Ally McBeal, si la miramos en retrospectiva, era una serie más bien mala, pero en ocasiones tenía su punto. Fue la serie que trajo a nuestras vidas los números musicales en bufetes de abogados, los bebés bailarines animados por ordenador, a Lucy Liu e interesantes debates sobre la anorexia. En uno de mis capítulos favoritos, Ally tenía que cambiar temporalmente de psicóloga y acababa en la consulta de una adorable ancianita interpretada nada menos que por Betty White, la desternillante Rose de "Las Chicas de Oro". Ally McBeal empezaba a contarle su rollo neurótico, pero al poco tiempo Rose la interrumpía y le decía:
"Mira, cariño, la sociedad te hace pensar que la felicidad está en el amor, en la familia, en esas cosas. Pero lo cierto es que la felicidad está aquí:"Y se abría la chaqueta enseñando todo un muestrario de fármacos. Píldoras blancas, azules, amarillas, rojas, de todas las formas y tamaños. Ante los ojos como platos de la otra, acababa diciendo:
"¡Y mira! Prozac en supositorios. ¡Dos placeres en uno!"
Yo me declaro fan absoluto de la farmacología. Soy de los que no se aguantan un dolor de cabeza. Comprendo que en el siglo XIV no hubiera aspirinas y la gente aspirara a ser mártir, pero ahora no le veo demasiado sentido al dolor por el dolor. Nunca he querido ser santo, ni siquiera beato.
Lo mismo para todo lo demás. El motivo principal por el cual llevo un mes hecho un manojo de nervios intratable es porque dentro de pocas semanas me presento a una plaza de profesor de Universidad; aún no sé el día exacto ni contra cuántos candidatos tendré que enfrentarme. Ando preparando temarios y en mis mejores momentos estoy tan relajado como un gato histérico encerrado dentro de un saco en compañía de hormigas caníbales. Esa neura amplifica todo el resto de taras mentales que me adornan, dando como resultado un Sufur terriblemente hipocondriaco, pesimista, paranoico, obsesivo-compulsivo, gruñón y ciclotímico.
Pero siempre nos quedará la psicóloga de Ally McBeal.
Llevo tres semanas inmerso en una bendita nube de lexatines que son mano de santo para dormir. El único problema es el siguiente: cenamos pronto. Me tomo la pastilla a las nueve de la noche, justo antes del revuelto de ajetes, y a las diez de la noche estoy durmiéndome frente al televisor. Me desplomo sobre la cama como un saco de ladrillos y, según el osezno, ronco desaforadamente... hasta que me despierto, presa del más absoluto terror, a eso de las seis de la mañana. Y no logro volver a dormirme.
En cualquier caso, unas cuantas horas de descanso sí que consigo.
Pero el bromazepam por sí solo no basta: me deja flojo y apático. Menos mal que hay otras drogas a las que un chico en mi situación puede recurrir si se dan las condiciones adecuadas.
Está, por ejemplo, el sol. En Santander llevaba sin verlo, no exagero, desde octubre del año pasado. Esta semana por fin hemos tenido cinco días de cielos azules. Los días se alargan y se empieza a barruntar la primavera. No llego a los extremos del osezno, que en cuanto se filtra un rayo de sol por la galería se tumba medio en bolas a churruscarse, pero ver la luz hace subir enteros mi nivel de alegría vital.
Está Baldomero. Cuando en esos momentos terribles de las seis de la madrugada parece que se te va a escapar la vida, esa bola de pelo se acerca a tu almohada, te pone una pata suavemente en la nariz y se echa a ronronear. Vale que lo hace por motivos egoístas -quiere que le acaricies-, pero hace compañía.
Está el osezno, naturalmente, que estos días (bueno, siempre) me está mostrando una paciencia, una tolerancia, una comprensión y un apoyo increíbles. Y con el que puedo seguir teniendo conversaciones como ésta de anoche:
Y están las otras drogas blandas. La conversación de las focas de anoche, por ejemplo, se mantuvo durante una cena en un bar sutilmente gayfriendly que tenemos al lado de casa. Por un lado, estaban el osezno, guapísimo, y sus focas guisadas. Por otro lado, el camarero, un jovencito suculento la mar de majo a la par que decorativo. Por otro, la cena en sí (brochetas de chopitos y langostinos, albóndigas de pollo con cilantro, milhojas de solomillo con foie, volcán de chocolate, crema de almendras). Y, por último, la media botella de Rioja y los orujos que nos pimplamos. Pude constatar que aún pertenezco al grupo de personas afortunadas que cuando beben les da por ponerse contentas: eso significa que, de algún modo, aún hay esperanzas de no acabar en el cotolengo...
