre todo en las solapas de los libros que visten las paredes.
El otro motivo es que adoro las librerías. He pasado grandes momentos recorriendo los pasillos de librerías pequeñas de barrio, mirando al azar y sin prisas, esperando que la vista descubra sorpresas interesantes, dejándome seducir (por eso detesto a los libreros que en cuanto entras te asaltan preguntando si pueden ayudarte en algo... yo lo que quiero es que me dejen husmear a gusto). Quiero que continúe habiendo pequeñas librerías en las ciudades, y el libro electrónico puede acabar con ellas. ¡A ver qué pequeña librería de provincias puede editar sus propios ebooks y competir con Amazon o la FNAC! Por eso me tomo mis pequeñas compras en mi librería favorita no sólo como un placer, sino como una diminuta forma de militancia.
Y ya que hoy es el Día del Libro, estas son las dos piezas que han caído:
10 comentarios:
Ay el de Mendoza. Le tengo ganas, pero cada vez el hombre me resulta más reiterativo, jop.
Lo estuve "hojeando" la semana pasada.
Si no fuera por tus compras del día, este post lo podría haber escrito yo!
El otro día me regalé Hipnofòbia de Salvador Macip y hoy mi niño me regalará alguno sorpresa.
Eso de repetirnos más que las fabes con morcilla, amigo Mocho, nos pasa a todos a partir de una cierta edad... Por cierto, qué tiene de malo el verbo hojear?
¿Cuándo voy a poder regalarme otro libro tuyo, Deric? ¡Feliz Sant Jordi!
Es que el placer de oler un libro cuando se pasan las hojas es una sensación inigualable.
Mi problema con el e-reader es que no tengo ningún estímulo para cargarlo, ya que todo quisque me regala libros en papel (van a tiro seguro) y el montón de lecturas pendientes no hay manera que disminuya.
Era por decir que había estado pasando las hojas, no echando un ojo.
repelentenioñovicente
aliciacalistalalista
susipelotillasepasadelistilla
Tarde o temprano tendré que pasarme al libro electrónico, o necesitaré una casa sólo para ellos. Pero me encanta tener el libro en las manos, sentir el peso, el olor a libro nuevo... detallitos nada más.
Yo uso el libro electrónico sobre todo para artículos de revistas online de esos que sólo encontramos los frikis con afán investigador y para duplicar mi biblioteca. Es muy util la verdad porque me permite tener los libros que tengo en España en formato electrónico y para estar entre paises es de lo más cómodo.
Woops, luzdemercurio, soy yo, Rem. Bueno, a partir de ahora si aparezco así ya sabes. ;)
A mí me chiflan las librerías como negocios pero también las de casa; cuando voy a la casa de alguien, es lo primero que observo, y vaya, se puede saber tanto de una persona según los libros que tenga ( o no tenga) en su librería.
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