abril 02, 2015

Ragù de cosas

¿En qué se asemejan los vastos campos de centeno de los Urales y Curri Valenzuela? En que ninguna de estas dos cosas tienen nada que ver con el contenido de esta entrada. O tal vez sí, no lo sé, porque estoy en modo escritura automática, algo muy de moda hace más o menos un siglo, pero que uso poco. Sobre todo porque nunca había pensado en ello hasta ahora.

Ni siquiera tengo un título aún para esta entrada.

En la cocina borbotea un cazo donde se está preparando mi Famoso Ragù Para Todas Las Ocasiones. Lo uso, entre otras cosas, para condimentar pasta, para rellenar empanadas, para engrasar bisagras y como laxante de perros. Mi Famoso Ragù etc contiene todo lo que esté en la nevera a punto de estropearse, más carne picada y tomate. Todo cubierto por una generosa capa de aceite. Fue mi suegra quien me enseñó el secreto de las salsas de tomate: dejarlas hacer lentamente, durante una o dos eras geológicas a ser posible, en mucho aceite, hasta que se convierten o bien en petróleo o en algo delicioso, tan amalgamado que prácticamente es indiferente la composición inicial. En este caso, aparte del tomate y la carne picada: puerro, ajo, cebolla, chorizo picado y trozos de ADN. El ADN da un retrogusto delicioso a los platos. Os aconsejo probarlo. 


Esto va para largo, así que me levanto, remuevo un rato el mejunje, abro la nevera, corto un poco de queso (un Cueva Pregondón asturiano), abro una botella de vino (un kékfrankos que nos trajimos de Hungría), le pongo la mitad del queso y una copa de vino al osezno, y yo me tomo la otra mitad del queso mientras me bebo el resto de la botella. A morro. Las películas norteamericanas nos han enseñado que cocinar con una copa de vino tinto es lo más fashion, pero yo soy de pueblo y reinterpreto los conceptos a mi manera.

Es lo que siempre le digo a la juventud: el alcohol hace más bella la vida. Al menos, difumina las arrugas y otros defectos menores.

Esto es lo bueno de celebrar el Catholic Pride en casa: te puedes pasar la mañana haciendo experimentos contra natura en la cocina. Después de haberlos hecho en la cama. O en un sofá. Whatever. El kékfrankos va haciendo efecto. Otra de las cosas que uno puede hacer con calma: mirar Facebook. ¿También os pasa a vosotros que más de la mitad de las personas que te sugiere como amigos son tipos con los que habéis follado? El resto son primuñadas: palabra que me acabo de inventar y que significa mujeres de primos. Tengo muchísimos más primos que primas, y eso lo explica todo, excepto quién puso de moda estos peinados hípster tan horteras. Mis primuñadas tienen aficiones muy concretas: parir e intentar descubrir los secretos de mi Facebook. Van listas.

El osezno, mientras tanto, vuelve a ver viejos capítulos de Mujeres Desesperadas. Me siento muy identificado con las protagonistas de esa serie: soy maniático como Bree, torpe como Susan, feo como Lynette, y tiro a tonto del culo como Gaby. Pero ellas tienen casas más grandes y, posiblemente, vagina. Ayer, durante el café en el trabajo, nuestro compañero y sin embargo amigo P. nos ilustró acerca de la etimología de la palabra "vagina": ¿sabíais que proviene de la misma raíz que "vainilla"? Aunque yo nunca me comería un flan de vagina. Aparece Constantino, se sube a mi mesa e intenta colocarse delante de la pantalla del ordenador (descansar es más divertido cuando estorbas a alguien). Pero no contaba con mi protoborrachera: empiezo a morderle e intentar arañarle los ojos, así en plan amigo. Rodamos los dos por el suelo, él soltando pelos y yo caspa, hasta que puede el más fuerte: él.

Pasan los minutos, el ragú borbotea, y creo que va siendo hora de cerrar esto. En un par de horas, macarrones. Y yo sin elegir un título. Me aguarda una tarea importante: elegir una ruta segura para esta tarde. Viene la señora de la limpieza, y nos encanta no estar presentes cuando ella hace su trabajo, no sea que le de por hablar. Saldremos a dar una vuelta, aprovechando que luce el sol y no dan tantas ganas de suicidarse como otros días santanderinos. Pero hoy es el Catholic Pride, y habrá procesiones. Ya bastante malo era encontrarse el domingo pasado con las calles infestadas de rameras, lo de hoy puede ser catastrófico. ¿Dónde nos meteremos? Y, más importante aún, ¿habrá alcohol barato?

Respecto a la imagen: yo qué sé. A mí qué me contáis... Estoy más borracho que vosotros, pero menos que Liza Minelli después de desayunar

5 comentarios:

starfighter dijo...

Solo te ha faltado gritar 'Viva el vino'. Para eso están los días de fiesta: para el beber, el comer y el sexo. Y no necesariamente por ese orden y en soledad.

Unknown dijo...

Ya que hace sol, emigra a la playa. ¡Aprovecha que estás en racha de superación del TOC! (y que sigues borracha)

Allau dijo...

Acabo de llegar de Huesca: estaba todo lleno de penitentes nazarenos. No debería salir de casa, me obliga a enfrentarme con la realidad.

un-angel dijo...

Ay casi muero con lo de que las mujeres desesperadas tienen casas más grandes y "posiblemente vagina", jajaja.
Esa combinación de vino-ragú-osezno es ideal para sobrevivir no solo a estos entrañables días sino a cualquier época del año, lástima que al final el hígado se nos resienta...

PasaElMocho dijo...

No me he topado con ningún nazareno durante estos días, pero sí con mucha gente arrodillada. Huy, voy a tuitearlo.

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