Me habían avisado de que estas cosas ocurrían de vez en cuando, pero nunca imaginé que me iba a pasar tan pronto. Esta semana he recibido la visita de... ¡mi primer Iluminado!
Hubo conatos en el pasado, como el de aquel supuesto profesor argelino que me escribió a mí entre otros doscientos colegas hace unos años para contarnos que había descubierto en las suras coránicas una clave numérica que milagrosamente contenía los principales resultados cosmológicos de la misión WMAP1, o como el de cierta persona que lleva años proclamando que el Fondo Cósmico de Microondas está en realidad originado por los océanos de la Tierra. Normalmente estos iluminados hacen acto de presencia solamente a través del correo electrónico, por lo que es fácil dedicarles el tiempo justo que merecen: el de echarse unas risas comentándoles durante el café.
Sin embargo, más raramente algún iluminado se anima a pasarse por las facultades, con un cuaderno lleno de garabatos bajo el brazo en el que guardan una Sorprendente Teoría Que Lo Explica Todo y deseando ser escuchados2 por algún profesor incauto. Normalmente se trata de individuos desaliñados con demasiado tiempo libre y una formación consistente en un graduado escolar y muchas horas de lectura de las revistas Muy Interesante y Más Allá, pero en unas pocas ocasiones tienen título universitario3. A veces son muy insistentes: recuerdo un caballero que llegó a encadenarse a un árbol delante de la Facultas de Física de la Complutense porque los catedráticos no le daban la razón en unos cálculos que no tenían ni pies ni cabeza; en esos casos es fácil que el iluminado se convierta en paranoico de las teorías de la conspiración y decida que existe un complot universal contra su genialidad4. Los iluminados son a los centros de investigación como las parejas de mormones rubitos a las comunidades de vecinos los domingos por la mañana.
El caso es que hace un par de días recibí la visita de mi primer Iluminado.
Y así fue mi primera visita de un Iluminado. Me temo que no va a ser la última...
Sin embargo, más raramente algún iluminado se anima a pasarse por las facultades, con un cuaderno lleno de garabatos bajo el brazo en el que guardan una Sorprendente Teoría Que Lo Explica Todo y deseando ser escuchados2 por algún profesor incauto. Normalmente se trata de individuos desaliñados con demasiado tiempo libre y una formación consistente en un graduado escolar y muchas horas de lectura de las revistas Muy Interesante y Más Allá, pero en unas pocas ocasiones tienen título universitario3. A veces son muy insistentes: recuerdo un caballero que llegó a encadenarse a un árbol delante de la Facultas de Física de la Complutense porque los catedráticos no le daban la razón en unos cálculos que no tenían ni pies ni cabeza; en esos casos es fácil que el iluminado se convierta en paranoico de las teorías de la conspiración y decida que existe un complot universal contra su genialidad4. Los iluminados son a los centros de investigación como las parejas de mormones rubitos a las comunidades de vecinos los domingos por la mañana.
El caso es que hace un par de días recibí la visita de mi primer Iluminado.
- Hola, buenas... ¿el profesor Sufur?Se me dispararon todas las alarmas. Ya digo que nunca me había pasado antes, pero mi director de tesis era un experto en zafarse de iluminados y me había enseñado bien.
- ¿Mandeee? Pa servirle a usté -respondí con mi habitual elocuencia y saber estar.
- Mire, verá, es que tengo aquí unos cálculos sobre Gravedad que quería enseñarle... Si mira estos números que traigo...
- Mire, pollo, ahí tiene una pizarra. Explíqueme esos cálculos -dije por tres motivos. Para empezar, siempre he querido llamar "pollo" a alguien, Segundo, he descubierto que si alguien no es capaz de explicarte sus ideas con cierta claridad frente a una pizarra, lo más probable es que dichas ideas no estén muy bien formadas. Y lo más importante, el tipo olía a caniche descompuesto y yo no quería que se me acercara mucho. El tipo titubeó un buen rato y luego empezó a farfullar y garabatear.
- Bueno, verá... si tomamos un número, y le sumamos ese mismo número dividido por pi, y luego a eso le sumamos esta última cantidad dividida otra vez por pi, y a eso le sumamos esto último dividido de nuevo por pi, y así infinitas veces, nos sale 5.86...
- ¿Cinco con ochenta y seis siempre? -pregunté.
- ¿Ein?
- Que si sale cinco con ochenta y seis siempre, independientemente del número inicial, o no.
- ¡Buena pregunta! Creo que sale cinco con ochenta y seis veces el número inicial.
