Vacas

Las vacas son nuestras amigas.

No solamente nos dan la leche en abundancia, sino que además están deliciosas fritas, guisadas o a la parrilla. 

 

Pero a pesar de mi gratitud hacia tan sabroso animal, hoy quiero hablar de lo que en la escuela llamábamos "las vacas". Siempre me ha hecho mucha gracia eso de acortar las palabras: 

- Hola, de pequeño me gustaban las "natus" y por eso estudio "bio" en la "Complu", y ahora que estoy de "vacas" he venido a pasar un "finde" bañándome en el "Sardi" con mis "compis".

- Hola, pues yo lo que pienso es que eres "idio".

Pero bueno, el hecho es que estoy de vacaciones, por fin. Ya era hora.

Tal vez tú, querido lector, pertenezcas a esa inmensa mayoría de individuos que piensan que los profesores universitarios tenemos tres meses de vacaciones al año, y que nos pegamos la vida padre. En ese caso, no te preocupes: tu estúpida ignorancia tiene fácil solución. Yo te informo: como todo hijo de vecino, tenemos 23 días de vacaciones anuales que tenemos que repartir entre fiestas de guardar, verano y demás escapadas. Los meses de verano son normalmente los de más trabajo del año, porque tenemos que aprovechar el descanso de las clases para recuperar todo el tiempo perdido durante el curso académico para nuestra investigación. Normalmente, tanto yo como el osezno acabamos julio con un cansancio fuera de lo común.

Esta vez nos pillamos algo más de dos semanas, en las que pretendemos:

• Alejarnos lo más posible del asqueroso clima cántabro.

• Hacer un crucero -hetero y de los baratos, con el Imserso- por el Mediterráneo.

• Descansar unos días en casa de mi cuñado, que tiene piscina.

• Engordar entre cinco y diez kilos.

Y, para queno notéis mi ausencia estos días, voy a hacer lo siguiente: nada. De esa forma todo seguirá como hasta ahora y a entera satisfacción de todos los implicados. ¡Feliz agosto!