febrero 16, 2015

Viajes tropicales, palizas y la mente cuadriculada española

Hace unos años, estábamos el Señor Hm y yo tomándonos unas cervezas en un bar de Copenhague, tan ricamente. Se nos acercó un señor local, desmintiendo uno de los mitos infundados que existen acerca de los nórdicos y los españoles: que los segundos somos más abiertos y sociables que los primeros. El danés nos había oído hablar en español y se acercó a saludarnos, porque (por algún motivo que no alcanzo a comprender) le encantaba España:
- Qué país más bonito -nos dijo-. Me encanta viajar a España. Voy casi todos los años. Pero eso sí, no podría vivir allí: los españoles sois demasiado cuadriculados.
El Señor Hm y yo nos miramos extrañados, pensando que el danés nos estaba tomando el pelo. Fue bastante después, con bastante reflexión por mi parte, que me convencí de que el danés no estaba bromeando en absoluto. Lo decía convencido, y tenía toda la razón.

Es otro de los mitos infundados acerca de lo español. Nos creemos que somos mediterráneos, abiertos, intuitivos, espontáneos y flexibles. Y es una mentira como una casa. Confundimos nuestro detestable vicio de llegar tarde a los sitios con espontaneidad, pero en muchos aspectos somos más rígidos e inflexibles que los alemanes o los finlandeses. Un ejemplo que veo a menudo entre mis alumnos (no todos, afortunadamente) es esa manía de pensar que uno tiene que encontrar trabajo a menos de diez kilómetros de la ciudad donde ha nacido, o la pretensión de trabajar toda la vida exactamente en lo que uno quería trabajar cuando tenía dieciocho años: rigideces españolas que el siglo XXI se está apañando muy bien para despedazar, con el consecuente desgarro emocional para muchas madres sobreprotectoras españolas.

Pero el mejor ejemplo de todo esto es nuestro desmedido amor por la burocracia demente. Por mi experiencia y la de mis amigos que han viajado por el mundo anglosajón, germano y nórdico, doy fe de que en todos esos países supuestamente "más cuadriculados" que el nuestro sorprende la facilidad con la que se pueden hacer muchos trámites burocráticos (la excepción: abrirse una cuenta bancaria en el Reino Unido, pero eso es por otros motivos). Los departamentos de universidades como la Cambridge o Helsinki, o el Instituto Max Planck alemán, operan con una cantidad realmente baja de papeleos.

Una de mis teorías al respecto (tengo varias) es que la sociedad española, al igual que la italiana o la griega, son sociedades basadas en la desconfianza mutua. El principio rector de nuestra convivencia parece ser el de que todo el mundo intenta timar a todos los demás, por lo que se hacen necesarias millones de regulaciones, trabas y comprobaciones que para evitar que todo el mundo haga lo que se supone más natural, que es robar a los demás. Somos un país en el que la letra de la Ley intenta compensar la falta de espíritu de la Ley. Así nos va.

El caso es que hemos visto un incremento en la cantidad de controles, trabas administrativas y regulaciones que hacen que, hoy en día, un investigador de poca monta como yo tenga que dedicar prácticamente un quinto de su tiempo de trabajo a rellenar papeles.

De todo esto ya he hablado en más de una ocasión, y el lector que haya llegado hasta aquí se preguntará por qué vuelvo a contar otra vez lo mismo de siempre.

Todo esto viene por una estupenda noticia: me han ofrecido la oportunidad de ir a un congreso la mar de interesante en Brasil, dentro de unas pocas semanas. ¡Yupi!





Pero atención: las nuevas normas del ministerio obligan a realizar todos los viajes de trabajo, aunque sean a la otra punta del mundo, durante los días anterior y posterior al congreso o reunión que se vaya a celebrar. Esto suena muy sensato a primera vista, pero cuando uno lo analiza bien lleva a situaciones que resultan totalmente contrarias a lo que se pretendía (si lo que se pretendía era ahorrar). Antes, uno podía quedarse unos días más en el destino pidiendo las oportunas vacaciones y pagándolo de su bolsillo, si con ello el vuelo salía más barato o como mucho igual de caro que viajando en las fechas exactas. Eso posibilitaba que uno descansara de viajes muy largos, hiciera frente al jet lag antes de reuniones importantes, y daba un incentivo extra a la tarea generalmente penosa de viajar en turista.

La nueva medida lleva a aberraciones como la de un colega mío, que tuvo que pagar seiscientos euros más por un viaje a Estados Unidos que si hubiese vuelto un día más tarde, o a que a veces uno necesite pagar a precio de oro un taxi para llegar a tiempo a una reunión en vez de usar el más lento transporte público.

Mi congreso va a tener lugar en un pueblo a cinco horas de autobús de Río de Janeiro, lo que en este caso concreto significa que me voy a tener que dar la paliza del siglo para, a la vuelta, asistir al congreso hasta su finalización, acto seguido salir corriendo, pillar un bus, llegar al aeropuerto con el tiempo justo, facturar, coger un vuelo que sale poco antes de medianoche, volar once horas sobre el Atlántico, hacer un trasbordo rápido en Madrid y llegar a Santander poco antes del final del día.

Y me volveré sin conocer apenas nada de Brasil.

Al menos, el congreso merece la pena...


8 comentarios:

PasaElMocho dijo...

Sí, son temas absurdos (que no cuadriculados) y en ello puedes culpar a la rigidez del estado, el sistema, la casta o como quieras llamarlo, no a la de los naturales de España.

