diciembre 20, 2017

Beware of the breeders!

Están aquí, entre nosotros. Pueden encontrarse en cualquier lugar, incluso en los más sitios cotidianos. Puede tratarse de tu vecino, de tu jefa en el trabajo, incluso de algún familiar. Seguramente alguno de tus amigos sea así. ¡Nadie está a salvo!

Los universos paralelos existen. No hace falta saber física cuántica para ser conscientes de ello. Los distintos planos de la resistencia se extienden a lo largo de las dimensiones quinta a undécima (o vigesimotercera, según tu teoría-M favorita) y en ocasiones se tocan, coexisten. Se solapan. Y por ese motivo a veces ocurre que la persona que tienes al lado resulta ser de otro universo totalmente distinto, donde las leyes de la Física y del sentido común siguen reglas completamente diferentes a todo lo que conoces o has imaginado.


Yo acabo de realizar un viaje con dos seres de otra dimensión.

A California, concretamente. Tenía un par de congresos y allí me fui junto a dos compañeros de trabajo (y, sin embargo, amigos). Fueron diez días de estrecha convivencia, lo que me permitió observarlos detenidamente y darme cuenta de que, como en La Invasión de los Ultracuerpos, mis compañeros son en realidad aliens con forma humana.

Yo ya sabía desde el principio que eran un poco diferentes. Los dos pertenecen a esa especie humanoide que el columnista norteamericano Dan Savage llama breeders ("criadores"): personas que utilizan el sexo como forma de perpetuar cosas (si no a sí mismos, a menos a la especie). Al contrario de lo que pueda parecer, soy un firme defensor de los criadores y considero que juegan un papel importante para la sociedad: concretamente, el de dar origen a los jovencitos cuya visión alegrará mis astigmáticas retinas cuando sea un dulce viejecito verde. Vaya por delante, pues, mi admiración hacia esos abnegados especímenes capaces de realizarse como personas fabricando otras personas.

Mis compañeros de viaje y trabajo (a la par que amigos) son criadores reincidentes, ambos con un número par de vástagos propios (no en común), pero por lo demás son personas perfectamente normales. Al principio nuestras conversaciones entraban dentro de los parámetros de la cotidianeidad (matrices de covarianza, bolometría, modos de polarización), pero a medida que iban pasando las horas y los días los temas de trabajo se iban agotando, de forma que paulatinamente la conversación sobre asuntos personales fue adquiriendo un peso cada vez mayor. Yo empezaba a notar algo raro, pero no acababa de definir esa sensación extraña que me estaba invadiendo.

Una tarde de sábado, teniendo tiempo libre, me fui a dar un paseo por San Francisco, yo solo. Bajé del metro en la parada de Castro y me di un paseo por el barrio. En Does Your Mother Know? compré unos preservativos Tom of Finland edition y lubricante. Luego bajé a pie atravesando el barrio de Mission hasta Folsom Street. Era temprano y los sexclubs estaban aún cerrados. Fui a Mr. S, una especie de El Corte Inglés del cuero y el látex donde lo tienes todo en materia de máscaras de perro, cubrecamas de goma para las lluvias doradas, fustas, arneses o dilatadores. Me compré un par de jockstraps y una camiseta de Nasty Pig, una marca que me encanta y es difícil de encontrar en España. También me compré una camiseta de la propia tienda que pone “San Francisco fucker". Delante de mi en la caja estaba pagando una mujer australiana multitatuada y acompañada de uno de sus toyboys, diciéndole al dependiente lo mucho que le había gustado la tienda. Estuve de acuerdo. Después volví a la calle y, como estaba cansado, entré a tomarme un cafetito y unas cookies al Wicked Grounds. Se trata de una acogedora boutique/cafetería que desde 2009 sirve de lugar de reunión a la variopinta comunidad kink de San Francisco. Allí puedes tomar tranquilamente una infusión y degustar deliciosas cupcakes caseras, lo mismo que comprar libros sobre el arte de la asfixia erótica o poner un anuncio en el tablón buscando esclavo al que le guste que le meen en la boca. Fue allí, sentado al calorcito del radiador junto a la colección de mordazas, donde tuve un rato para reflexionar sobre los últimos días y descubrir qué era esa extraña sensación que me estaba invadiendo.






