Quién me iba a decir,
hace un año, que repetiría tan pronto la experiencia de participar en un Orgullo Gay de Londres. Gracias a un viaje de trabajo estuve la semana pasada en Cardiff, y pensé: doscientos kilómetros no son nada. Un poco de sincronización, Ryanair mediante, y el
osezno se pudo unir a la fiesta.
Y no era un orgullo cualquiera: se trataba del
World Pride nada menos, con lo que se esperaban toneladas de visitantes venidos de todas las esquinas del mundo.
Al final el día quedó bastante deslucido por dos motivos: el tiempo no acompañó (aunque no fue tan malo como se esperaba unas horas antes) y varios de los eventos del Orgullo tuvieron que ser cancelados o modificados por causas que no me quedan muy claras. La idea que he recibido es que no hubo acuerdos para financiar el Orgullo, no se pudieron pagar los permisos necesarios, hubo agrias discusiones y dimisiones de última hora dentro de la organización y al final el desfile fue más corto de lo que se esperaba, no se permitieron carrozas ni altavoces con música, los bares no pudieron poner puestos en las calles del Soho y la fiesta en Trafalgar Square sólo duró hasta las seis de la tarde.
Pese a todo, fue un buen World Pride: Londres no necesita ninguna ayuda para ser absolutamente global, mundial y si me apuran intergaláctica incluso en los días normales, así que con mayor razón un día del Orgullo.
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¿Dungeon Master o gallinácea? |
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Esclavo I |
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Esclavo II |
Yo casi lo preferí descafeinado. El no poder meter carrozas ni tener todas las calles cerradas al tráfico permitió que la gente pudiera entrar libremente en la marcha, a diferencia del año pasado que tuvimos que verlo todo desde la barrera. No había tunda-chunda de altavoces poniendo a la Kylie Nosequé, pero los propios manifestantes hicieron su propia música con trompetas, tambores y cantos. La relativa carencia de serpentinas hizo que el mensaje político destacara más, y eso es bueno: aunque creo que no hay por qué elegir entre petardeo y reivindicación (ambas cosas no son contradictorias), si tuviera que quedarme con una de ellas, la que me parece fundamental es la segunda.
La gente anduvo muy mezclada, jugadores de rugby con siniestros, bolleras con osos, jóvenes con maduros, un batiburrillo multicolor.
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Big boy |
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Juego de equipo |
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Perverse |
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Orgulo Sikh |
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No podría estar más de acuerdo |
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Bellezón |
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Su Graciosa Majestad del Orgullo |
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Una de las Hermanas Redentrices |
La marcha empezó a las once de la mañana en Baker Street y terminó cerca de las dos en Trafalgar. Nosotros nos estábamos quedando cerca de Stansted, porque los precios en Londres están por las nubes en estas fechas tan cercanas a los Juegos Olímpicos, así que llegamos un poco tarde. Nos unimos a la marcha por el final y fuimos avanzando hacia la cabecera poco a poco. Participaron en la marcha unas 25000 personas, según la organización.
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Filipinas y orgullosas |
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¡Jau! |
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Jauría |
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Como habíais pedido: una foto del osezno. De parte de él, al menos |
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Big boobies |
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De este muchacho no sabemos nada,
salvo su nombre y apellidos, su profesión,
que viajaba en el avión de Santander
y que tiene una espalda espectacular
y un estupendo pecho peludo |
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Los recortes llegan a todas partes |
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Inquietante |
Vimos varias caras conocidas; la más agradable de ver fue la de
Ben Cohen, ex jugador de rugby,
spokesperson, activista político y por los derechos humanos, hetero filogay y absoluto chulazo. En persona resulta mucho más atractivo que en las fotos: no es lo mismo verle todo retocado tras una sesión de photoshop que admirarle moviéndose con esa gracia de deportista y esa cara entre alerta y dormilona. Aquel día hacía de representante de su
fundación contra del bullying en las escuelas. Para comérselo.
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¡BEN! |
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¡BEN! |
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¡BEN! |
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¡BEN! |
Promocionando una nueva aplicación de
ladillas contactos para
smartphone estaba, entre otros mastuerzos, el célebre actor y
entertainer para adultos vasco
Aitor Crash, con cuerpazo pero bastante arrugadillo de cara, la verdad. Sus compadres tampoco estaban nada mal:
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Me suena. Creo que le he visto en alguna película.