Pero dadas las noticias que cada día nos salpican (no sé si te has enterado hoy de los Congresos y Mariscadas de CCOO) vivimos en tiempos escandalosos en los que se han cometido muchos abusos en relación a viajes de trabajo.

¿Que se debería poder tener flexibilidad? Pues sí, tendría que haber una departamento que atendiera las justificaciones de cada caso, pero eso supone a) personal, b) retrasos y c) más burocracia aún.

Sufur dijo...

Es cierto lo que dices, Mocho, y yo veo muy bien el control estricto de los viajes de trabajo, sobre todo en el sector público.

Lo que ocurre con esto es que hay una doble moral: miran con lupa a los que no pueden defraudar, y hacen la vista gorda con otros.

Me explico, aunque esto también es argumento viejo: los fondos para viajes de trabajo por parte de las universidades y los organismos de investigación vienen a través de proyectos públicos que se consiguen después de una competición feroz. Todas las partidas presupuestarias vienen rígidamente organizadas en capítulos y todo gasto ha de ser debidamente justificado. Hasta aquí, todo perfecto.

Sucede además que siempre conceden menos dinero de lo solicitado (de nuevo, es normal que se repartan los recursos de acuerdo a la excelencia del proyecto). Así que los investigadores siempre andamos cortos de dinero para viajes de trabajo (y para todo lo demás, vaya). Nosotros somos los primeros interesados en administrar los magros recursos para que duren lo más posible. Nos toca hacer de gestores, alargando los recursos al máximo como madres de familia numerosa intentando llegar a fin de mes.

Por eso duele tantísimo ver que las medidas de ahorro, que sin duda intentan mejorar la imagen de la administración pública, consiguen justo lo contrario a lo que supuestamente pretenden: que se emplee el dinero de forma menos eficiente, y dentro de un clima de sospecha y desconfianza la mar de desagradable.

Hay soluciones más sencillas y claras, que no requieren más burocracia ni personal. Los proyectos europeos, por ejemplo, tabulan los gastos desde el principio. Te dicen: "en ir a tal sitio no debes gastarte más de tanto". Eso te pone un límite dentro del cual te tienes que apañar, pero permite flexibilidad de fechas, compañías aéreas, etc. Te puedes acoger a ofertas y precios especiales, cosa que aquí y ahora no te permiten hacer (ejemplo concreto: a la hora de usar un autobús interurbano, debes viajar en un viaje regular aunque haya alguna oferta especial que te permita viajar en un bus de clase superior por menos dinero). Y por supuesto al final del día tienes que justificar todos tus gastos presentando facturas de todo. ¿Por qué no hacer algo así?

Pues también tengo una teoría al respecto. Poniéndolo así de difícil desincentivan este tipo de viajes. Si tienes un congreso de dos días en Japón y te obligan a hacer el viaje de ida y vuelta el día antes y el de después pase lo que pase, dices "que vaya Rita", independientemente de lo importante que sea el congreso. Te quedas en tu oficina y pierdes la oportunidad.

De esta forma se hace que "sobre dinero". Exactamente igual hacen con el dinero para contratos. Esto ocurre: solicitas un proyecto para contratar durante un año a un asistente de laboratorio (por ejemplo). Te conceden el dinero. Pero te lo dan en octubre, para gastarlo antes del 31 de diciembre. No puedes gastarte un año de contrato en dos meses, así que devuelves el dinero. Y el Ministro puede decir "no sé por qué se quejan de recortes, si el dinero que se concede lo devuelven, eso es que hay fondos de sobra". Esto que acabo de contar no es ficción, nos ha pasado a nosotros...

Christian Ingebrethsen dijo...

Que vergüenza, una cosa es tener que ir a un congreso para aprovechar y estar unos días de tu bolsillo y otra que aprovechases esos viajes no para ir congresos sino para ver a un maromo como hacía cierto político (aunque en su caso era una maroma).

Moriarty dijo...

Pues mire usted por dónde, precisamente hoy he tenido una bronca con mi jefe debido a diferencia de pareceres acerca del lugar adecuado en el que los parados que quieran cobrar un determinado subsidio deben estampar los sellos de las empresas a las que presentan los currículos. Si eso no es rizar el rizo del agarrársela con papel de fumar administrativo, que baje Dios y lo vea.

Páselo bien en Brasil, y, a ser posible, haga fotos.

DiegoC dijo...

Después de un severo ataque de hiperventilación al ver la foto del primer brasileño, concuerdo en la idea de que los noreuropeos son cuadriculados.Para muestra,un botón: aquí pensamos que los alemanes son seriotes,cabezas cuadradas y tal ¿verdad? Pues mis cojones 33: les va la farra como a Dios y son unas guarras de mucho cuidado.Obviamente,hablo del sector mariquituso de los alemanes;en la rama horterasexual,lo desconozco.

DiegoC dijo...

Quería decir "la idea de que los noreuropeos NO son cuadriculados".Es que sigo hiperventilando...

Unknown dijo...

Hombre, a la idea de que robamos a la mínima (que es tristemente cierta) no la llamo cuadriculismo.

Pero sí, es una vergüenza todo. A mí me pasa algo parecido, lo bueno es que cuando los fondos vienen de Europa te dan un dinero máximo y ahí tú te apañas (presentando luego las facturas, claro).

hm dijo...

Ese comentario es una de las verdades más grandes que he oído... y no es el único guiri que me ha dicho algo por el estilo.

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