Me he enterado por el blog de Pasaelmocho -uno de mis gurús de la modernidad y de lo clásico al mismo tiempo, fíjate tú- que el sábado pasado se murió una de mis divas en blanco y negro: Yma Sumac. La verdad, la noticia me ha puesto algo triste.
Lo que son las cosas. Conocí la voz tenebrosa y terrible de Yma Sumac, según muchos la más prodigiosa y versátil que se haya grabado nunca, a través de las historietas que contaba un amigo mío sobre las actuaciones de las Fellini en los baretos de ambiente de Bilbao y sobre los estrambóticos acompañamientos musicales de sus números. A partir de ahí se desarrolló entre ella y yo una de esas clásicas relaciones mitómanas tan poco originales a las que por lo que se ve somos tan propensos los gays. Me gustaba imaginármela como una venerable cariátide envuelta en los decadentes y apolillados lujos de su mansión de vieja leyenda de la época étnico-hollywoodiense, a lo Norma Desmond en Sunset Boulevard, acompañada tan sólo por sus caniches y sus viejas grabaciones en vinilo cubiertas de polvo y recuerdos en blanco y negro. Su muerte me arranca esa fantasía wilderiana y me devuelve a un mundo que se va haciendo cada día más plano, más aburrido, más prosaico.
Os dejo con un vídeo que acompaña a su mambo más famoso y con una canción deliciosamente absurda que siempre consigue arrancarme una sonrisa. Adiós, Yma Sumac.
Lo que son las cosas. Conocí la voz tenebrosa y terrible de Yma Sumac, según muchos la más prodigiosa y versátil que se haya grabado nunca, a través de las historietas que contaba un amigo mío sobre las actuaciones de las Fellini en los baretos de ambiente de Bilbao y sobre los estrambóticos acompañamientos musicales de sus números. A partir de ahí se desarrolló entre ella y yo una de esas clásicas relaciones mitómanas tan poco originales a las que por lo que se ve somos tan propensos los gays. Me gustaba imaginármela como una venerable cariátide envuelta en los decadentes y apolillados lujos de su mansión de vieja leyenda de la época étnico-hollywoodiense, a lo Norma Desmond en Sunset Boulevard, acompañada tan sólo por sus caniches y sus viejas grabaciones en vinilo cubiertas de polvo y recuerdos en blanco y negro. Su muerte me arranca esa fantasía wilderiana y me devuelve a un mundo que se va haciendo cada día más plano, más aburrido, más prosaico.
Os dejo con un vídeo que acompaña a su mambo más famoso y con una canción deliciosamente absurda que siempre consigue arrancarme una sonrisa. Adiós, Yma Sumac.
3 comentarios:
Ay el Taki Rari, ¿no conoces la compilación Ultra Lounge de Capitol Records? Era un cedé forrado con piel de leopardo que tenía joyas como ésta.
Gracias por la mención, nen
Las que tú tienes, Mocho. Tengo que hacerme con esa compilación pero YA.
Ya no quedan artistazas de la talla de las "de antes". Es lógico que te ponga triste la noticia, siempre es triste cuando alguien se va y más aún cuando admiramos a esa persona.
Besotes
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