enero 15, 2016

Mis sesudas propuestas a la RAE

En los últimos días he tenido el dudoso placer de recibir en mi WhatsApp, a través de diversos grupos de difusión y en número de unos ciento cincuenta millones de veces –ya sabéis que yo nunca exagero–, un mensaje más largo que un día sin pan bajo el estúpido título: «Para los “ignorantos e ignorantas" tal vez a algunos les sirva», así sin signo de puntuación alguno. 

A ver, cansinos: está bien divagar cuanto uno quiera en blogs o en Facebook, donde los lectores pueden elegir a quién seguir o no y qué ver en su muro. Pero dejad de dar la brasa recirculando mierdas por WhatsApp, que eso gasta datos y yo necesito mis preciosos megas de navegación para hacer lo que hacen las personas respetables y normales, es decir, ver porno y cosas de esas.

El caso es que el mensaje en cuestión, largo y mal redactado como está, tiene su miga. Es una piedra más (más bien un borrillo, que es como en Segovia llamamos a los cantos rodaos) en el oscuro, feo y mal ventilado edificio del debate sobre el sexismo en el lenguaje. Hay gente que opina que para llegar a la igualdad de género es necesario promover que todos los sustantivos tengan su versión masculina y femenina (doctor/doctora, alcalde/alcaldesa, periodisto/periodista) y hay quienes piensan que esto es una chorrada como una catedral porque el lenguaje es el que es, con su contexto histórico-cultural, patatín, patatán, y que para qué cambiar cosas.

A mí todo esto me parece de una estrechez de miras escalofriante: lo que hay que hacer es convertir el español, a.k.a. ejpañol, la gloriosa lengua de los herederos espirituales y materiales (pero no genéticos) del Hombre de Atapuerca, en un idioma más lógico y coherente. Nuestra lengua es complicadísima y eso explica por qué casi nadie en Internet parece ser capaz de escribir algo que tenga el más mínimo sentido.


Porque, a ver, ¿por qué porras al actor de género femenino se le denomina actriz y al doctor de género femenino se le llama doctora? Yo, con mi tradicional brillantez, propongo unificar el morfema y usar siempre el que más gracioso me parece: –triz. Tendríamos así, además de actrices, meretrices e institutrices, también doctrices, pastrices, cantautrices y conductrices (en ocasiones, conductrices de locomotrices). ¿No sería bello escuchar frases como por ejemplo "mamá, me ha tocado ser pastricilla en la obra de teatro del colegio"? Esto también dotaría al idioma de una inusitada fuerza poética, al permitir que palabras como nariz o cerviz tengan muchísimos más pares de rima.

Otro tanto ocurre con los cachorros de los animales. Si la cría del lobo es el lobezno y la del oso es el osezno, ¿por qué no debería ser perrezno la cría del perro? Perrezno, gatezno, aguilezno, caballezno de mar. Es más, la auténtica forma de acabar con no solo con el machismo, sino también con el repelente antropocentrismo que nos aqueja, desde la cuna es llamar a todos los bebés humaneznos.

Los ejemplos son casi inacabables: ¿por qué se dice tranquilidad y sin embargo quietud? ¿No sería más lógico unificar ambos encomiables estados en "tranquilitud"? No sería necesario perder ninguna rima: "Feliz Navitud, próspero año y felicitud" seguiría siendo el buen deseo de los bienhechores y las bienhechrices. Todo a pedir de boca.

Y por todo esto, solicito a la RAE que ponga un poco de orden en todo este caos, ¡hombre ya!

6 comentarios:

un-angel dijo...

Jajajajaja, me ha encantado la pastricilla y sobre todo el gatezno, jajaja. Que bueno.

Christian Ingebrethsen dijo...

Pues yo me quedo con ese "Feliz navidud" que parece surgido de los labios de un rumano recién llegado. Pero sí, a los españoles nos encanta complicarnos por toooooodoooooo, Y luego vamos de gente relajada...

PasaElMocho dijo...

Si nesesitas reaggetón dale

Moriarty dijo...

Y si un actor es malo malísimo, siempre cabe llamarlo actroz. Las posibilidades, en efecto, son casi infinitas.

Alex dijo...

Tranquilitancia.

Sufur dijo...

;-)

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