octubre 04, 2015

Nueva guía vitícola española

Antes, ibas a un restaurante y las opciones eran tres: o pedías tintorro, o blanco, o un clarete. También podías pedir agua, pero eso te señalaba automáticamente como persona rara y poco de fiar, sobre todo a la hora de hacer negocios. 

Hoy en día, sin embargo, la cosa se ha complicado mucho. Todo empezó cuando pedir un tinto dejó de ser sinónimo de pedir un Rioja. Empezó la fiebre de las denominaciones de origen y todo el mundo se apuntó al carro de hacer buenos vinos. O, como dicen los cursis, caldos:



Ahora vas a un restaurante y te traen una carta de vinos que parece el listín telefónico de Tokio, por lo gruesa y lo difícil de entender. Tardas más tiempo en elegir el vino que luego en tomártelo. ¿Pega bien el Monastrell con la caza? ¿Al pulpo a la brasa sobre lecho de patata atomizada le va mejor un blanco o un tinto? ¿Qué es más dulce, un semidulce o un semiseco? Y, sobre todo, ¿qué porras son los taninos y cómo se comen?

Para evitar que quedes como un completo paleto delante de tus amigos, y siguiendo la estela de mi anterior post sobre vinos, os ofrezco una breve guía de los vinos españoles atendiendo a sus denominaciones de origen:

Rioja: los vinos de toda la vida, se les reconoce fácilmente porque en las etiquetas tienen muchos ribetes dorados y por sus nombres suenan a cosas señoriales y de toda la vida, como por ejemplo "Señorío Imperial", "Arcipreste del Calcañal" o "Bordón VISA platino". Las principales variedades de uva son la garnacha, el tempranillo y cualquier otro hierbajo que crezca en Castilla la Mancha.

Ribera del Duero: llamados así porque no se cultivan en el Tajo. Se trata de vinos potentes, sabrosos, rancios, pegajosos y astringentes, como todo lo castellano. Se parecen a los Riojas en que es lo único que se le ocurre pedir a la gente de más de cincuenta años, y se diferencian de ellos en que cuestan más sin estar más buenos. La obsesión por elevar el precio de las botellas se nota mucho en los nombres de estos vinos, que casi siempre se llaman Pago de algo: "Pago de los Archiduques", "Pago del Patatús" o mi favorito, "Pago de los pagos". También se llevan muchos los nombres que suenan a latín, como "Summum" o el legendario vino de marca "Hacendadum".

Toro: se trata de unos vinos que antiguamente utilizaban como sustituto del alquitrán en las carreteras y actualmente mantienen la misma función, pero huelen ligeramente mejor. Los nombres más populares tienen que ver con dominios o con cosas muy DBSM: "Dominio de los Señoríos", "Señorío de los Dominios" o "Abadía de la Esclavitud", por poner unos ejemplos.

Cariñena: son como los vinos de Toro en fuerza, en potencia y en lo malos que están, pero también valen como matarratas. 

Priorat: da igual que estén buenos o malos, no eres nadie si no afirmas entender los vinos del Priorat. Estás muerto socialmente si no eres capaz de distinguir la garnacha peluda del mazuelo. Atención a la frase de moda: "he descubierto un priorat muy atrevido llamado "barranc dels mitjons" del que solo producen setecientas botellas al año, y me las he bebido todas así que no intentéis buscarlo, palurdos, chusma, gentuza, que no me llegáis ni a la suela de las polainas". 

Alicante: otros vinos que da igual cómo sepan. Lo bonito es mirar las divertidas etiquetas de las botellas y echarse unas risas con los nombres, que son siempre desenfadados a la vez rompedores y sugerentes a la par que idiotas: "Pinganillo", "{\left. {\frac{{{\partial ^2}\Omega }}{{\partial {u^2}}}} \right|^{7 - x}}" o "Pis de gato".

Txacolí: es una broma, ¿verdad?

Rías Baixas: blancos ideales para combinar con langostas, bogavantes, centollos, percebes y unas buenas hipotecas.

Valdepeñas: vinos con los que uno sabe a lo que atenerse, lo cual no impide que te los cobren a treinta euros la botella en los restaurantes de los listos.

Somontano: una rica región vinícola, también muy de moda, con una tradición milenaria de cultivo de uvas autóctonas como la gewürztraminer, la riesling, la sauvignon blanc y la garnacha neozelandesa, que nos retrotraen a tiempos más sencillos y felices.

Cava: no todo es Freixenet en este mundo. También hay otros grandes vinos espumosos de calidad como el Codorniú. La Sidra el Gaitero, aunque sea famosa en el mundo entero, no pertenece a esta denominación de origen.


Existen otras sesenta denominaciones de origen, pero o bien nadie ha oído hablar de ellas, o a nadie le interesan, o no merece la pena que me las gane como enemigas, a diferencia de las anteriores, que me han vetado en todas sus bodegas por motivos que no alcanzo a entender. ¡Mundo injusto y cruel!






2 comentarios:

PasaElMocho dijo...

Méntrida, Méntrida.
Cuánta tontería hay con los vinos.

Eleuterio dijo...

Yo quiero saber de vinos pero no me da el piné.
El otro día probé un Rioja tan espeluznante que lo dejé por la mitad. Decepción total.

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