Por fin lo supe: llevaba una semana sin escuchar una sola conversación normal. Todo había girado en torno a la progesterona, a las ventajas y desventajas de dar el pecho pasados los diez meses, los cólicos nocturnos y las guarderías bilingües. Número de veces que se había mentado la palabra “pañal": ochocientas cincuenta y nueve. Número de veces que se había mentado la palabra “bukkake": cero.

Muy inquietante.

He de reconocer que me asusté un poco. Lo desconocido siempre da algo de miedo. Pero soy un científico y me mueve la curiosidad. Tenía aún cinco días de viaje por delante y eso me daba una oportunidad única de explorar el universo paralelo de los criadores. Salí de la reconfortante seguridad de Folsom y me volví con mis compañeros, los aliens.


Tengo que reconocer que mi investigación científica no tuvo todo el éxito que yo me esperaba. Hay muchas cosas que mi mente no está preparada para entender. Conceptos tan extraños y alejados de mi experiencia que simplemente no soy capaz de imaginar. Cosa que no es de extrañar, dado que estamos hablando de universos alternativos, al fin y al cabo. Nuestras pobres mentes mortales no están diseñadas para cambios de paradigma tan radicales.

Las diferencias son prácticamente ilimitadas. Está por ejemplo lo de los grupos de mensajería. Por algún motivo que se me escapa por completo, los criadores utilizan whatsapp para crear redes llamadas “grupos escolares" en vez de para intercambiarse fotos de pollas. Todo en su uso de los móviles es extraño: evidentemente no esperaba que fueran a tener instalado Grindr, ya que estos criadores son heterosexuales, ¡pero es que por no tener no tienen ni Tinder! ¿Cómo hacen los habitantes de su dimensión para follar? Si no fuera por el hecho de su propensión a engendrar uno diría que ni siquiera lo hacen, ya que ni una sola vez les escuché presumir de ningún polvo suyo. En ausencia de más datos, no podemos excluir la posibilidad de que los criadores se reproduzcan por mitosis o por esporas.

Intenté imaginar cómo deben ser por dentro los hogares criadores. El caos. La confusión. La falta de criterios claros. Nosotros, cuando tenemos visitas en casa, sacamos vino o poppers, según el caso. Los criadores, por lo que pude deducir, Colacao y Aspitos. En la tele tienen puesta Frozen en bucle perpetuo, mientras que para nosotros Internet es un manantial de porno inagotable en el que nunca es necesario ver dos veces la misma corrida. Ellos tienen a La Patrulla Canina y nosotros a Colby Keller. Ellos salen para ir a los caballitos y nosotros a la sauna. Ellos de vez en cuando se encuentran con que alguien ha traído piojos a casa y nosotros… ¡vaya! Resulta que más o menos lo mismo. 



Interesante coincidencia. ¿Existiría algún punto en común entre nuestros universos? Intenté salvar la brecha conversacional aportando que a mí la loción de permetrina y afeitarme el pubis siempre me funciona a las mil maravillas, pero mi comentario no fue muy bien recibido. Después de eso, decidí que era mejor seguir observando en silencio. Hay universos que es mejor no mezclar demasiado, no sea que vaya a implotar el tejido del espacio-tiempo.

4 comentarios:

Mocho dijo...

¡No conocía los Aspitos!!!!

Sufur dijo...

Son fundamentales en la dieta moderna del infante

Alex dijo...

Entiendo esto a la perfección: la mayoría de mis amigos son heterosexuales (aunque casi todos se las han ingeniado para no tener descendencia) y los temas que se escuchan son similares a lo que describes.
Sin embargo, he de confesar, que te envidio esos temas de conversación en el Whatsapp! Yo nada de penes, nada de bukkakes, nada de nada. Nada de afeitarme naada ni de ir al sauna. ¿Será que soy muy "vainilla" y aburrido?

Curioso que menciones a Savage. El otro día me di cuenta que hace años que no escuchaba su programa, me decidí a volver a oir un episodio y me di cuenta que ya no lo soporto. Hace tiempo yo era seguidor suyo y ahora... mnnne

rickisimus2 dijo...

Tuve que mirar lo que eran los "Aspitos".

Por otra parte, tendrías que haber grabado la cara de tus aliens cuando hablaste del afeitado de pubis. Si algún día escribo un guión, reflejaré esta situación.

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