octubre 22, 2008

Mermao

Si hay algo que me fastidia, es acabar de leer un libro con la sensación de no haber entendido de qué iba el asunto.

No es algo que me ocurra muy a menudo. No lo digo por tirarme el pisto: es que suelo elegir libros muy sencillotes para leer. Novelitas banales y cosas por el estilo. Cosas que pueda leer en el autobús camino al trabajo, o en la cama antes de dormir y con los ojillos cerrándoseme de sueño.

Pero ahora, de repente, me ha pasado con dos libros seguidos. Y, francamente, me revienta. ¿Será verdad que voy embruteciendo día a día?

El primero ha sido "Dirk Gently's Holistic Detective Agency", de Douglas Adams. Una novela genuinamente divertida en la que se mezclan gatos muertos, Samuel Taylor Coleridge, un detective estrafalario, programadores de ordenadores, cronólogos de edad indeterminada y un Monje Eléctrico, amén de grandes dosis de pizza. Me lo pasé pipa leyéndola... hasta llegar al último capítulo, al final del cual mi reacción fue la siguiente:

¿Eh?

Tuve que releerme los tres últimos capítulos con calma para poder llegar a esta conclusión:

¿Eh?

Algo se me escapaba. O bien el libro no tenía sentido, o bien mi nivel de inglés -alarmantemente bajo según las estimaciones más optimistas- me había traicionado una vez más. Por mi experiencia con otras obras de Douglas Adams, me inclinaba por la segunda opción.

Al final tuve que recurrir a spoilerlandia, a.k.a. internet, para que alguien me explicara el desenlace del libro. Muy humillante, pero yo soy así: cuento alegremente mis mayores vergüenzas. Pero al menos me quedé un poquito más tranquilo... relativamente: la culpa no era de mi falta de concentración, ni de mi falta de neuronas, sino simplemente una cuestión de mi escandalosa incultura en Literatura Inglesa. Resulta que para entender bien el libro conviene estar familiarizado con la obra de Coleridge (adicción al opio opcional) y con el triste asunto del hombre del Hombre de Porlock... y eso, me temo, o bien no me lo explicaron en la EGB o bien ese día me quedé dormido en clase. Una vergüenza y un escándalo. Pero así son las cosas.




Mi segundo fracaso cognitivo en una semana ha venido con "Terror Sagrado", una transcripción de un coloquio de Terry Eagleton acerca de la cultura del terror durante los últimos siglos en Occidente. El tema, incomprensiblemente, me interesa. Por eso empecé la lectura con bastantes expectativas, que fueron desmoronándose rápidamente a medida que iban pasando las páginas.

Verán, el problema es que me ha dado la sensación de no haber leído absolutamente nada. Más exactamente: de haber leído cincuenta páginas de prosa totalmente carente de contenido.

Ahora bien, la sensación no es nueva. Confieso que me pasa a veces cuando leo ensayos escritos por cierto tipo de autores "de letras". Hay algo en mis esquemas mentales que me impide penetrar en su lenguaje: llamémoslo incultura, ignorancia, superficialidad o simplemente hábito de pensar por unos derroteros menos sinuosos. Me parece remarcable, sin embargo, que este impedimento mío me afecta sólo en unos casos y en otros no: por ejemplo, a semiólogos como Umberto Eco y Noam Chomsky no me suele costar demasiado trabajo entenderlos, mientras que me declaro totalmente incapaz de desentrañar a la mayoría de filósofos postmodernos y de críticos literarios. Tal vez será porque los primeros emplean el lenguaje para transmitir información y los segundos para ocultarla.

Sea como fuere, he de reconocer que el fallo es mío. Soy una persona optimista, con una firme creencia en la bondad e inteligencia del ser humano, y me cuesta mucho trabajo concebir que, políticos aparte, pueda haber personas que alcancen el respeto académico e intelectual diciendo básicamente nada. O diciendo una serie de cosas basándolas en otras cosas con las que no tienen relación alguna, que es lo que parece hacer este libro, según mi limitado punto de vista. Pongamos por ejemplo el siguiente párrafo:
Otro aspecto ligado a la idea de la libertad absoluta es que nadie es tan ciego como aquellos que creen que pueden verlo todo, del mismo modo que no hay nadie tan ignorante en geografía como aquellos que tienen sus bases militares en cada continente. Como el rey Macbeth de Shakesperare, aquellos que pretenden una identidad global se exceden y se anulan convirtiéndose en nada.
De este párrafo, la primera frase me parece un aforismo, la segunda una crítica anti estadounidense que no viene a cuento y la tercera una alusión literaria que parece decir "mis palabras son sabias porque puedo encontrar o inventarme una relación entre una vaga idea mía -el autor nunca se molesta en explicar qué entiende por "identidad global"- y algo que escribió un autor mejor que yo". Mi abuela decía lo mismo -sin necesidad de recurrir al argumento de autoridad literario- diciendo "quien mucho abarca, poco aprieta", y nunca pretendió ir de conferenciante por la vida.

Pero ya he dicho que me niego a pensar que gente tan erudita escriba libros al tuntún y, sobre todo, me niego a pensar que me han timado en la librería. Por lo tanto, llego a la conclusión de que soy inculto, un mermado y un grandísimo necio.


6 comentarios:

Nils dijo...

esos son libros facilones? yo me leo los de Marian Keyes y Sophie Kinsella, que nunca nunca nunca te dejan pensando ¿ehm? al final ; )

Sufur dijo...

Ahí está la moraleja, Nils: que he cometido 2 errores 2 saltándome mi regla de leer libros de los que se compran en los aeropuertos... Si es que no aprendo, leñe.

BIRA dijo...

Sufur, un libro que trata de gatos muertos NO PUEDE ser un buen libro. Te lo digo yo.

Lo de facilones, esto, ejem, pasopalabra!

Thiago dijo...

jaj, cari, yo quiero incidir en la linea de NILS...¡es para matarte, eh! Libritos sencillitos que puedo leer en el autboús! ¡¡y en ingles!!

Cari, siento decirtelo, pero tu ers un intelectual como la copa de un pino; y ahora bien, si no entiendes algun libro, ¡te jodes! jajajaajajaaja

Bezos.

Sufur dijo...

Si te sirve de consuelo, Bira, se trataba de un gato imaginario, y posiblemente alemán: el de Schrödinger. :-P

Thiago, al final vas a tener razón: tendré que acabar aceptando lo que me decían en el parvulario, que soy un repelente gafotas empollón. Lo cual no quita que algunos me consideren merendable, jejeje...

Kassandra Nasty dijo...

Mmm... Ahora es cuando voy de sobrada por la vida y digo que ese párrafo (a falta de contexto, que puede "revirarlo" a base de bien) no me parece tan difícil de entender.

libertad absoluta = quimera; por lo general, cuanta más crees obtener, menos consigues en realidad (como la vida misma)

La sensación que me da leyendo el texto, por otro lado, es de "obviedad barroca": tanta parafernalia para decir algo para lo que basta una frase.

Pero los libros de 20 páginas no tienen tanto tirón.

Anyway, hazle caso a Nils. Leer a Marian Keyes y cía. es lo mejor para reírte un rato leyendo sin molestar a tus neuronas.

LinkWithin

Blog Widget by LinkWithin

Adoradores