Pero por su cara no me viene nada.
Si al menos le viera la polla... |
Pero lo mejor, como de costumbre, estaba entre los participantes y espectadores anónimos...
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Big hair |
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Pues sí, llovió un poco, pero nada que asuste a un santanderino de adopción |
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Bigger Boy |
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¡Liberad a Bradley Manning de una vez! |
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La pérfida Albión |
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Un osezno casi tan guapo como el mío |
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El abrazo del oso |
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Trafalgar |
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Superhéroes |
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Grindr estaba tan saturado ese día que necesitaba ayuda |
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Show me some attitude, boy |
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Show? Performance? Merchandising? |
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British fashion:
por qué no triunfa en las pasarelas de Milán |
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Yummy |
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Somewhere, under the rainbow... |
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¡Ozú mi arma! |
Las calles de Soho no tenían barras al aire libre como el año pasado, ni había conciertos en el parquecillo de la plaza, pero la gente salió igual y el ambiente fue festivo y distendido.
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Picnic en Soho Square |
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Estos calcetines los pongo aquí en honor de mi compañero, y sin embargo amigo, P. |
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Lo que debe sudar uno con esas gomas |
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Me sonrió después de que le sacara esta foto
y estoy pensando no volver a lavarme las retinas nunca más |
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Los españoles somos alegres, abiertos, francos, dicharacheros y sociables, mientras que los ingleses son estirados, aburridos, reservados y sociópatas. Ese es el estereotipo que comparten muchos de mis compatriotas y a continuación viene mi opinión acerca del mismo:
cacafuti.
Siempre que salido de copas por el Soho he acabado conociendo a alguien, normalmente porque se acercan ellos a hablar con simpatía, a preguntarte de dónde eres, a saber qué tal te encuentras en Londres y, en la mayoría de los casos, a invitarte a una cerveza, y no siempre con
aviesas intenciones. Por contra, la mayoría de las veces que he salido por Chueca me he topado con el silencio obstinado de los grupitos cerrados y la altivez insulsa de las reinas de fiesta de pueblo que habitan nuestro ambiente. Los ingleses son mucho más abiertos y naturales que los españoles. Vale que para serlo necesiten estar total e irremediablemente borrachos, pero nadie es perfecto, oiga.
Llevé al
osezno al
King's Arms, un viejo pub de aspecto tradicional (es decir, en el que las palabras
"acogedor" y
"mugriento" se confunden entre sí completamente) poblado mayormente por osos maduros: sabía que le iba a encantar, y que él les iba a encantar a los osos maduros. En efecto, no tardaron ni dos minutos en venir a hablar con nosotros tres amigos, dos de los cuales estaban de bastante buen ver. Unas cervezas (gratis) más tarde bajamos por Wardour Street en dirección al
Duke of Wellington, donde habíamos quedado con una pareja de amigos y su panda.
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Dos buenos amigos |
Las calles centrales de Soho a esa hora de la tarde estaban tan colapsadas de gente (y basura en el suelo) que la policía metropolitana tuvo que cerrar el acceso a Old Compton Street a la altura del Duke, por lo que no pudimos acudir a la cita directamente. Pero como estas cosas no tienen ninguna lógica, sí que pudimos entrar dando un pequeño rodeo por Brewer y Rupert St. Finalmente llegamos con la maripandi.
Llegar a un grupo y no conocer a casi nadie tiene a veces sus inconvenientes. Entré a pedir unas cervezas y cuando salí con ellas (tras media hora de cola, empujones, apretones y froterismos varios) me encontré al
osezno charlando con una pareja típica londinense (es decir, él indio y él polaco). Creí que formaban parte del grupo de amigos de mis amigos, y me uní a la conversación. Ambos muchachos resultaron ser unos pulpos de cuidado, y mientras que el indio atacaba al
osezno el polaco me echaba el aliento etílico al tímpano, me metía mano por la abertura de la camisa, me decía que tenía (yo) unos pezones tremendísimos y me farfullaba nosequé acerca de que aquella era la gran noche de la libertad y que lo que pasara allí, allí se quedaría. Se trataba de un discurso precioso que habría tenido conmovedores efectos sobre mi persona si no fuera porque ninguno de los dos tenía ni una posiblidad: no solamente no eran nuestro tipo, sino que además se lo montaban fatal. Pero por no hacerles un desaire a los amigos de nuestros amigos no les echamos ácido en los ojos ni nada. En un momento de descanso (mientras se iban a comprarnos alcohol) tuvimos la siguiente conversación:
Osezno: quién cojones son estos pesados... ¿tú les conoces de algo?
