febrero 14, 2014

Be My Valentine

Cuenta la leyenda que, allá por el año de maricastaña, un emperador romano bastante desconsiderado decidió prohibir que los jóvenes legionarios se casaran, en la creencia de que la soltería les llevaría a unos mayores furores guerreros y ansias conquistadoras. Pero el bueno de Valentín, defensor del amor y la familia nuclear cristiana, celebró miles de bodas clandestinas para unir en sagrado sacramento a las jóvenes parejas romanas. Porque el amor todo lo puede, y no hay nada mejor para llegar a ser santo que la desobediencia civil contra el pérfido laicismo imperante.

Lo que no explica la leyenda, evidentemente, son las cuestiones verdaderamente interesantes, a saber: qué es lo que hacían los jóvenes legionarios solteros entre ellos, quién le había dado a Valentín licencia para casar, qué demonios tiene que ver el amor con el matrimonio y, lo que es más importante, si las croquetas de los banquetes de boda eran congeladas o no. 

Por lógica, todo esto conduce a ingentes beneficios para el Corte Inglés y otras ONGs por el estilo.

A mí me da igual lo estúpido que sea el origen de una fiesta: lo importante es celebrarla. Y total, en lo que a orígenes estúpidos se refiere, San Valentín no es ni con mucho la peor: fíjense si no en la Navidad, el Día de la Marmota o el Día de La Constitución. Esos sí que dan risa...

¡Felicidades, y a Amar Mucho!






4 comentarios:

Eleuterio dijo...

Feliz día. Estoy con intenso resfrío que no me permite ninguna acrobacia líquida.

Pasadla bien.

Christian Ingebrethsen dijo...

Yo normalmente no soy de celebrar San Valentín. Con un ex mío hacíamos algo parecido que era darnos sorpresas pequeñitas todos los 14 que no fueran de febrero.

Y tú dirás, claro, por eso es ex.

Unknown dijo...

Feliz día a ti también.

(¡Y vaya fotazas!)

Deric dijo...

Ahí le has dao!

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