abril 12, 2012

Sufur, el amigo de los niños

Está visto que los rangos de edad entre los cuales tengo tirón son los comprendidos entre los dos y siete años, y entre los ochenta y la desintegración. Soy el favorito de las abuelas y los críos, es decir: mis fans son todos del tipo que tiene dentadura incompleta, problemas para controlar la orina por las noches, tendencia a dejar caer baba y mentalidad generalmente errática.  Es una pena, porque yo preferiría mil veces tener ese éxito entre los caballeros con tres o cuatro décadas a sus espaldas, pero no es el caso y me tengo que aguantar.

El caso es que los niños me adoran. Creo yo que existen dos motivos: para empezar, hablo con ellos. Hago esa cosa que a pocos adultos se les ocurre que es preguntarles qué tal están, qué cosas les gustan o qué opinan de esto y aquello. Y si hay algo que les encanta a los niños es parlotear, parlotear hasta que se te caen las orejas a cachos. El otro motivo por el que creo que les gusto es que a los niños, como a todo hijo de vecino, les chifla sentirse superiores intelectualmente a alguien. Como no es habitual en sus vidas toparse con alguien más infantil y caótico que ellos, aprovechan la ocasión disfrutando de lo lindo.

Se establecen así conversaciones de este estilo:
Sufur: ¿Te gustan los caballitos?

Niña adorable: Siiiii

Sufur: ¿Y los gatitos?

Niña adorable: Siiii

Sufur: ¿Y los pingüinitos?

Niña adorable: Siiiii

Sufur: ¿Y cómo te gustan más, fritos o asados?

Niña adorable: Ehhh... mmm.... pues... fritos.
Sufur: Mmmm qué ricos. Me encanta comer pingüinos...
O bien:
Niño angelical: ¿Lleemos juntos este cuento de dibujos?

Sufur: ¡Vale! ¿De qué va?

Niño angelical: Pues es de un castillo, y hay fantasmas... ¿te dan miedo los fantasmas?

Sufur: Qué va. Yo solo tengo miedo del Ministro de Economía y Competitividad.

Niño angelical: Ah...uh...  pues bueno. 

Sufur: Venga, a ver ese cuento.

Niño angelical: Pues mira, aquí está el castillo, que está en el campo, y aquí hay unos campesinos con unas vacas...

Sufur: ¡Ay, ay, cierra el cuento! ¡Qué miedo!

Niño angelical: ¿Pero no decías que no te dan miedo los fantasmas?

Sufur: Los fantasmas no, pero las vacas sí...

Niño angelical: ¿Te dan miedo las vacaaaaaass?

Sufur: Sí, salvo las vacas que son fantasmas. Esas no me dan miedo. 
 
Gracias a este tipo de comentarios los niños llegan a la conclusión, plenamente justificada, de que estoy chalado y eso les hace sentirse estupendamente. Los más mayores sospechan que lo hago de broma, y se equivocan por completo: yo la educación de los más jóvenes me la tomo con la más absoluta seriedad. Con los niños, uno siempre debe mostrarse como realmente es.




Por tanto soy motivo de constante chirigota entre la población infantil y eso tiene grandes inconvenientes. Cada día soy más popular entre las madres que están deseando como agua de mayo tener un rato libre para poder tener una conversación adulta con alguien. El truco que usan es el siguiente: quedar para tomar un café al mismo tiempo conmigo y con el adulto con quien realmente quieren hablar. Así se pueden dedicar tranquilamente a conversar civilizadamente mientras Sufur y los niños se ponen unos a otros la cabeza como un bombo. Unas tres horas o cuatro más tarde, la madre ha conseguido satisfacer parte de la necesidad que tenía de tener algo parecido a una vida y yo he conseguido acabar cubierto de babas, restos de pintura de rotulador, magulladuras y agujetas hasta en el píloro. Y en ese momento es cuando llega la temida pregunta:
- Qué bien se te dan los niños. ¿Nunca habéis pensado adoptar?
A lo que yo respondo con dulzura:
- Antes, querida, dejo que me corten los dos brazos.




3 comentarios:

starfighter dijo...

Pero si ya lo dices tú. ¡Sufur es Amor!

Christian Ingebrethsen dijo...

Antes que nada un inciso sobre mi comentario al post anterior: Aunque soy segoviano he vivido cuatro años en Noruega y eso me ha marcado muy positivamente. Vamos que tu Grecia es mi Noruega.

Y ahora es cuando te digo que tengo una vena Herodes muy acentuada pero he de puntualizar que no soy yo, la culpa es de que los padres ni les enseñan disciplina a sus hijos ni pasan con ellos todo el tiempo que debieran.

hm dijo...

Sufur... me ha quedado una duda... ¿estas conversaciones son extrapolables a las que mantienes con humanoides entre los ochenta y la desintegración?... pura curiosidad...

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