Siempre lo he dicho: si no queda más remedio que tener una religión, al menos que ésta sea un buen politeísmo. Adorar a un único amigo imaginario es de lo más aburrido; ya puestos, me parece mucho más entretenido tener variedad de imágenes para elevar a los altares. Faltaría más, hombre.
Uno nunca se aburre con la idolatría. Una de las mayores ventajas del politeísmo es que con él ocurre como con el fútbol: le entregas tu devoción a tu equipo o santo favorito, y a partir de ahí tienes horas de diversión aseguradas defendiendo a muerte tus colores: que si la Virgen de mi pueblo es la más guapa del mundo, que si mi fragmento de la Santa Cruz es más grande que el tuyo, que si mi santo hizo más y mejores milagros, que si mi cofradía de Semana Santa es la más devota, etc. En lugar de partidos de la Eurocopa tienes beatificaciones en masa, y encima nunca tienes que sufrir la decepción de ver a tu santo encajando goles o sufriendo en sus carnes árbitros adversos. Todo lo más, algún que otro cilicio.
Digo todo lo anterior como merecido preámbulo a mi siguiente sentencia:
Uno nunca se aburre con la idolatría. Una de las mayores ventajas del politeísmo es que con él ocurre como con el fútbol: le entregas tu devoción a tu equipo o santo favorito, y a partir de ahí tienes horas de diversión aseguradas defendiendo a muerte tus colores: que si la Virgen de mi pueblo es la más guapa del mundo, que si mi fragmento de la Santa Cruz es más grande que el tuyo, que si mi santo hizo más y mejores milagros, que si mi cofradía de Semana Santa es la más devota, etc. En lugar de partidos de la Eurocopa tienes beatificaciones en masa, y encima nunca tienes que sufrir la decepción de ver a tu santo encajando goles o sufriendo en sus carnes árbitros adversos. Todo lo más, algún que otro cilicio.
Digo todo lo anterior como merecido preámbulo a mi siguiente sentencia:
¡Viva San Frutos Bendito y Pajarero!
Motivo por el cual en un momento como éste siento aún más nostalgia de mi ciudad. Porque si bien es cierto que no soy muy de santos, sí que soy de ciudades. Y Segovia bien vale una misa. Por algún lado me tenía que salir la vena adoratriz...
Y lo digo porque mañana se celebra la fiesta del patrón de Segovia, y además se la celebra durante todo el día, y se hace de una forma prudente, estilosa y a la par nutritiva: tomando sopas de ajo. Me declaro totalmente a favor de las sopas de ajo. Otras tradiciones menos ricas en calorías, pero que tampoco están mal, son las de recitar el Villancico, asistir al Paso de la Hoja y, ya en plan modernez, la de entregar del premio "Amigo de San Frutos" a alguna personalidad.
Motivo por el cual en un momento como éste siento aún más nostalgia de mi ciudad. Porque si bien es cierto que no soy muy de santos, sí que soy de ciudades. Y Segovia bien vale una misa. Por algún lado me tenía que salir la vena adoratriz...
3 comentarios:
Apoyo las sopas de ajo y castellanas en general... y más con el frío reinante en tu tierra, que tengo una compañera que viene todos los días desde allí y me da el parte térmico matinal (7 a.m.)
Besos y buen finde.
P.D. Anoche estuve viendo Quemar después de leer, me reí bastante!
Me encantan las sopas de ajo! En ciertas ocasiones hasta las prefiero al marisco. Mi Madre las hace divinas.
No soy muy de santos, pero la gastronomía que suele acompañarles sí que me pone, sí.
Bicos
Yo no había visto este post, cari, con lo que me gusta a mi la ermita de San Frutos y la Hoces del Duratón... que bien me lo pasé por allí que hice la ruta en canoa.. genial jajaj
bezos
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