El argumento es siempre como sigue, con minúsculas variaciones:
Linda (interpretada por Brigitte Schröder) es una mujer aún joven y atractiva, pero triste, que huye de un turbio pasado acompañada por su hija de ocho años, Molly (interpretada por la joven promesa de la interpretación Ute von Kaumpfmann). Recién enviudada tras un trágico accidente en Chicago (escena rodada en Stuttgart), Linda busca la paz en un idílico pueblecito de Wisconsin (planos localizados en las afueras de Bonn), donde una vez, de niña, fue feliz. Pero la antigua casa familiar lleva años abandonada y los lugareños, indiferentes ante quien consideran una forastera después de tantos años, la ignoran en su mayoría. Solamente tres personas rompen las convenciones sociales y se acercan a Linda: Elizabeth (Kerstin Zimmermann), quien fuera su mejor amiga en la escuela de primaria de la profesora Mrs. Wormwood (Antje Müller), y dos lugareños: por un lado el misterioso y apuesto vecino Roger (interpretado por el galán Jörg Wagner) y por el otro el criador de caballos y taquimecanógrafo John (Torsten Wiener).
Las primeras semanas de Linda en el pueblo se desenvuelven con una engañosa tranquilidad. Molly entra en la escuela local, que apenas ha cambiado nada en los últimos treinta años, Elizabeth se muestra amigable y dispuesta a ayudar a su vieja amiga, Roger se deja caer de cuando en cuando en la vieja casa para arreglar alguna tubería rota o algo por el estilo y John, desplegando todos sus viriles encantos, se dedica a cortejar a la recién llegada. Pero Linda se resiste, aún muy afectada por ese misterioso pasado del que viene huyendo.
Pero con el pasar de los meses la reticencia de Linda se va erosionado y, con el llegar de la primavera, ella y John se casan: es una sencilla ceremonia a la que solo asisten los contrayentes, Molly, los amigos íntimos y todo el pueblo, gallinas incluidas. Pero no todo el mundo es feliz: Roger, el misterioso vecino, observa todo con torva expresión desde la balconada de su casa. ¿Estará celoso por la felicidad de Linda junto a John?
Tras una magnífica luna de miel en Barbados (Mallorca) el matrimonio vuelve a casa para iniciar una vida de felicidad y amor conyugal… O eso piensa Linda. Pero gradualmente el antaño atento y sensible John se va comportando de una forma cada vez más violenta y despótica: empieza a criticar el chucrut de su mujer, hace comentarios sarcásticos acerca de la elección de cortinas para la salita, apunta mal de forma deliberada cuando va al baño y, lo peor de todo, descoloca las servilletas cuando se sienta a la mesa. Linda sufre, porque ve cómo su matrimonio se está convirtiendo en la clase de infierno que vivió junto al padre de su hija, el difunto Charles (Wolfgang Schwarz). Linda le abre su corazón a Elizabeth, contándole esos oscuros años al lado de un hombre insensible y poco organizado, pero aunque ésta entiende el dolor pasado de su amiga, se niega a creer que John pueda ser tan ruin como el difunto marido. En realidad, Elisabeth lleva unos meses secretamente enamorada del taquimecanógrafo, a quien idealiza como un hombre perfecto e intachable.
El drama familiar de Linda se agrava cuando John empieza a meter a escondidas manzanas en la mochila de Molly, para que las coma en el recreo de la escuela. En un momento de gran tensión dramática Linda se enfrenta a John, acusándole de querer convertir a su hija en una vegetariana. John ríe malignamente, diciendo que por fin se ha cumplido su plan, y revela su oscuro secreto: en realidad se trata de su exmarido Charles, a quien todos creen muerto, pero que logró sobrevivir milagrosamente (y gracias a la robustez de la ingeniería alemana) al accidente de coche. Linda no le había reconocido hasta entonces gracias al astuto disfraz de Charles (unas gafas de Groucho Marx con nariz y mostacho postizos), pero ahora que el malvado hombre se ha desvelado, ella se de cuenta de cuán tonta ha sido: en realidad, todo lo sucedido en los últimos meses ha sido parte de un retorcido plan de Charles para hacerse con el control de la Federación Nacional de Boxeo.
Linda intenta denunciar la situación a las fuerzas vivas del pueblo, pero nadie le cree, y mucho menos Elizabeth, quien se pone claramente de parte de "John" e incluso le invita a una tradicional barbacoa americana a base de codillo y bratwurst. El maligno plan de Charles no tiene fisuras, y Linda sufre en silencio, como si tuviera unas hemorroides del tamaño de ensaimadas, mientras el resto del pueblo jalea y ensalza continuamente las virtudes de "John", a la sazón nombrado capitán del equipo de animadoras. Linda se ve obligada a permanecer en casa, intentando sin éxito hornear un apfelstrüdel sin que se le quemen los bordes, sometida al ostracismo social y a un intenso dolor de juanetes. Pero la gota que colma el vaso ocurre al llegar Charles a casa con un racimo de uvas para la pobre Molly: aun sabiendo que no tiene nada que hacer frente a la superior fuerza física de John/Charles, Linda lucha por su vida y por el sagrado carnivorismo de su hija. Como era fácil de prever, Charles se impone en la batalla, y está a punto de asestarle un golpe mortal a su esposa con un pollo de goma cuando, milagrosamente, es derribado por Roger, quien lo ha estado observando todo desde el inodoro. Roger y Charles pelean a muerte, usando solo sus puños y dientes, hasta que la casa estalla en llamas. Linda observa, aterrorizada, cómo su viejo hogar arde hasta los cimientos, creyendo que ambos hombres han muerto en la explosión. Pero en el antepenúltimo momento Roger consigue escapar de la conflagración de forma inaudita: vestido de conejo. En el penúltimo momento, aparece también Charles, casi muerto, lanzando un último ataque envenenado contra su rival con la primera arma que encuentra a mano. La primera arma que encuentra a mano es una mata de fresas, que por algún motivo (posiblemente exigencias del guión) no consiguen matar a Roger. Entonces Charles finalmente perece y, ahora sí que en el último momento, Linda descubre que en el fondo ha estado todo el tiempo enamorada de Roger, y por lo tanto se casa con Elizabeth, que tiene un dúplex en el centro. Y a partir de ese momento son felices y comen todos como cerdos.
Este es, detalle arriba o detalle abajo, el argumento de cualquier película que pongan en Antena 3 o Tele 5 un sábado después de comer: el osezno y yo llamamos a todos estos telefilms "películas de mujeres que sufren mucho", y a él le encantan. Nada mejor que una Película de Una Mujer que Sufre Mucho para echarse la siesta frente al televisor.
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