Sufur: No... creía que eran conocidos tuyos.
Amigo: ¿Os dan problemas esos dos? ¿De qué les conocíais?
Osezno y Sufur (a la vez):
Ah... ¿pero no estaban con vosotros?
Amigo: Para nada. ¡Es la primera vez que les vemos! Creíamos que estaban con vosotros...
O sea que eran como los gorrones del pueblo que antiguamente se colaban en todas las bodas. Libres de toda responsabilidad civil, nos deshicimos de ellos (pero no de sus cervezas) en menos que canta un gallo.
Pero estamos viejunos, y el hotel estaba lejos. No nos quedamos de fiesta. Tras un rato agradable, nos despedimos y nos fuimos a coger el bus, pasado antes por una pizzería para recuperar fuerzas. Y así acabamos, con ronquidos con olor a ajo, la noche en nuestro cómodo hotel.
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Picadilly |
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Love is in the air |
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El interior del Radisson de Stansted:
menudos desaynos que nos pegamos |
10 comentarios:
Nene, luego de esta entrada yo ya no me atrevo a contar mi visita al orgullo en Colonia (que tenìa planeado hacer) por no quedar como insulso.
Muy buena.
¡Qué rápido! Ni se te ocurra no hacer esa entrada... es una orden :-)
Totalmente de acuerdo con lo del ambiente en London. Rara es la vez que no se nos ha acercado alguien a decirnos cuatro tonterías.
Para contrarrestar, el viernes pasado disfrutamos bailando y siendo despreciados por todo el reinorrismo en cierto conocido bar madrileño en el que deberían poner una alfombra roja y sillas a los lados para que las reinas paseen a su gusto y los demás podamos sacarles puntuaciones.
Creo que estoy tardando en darme una vuelta por Londres, de incógnito aunque sea... Que de maromazos. Y un poquito de ese ambiente es lo que se ve en el Yumbo, no tienes problemas con los guiris aunque sea para un jijijaja pero con los locales no te comes una rosca.
¡Qué buenoooo!!
Quiero suscribirme a este servicio, para que hagas la crónica todos los años. Si hace falta abrimos una suscripción bloguera y os pagamos el hotel.
Es una entrada de esas que hay que contemplar más de una vez..
Estoy de acuerdo en lo bueno del ambiente inglés -aunque tampoco lo conozco muy a fondo- y en lo falsos que resultan algunos de los tópicos sobre los inglesitos.
En cuanto a lo de Chueca... seguro que tenéis razón, yo lo que pasa es que a los bares de reinas hace años que ni voy, esa insulsez me repele. Pero hay otros sitios más campechanos, que no necesariamente están en Chueca.
¡Un abrazo!
Otra entrada im-presionante.
Me das una envidia cada vez que haces una entrada de Londres, mira que me gusta esa ciudad, aunque no entienda una palabra del idioma.
¿No me podriais llevar en vuestro proximo viaje a Londres?.Estoy dispuesto a cargar con las maletas y a pagar toda la cerveza que haga falta. Ademas soy un poco osancano y si no me quito la camisa estoy medio bien (para cualquier persona con un grado medio-alto de embriaguez), asi que puedo servir de reclamo cuando el osezno este en el baño.
Mejor no espero respuesto, ¿no?
Un besuco.
Agustín.
Jejeje Agustí, pòr mi encantado... pero yo bebo muucha cerveza, te saldrá cara la visita :-)
Mamma mía que fotos! Tu si que sabes disparar...
Un besazo,
Alber
Si la visita merece la pena y me haces un bonito viaje turistico por sitios de interes y bonitos clubes de caballeros yo pago los litros de cerveza que haga falta, y ademas con eso que ahora salgo por los locales de ambiente de Santander (por los cuatro) he descubierto que atraigo a personas con un grado de embriaguez bajo-medio, esto va ha ser gracias al cochazo que le estoy comprando a mi nutricionista.
Un besuco.
Agustín.
Muy buenas fotos y muy buena entrada. Lo del ambiente de Londres, mola! Lo del ambiente de Madrid, triste... Un saludo twittero.
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