- Vale, prosiga -dije. Su propuesta tendría sentido, si no fuera porque la serie Σ π-n no suma 5.86, sino 1.467, pero yo en ese momento no lo sabía a ciencia cierta así que no dije nada.
- El caso es que -prosiguió el hombre triunfalmente- si dividimos la distancia de un planeta al Sol entre 5.86 nos da el valor de la gravedad en ese planeta.
- ¿La distancia en qué unidades? ¿Se refiere a la gravedad que ejerce el Sol sobre el planeta en cuestión o a gravedad superficial del planeta? ¿Con qué precisión se verifica eso? ¿Se cumple lo mismo para la Luna alrededor de la Tierra? ¿Y para los satélites artificiales en sus órbitas? Y, sobre todo, ¿a qué se debe eso? -Mi lluvia de preguntas le dejó un poco acobardado, pero es que en eso consiste el trabajo de científico: en hacerse preguntas.
- Eh... uh... no sé. Distancia en miles de millones de kilómetros, creo. Y me refiero a la gravedad en la superficie del planeta. Es una nueva teoría de la gravedad que...
- Ya, pero... ¿se cumple para todos los planetas?
- Bueno, para Mercurio se acerca bastante. En el caso de la Tierra me sale que la gravedad es algo más grande de lo que viene en los libros. Para Urano no me sale en absoluto...
- Pues entonces, pollo, no sirve. Un único contraejemplo bien observado basta para invalidar una teoría física.
- Ya, pero si interpreto la serie que decía antes como una longitud de onda, las ondas gravitatorias...
- Oiga -interrumpí-, si le he entendido bien, la gravedad en la superficie de un cuerpo depende de la distancia a la que éste orbita en torno a otro mayor, ¿no es así?
- Sí, podría interpretarse así...
- Entonces, si un hombre pesa en la Luna unas seis veces menos que en la Tierra, si yo coloco una taza de café en la misma órbita que la Luna, me está usted diciendo que la taza de café atraerá a un astronauta de 84 kilos con una fuerza equivalente a un peso de 14 kilos...
- Huy, pues eso no lo había pensado.
- Ya... ¿sabe qué? Acabo de recordar que tengo una reunión súper importante. Que tenga un buen día...
Y así fue mi primera visita de un Iluminado. Me temo que no va a ser la última...
1. Es sorprendente y maravilloso el poder de la postdicción pseudocientífica. Casi cualquier astrólogo, tarotista, magufo o teólogo es capaz de predecir cosas que ya han pasado con una habilidad que rivaliza con la de un Ministro de Economía, o si me apuran incluso con la de un niño de dos años.
2. Es decir, hacer perder el tiempo.
3. Lo cual no demuestra absolutamente nada. Existe un viejo dicho castellano que demasiado a menudo se demuestra cierto: "este ha pasado por Salamanca, pero Salamanca no ha pasado por él".
4. "Si mi teoría no se corresponde con la realidad, la realidad está equivocada. La culpa es del Universo que está en mi contra".
5 comentarios:
No te quejadas, un troll y un iluminado en la misma semana, ya casi tienes acabado el albun de cromos. Si quieres estoy dispuesto a ser tu acosador y solo te faltaria el cromo sorpresa. jejejeje.
Un besuco.
A. de las C.
Hay trabajos en los que la aparición de iluminados es más frecuente. En mi caso (un archivo) también se da. Hay aquellos que buscan lo que no existe, pero que insisten que sí que existe y que tu lo tienes pero no se lo quieres enseñar.
Dios, qué paciencia nos tienes que dar!
Bienvenido al mundo de los Iluminati. Se me dan con cierta frecuencia en mi campo, que ya no es nada científico sino puramente "burrocrático".
Normalmente les he toreado bien, pero ahora ya no les tolero en absoluto, debe ser cosa de ir cumpliendo años.
No te quejes, que los físicos tenéis la suerte, y sobre todo las matemáticas, de vuestro lado. En filosofía, como todos los gatos no son pardos pero pueden llegar a parecerlo, el iluminado a veces llega hasta a profesor de Universidad.
Por cierto, que en el enlace sorpresa de los mormones me esperaba otra cosa. ¿Soy un salido?
Saludos, y feliz Pascua de Resurrección.
Cuando leía la nota tres, he pensado lo mismo que ha puesto.
Yo también he pensado que el enlace de los mormones era otra cosa.
Y los ministros de economía tampoco aciertan cuando predicen el pasado.
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