octubre 01, 2012

6 no es un color

Ha habido que esperar a Octubre para dar por finiquitadas mis "memorias estivas", y es que estoy de un perezoso que pa qué. La blogosfera anda mustia, salvo honrosas excepciones como las Increíbles Pero Ciertas Memorias de Lamprea Farra (cuya lectura recomiendo con todas mis fuerzas), y yo no me estoy librando de la flojera. Espero que se me pase pronto.

Para esta entrada pensaba dejar de lado el plan autobiográfico, pero he cambiado de idea. La mejor manera de empezar a contar lo que me trae aquí hoy es ofrecer un dato sobre mí mismo que sería una sorpresa para todos si no fuera por todos conocido: soy un inculto. Me explico: tengo amplios conocimientos de ciencias naturales, hablo correctamente tres idiomas (dos y medio más que el Ministro de Educación), estoy informado de la actualidad política y social, me interesan la literatura, la historia y la filosofía, leo con abundancia sobre todo tipo de materias, me manejo con la informática, soy un gourmet de gustos razonablemente amplios y puedo distinguir un oxímoron de un pleonasmo con los ojos cerrados. Pero tengo varias lagunas abismales en mi formación cultural, y mientras existan seguiré reconociéndome fundamentalmente inculto. Una de ellas es la poesía: sencillamente no me entra. Otra, que es de la que toca hablar hoy, es el cine.

Al contrario que le pasaba la Bruja Truca, lo mío NO es el cine

No sé apreciar los valores fílmicos y narrativos. No entiendo los fundidos en negro. Soy totalmente impermeable a las metáforas visuales y a las referencias simbólicas. Si alguna vez supe lo que era un plano subjetivo, lo he olvidado por completo. No sabría distinguir una elipsis de un botijo. Al igual que muchas personas solo tienen dos niveles de resolución en su paladar a la hora de catar el vino (peleón y caro), yo solamente percibo dos niveles de calidad actoral: Sandra Bullock y Meryl Streep. Lo que me inhabilita por completo a la hora de ser un buen crítico de cine.

Pero cuando me toca hacerlo, tiro adelante con la comparación de los vinos que acabo de utilizar y me acuerdo de lo que me dijo un bodeguero y catador de vinos bastante merendable una vez: "olvídate de tecnicismos y de argumentos de autoridad. Un vino es bueno si te gusta, y malo si no te gusta. Punto pelota". Me dejo guiar por ese consejo en muchos campos de las artes, y no me va del todo mal.

Siguiendo esta regla, adelanto que el corto "6 no es un color", de Alberto Piedrabuena, me ha gustado un montón y por tanto tengo que clasificarlo, sin dudarlo, como buen cine.

Aviso que no puedo ser imparcial con respecto a Alberto. Tengo la suerte de conocerle personalmente desde hace años y, aunque es uno de esos amigos a los que uno ve muy de cuando en cuando, le tengo un cariño enorme. Alberto es un verdadero hombre del Renacimiento: una persona auténticamente culta, matemático de formación y educador de profesión, que además tiene una desbordante sensibilidad artística que le ha llevado por los caminos de la pintura, el teatro y el cine. Más importante aún es su gran calidad humana. Alberto es uno de los pocos que conozco que han conseguido sortear las aguas del ambiente gay madrileño conservando básicamente intactos el optimismo, un cierto romanticismo nada ñoño y la empatía, sin rodearse de esa coraza de cinismo y superficialidad tan frecuentes en nuestro mundillo. Todo eso manteniendo a la vez el pragmatismo necesario para sobrevivir en esa jungla humana llamada Chueca. ¡Y para rematarlo, encima es guapo!

Partiendo de esta debilidad mía hacia Alberto, intenté ver el corto con ojo crítico. Concretamente, el del osezno, quien sí entiende de cine y no se corta a la hora de decir cuándo algo no le gusta. A él también le pareció un muy buen corto (aunque hay que decir que el osezno siente debilidad por los actores con vello facial, cosa que abunda en "6 no es un color").  Así que no soy yo solo.

No voy a hacer spoiler de la obra; baste decir que va de relaciones humanas y que usa los colores de las líneas de metro de Madrid como metáfora de los múltiples, a veces impredecibles y a veces cíclicos, caminos por los que nos lleva la vida. No parece una opera prima, se nota que el director tenía muy medidos los detalles de la historia y que va enlazando las distintas historias que discurren en paralelo hasta dibujar un paisaje coherente. Los actores (y actriz) trabajan muy bien, resultan creíbles y naturales (a diferencia de lo que ocurre en otras producciones gays recientes que han tenido un inexplicable éxito), y la música está muy bien elegida. En resumen: muy recomendable.

¿Qué le falla? Evidentemente, faltan más hombres desnudos. En mi opinión, habría que poner gratuitamente hombres desnudos en todas partes, hasta en el telediario. Y en serio, me hubiera gustado que se hubieran expandido más algunas de las tramas secundarias, como la del matrimonio hetero. Pero claro, ¡los cortos son cortos!

Os dejo el trailer para que vayáis abriendo boca:


3 comentarios:

MM de planetamurciano dijo...


Oooooohhhhhh!!
No sé que decir de la emoción que me ha dao...

Anónimo dijo...

Jo muchas gracias por tus sentidas palabras, no se si merezco tanto, me ruborizo. Ante todo me alegra os haya gustado el corto y gracias por este bonito post. Te quiero amigo!

Colgaré un link en la página de FB, www.facebook.com/6noesuncolor/

Animo a tus lectores a que se hagan fans.

Un besazo,
Alber

Deric dijo...

El trailer emociona y la música es genial.
Veo que Alberto lo tienes por aquí y ha colgado el enlace de facebook al cual voy a acceder ahora mismo.

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