Lo mismo para todo lo demás. El motivo principal por el cual llevo un mes hecho un manojo de nervios intratable es porque dentro de pocas semanas me presento a una plaza de profesor de Universidad; aún no sé el día exacto ni contra cuántos candidatos tendré que enfrentarme. Ando preparando temarios y en mis mejores momentos estoy tan relajado como un gato histérico encerrado dentro de un saco en compañía de hormigas caníbales. Esa neura amplifica todo el resto de taras mentales que me adornan, dando como resultado un Sufur terriblemente hipocondriaco, pesimista, paranoico, obsesivo-compulsivo, gruñón y ciclotímico.
Pero siempre nos quedará la psicóloga de Ally McBeal.
Llevo tres semanas inmerso en una bendita nube de lexatines que son mano de santo para dormir. El único problema es el siguiente: cenamos pronto. Me tomo la pastilla a las nueve de la noche, justo antes del revuelto de ajetes, y a las diez de la noche estoy durmiéndome frente al televisor. Me desplomo sobre la cama como un saco de ladrillos y, según el osezno, ronco desaforadamente... hasta que me despierto, presa del más absoluto terror, a eso de las seis de la mañana. Y no logro volver a dormirme.
En cualquier caso, unas cuantas horas de descanso sí que consigo.
Pero el bromazepam por sí solo no basta: me deja flojo y apático. Menos mal que hay otras drogas a las que un chico en mi situación puede recurrir si se dan las condiciones adecuadas.
Está, por ejemplo, el sol. En Santander llevaba sin verlo, no exagero, desde octubre del año pasado. Esta semana por fin hemos tenido cinco días de cielos azules. Los días se alargan y se empieza a barruntar la primavera. No llego a los extremos del osezno, que en cuanto se filtra un rayo de sol por la galería se tumba medio en bolas a churruscarse, pero ver la luz hace subir enteros mi nivel de alegría vital.
Está Baldomero. Cuando en esos momentos terribles de las seis de la madrugada parece que se te va a escapar la vida, esa bola de pelo se acerca a tu almohada, te pone una pata suavemente en la nariz y se echa a ronronear. Vale que lo hace por motivos egoístas -quiere que le acaricies-, pero hace compañía.
Está el osezno, naturalmente, que estos días (bueno, siempre) me está mostrando una paciencia, una tolerancia, una comprensión y un apoyo increíbles. Y con el que puedo seguir teniendo conversaciones como ésta de anoche:
Sufur: oye, ¿a tí qué te gustan más, los focos o las focas?Quieras que no, ese tipo de conversaciones son la salsa de la vida.
Osezno: las focas, claramente, son tan chiquitinas...
Sufur: ¿fritas o guisadas?
Osezno (sin dudarlo un instante): ¡guisadas, hombre!
Y están las otras drogas blandas. La conversación de las focas de anoche, por ejemplo, se mantuvo durante una cena en un bar sutilmente gayfriendly que tenemos al lado de casa. Por un lado, estaban el osezno, guapísimo, y sus focas guisadas. Por otro lado, el camarero, un jovencito suculento la mar de majo a la par que decorativo. Por otro, la cena en sí (brochetas de chopitos y langostinos, albóndigas de pollo con cilantro, milhojas de solomillo con foie, volcán de chocolate, crema de almendras). Y, por último, la media botella de Rioja y los orujos que nos pimplamos. Pude constatar que aún pertenezco al grupo de personas afortunadas que cuando beben les da por ponerse contentas: eso significa que, de algún modo, aún hay esperanzas de no acabar en el cotolengo...
15 comentarios:
Yo también creo en el poder de los medicamentos, pero evito tomarlos si no es necesario. Espero que una cena te relaje más que una pastilla. un abrazo!
A mí Ally McBeal me gustaba porque allí descubrí a James Marsadem (¡¡¡Qué bueno que está, por Dios!!!). Lo de las pastillas, si no te queda mas remedio... yo la verdad es que cuantas menos tenga que tomar mejor, pero también es que me lo puedo permitir, soy de ésos que casi no se ponen enfermos, creo que la última vez que estuve malo fue allá por el año 2006, no me acuerdo muy bien. ¡Ánimo con la oposición!.
Totalmente a favor de la farmacopea, es dosis apropiadas, con todas las reservas que se quieran, pero, cuando el cuerpo no puede solo con todo lo que se le viene encima(y hay muchas veces que no puede) hay que echarle una manita.
P.D. el osezno se parece al muchachote que hay bajo el link "en bolas"? Maremeua dels desamparats!!!!! Tú ya has llegado al paraíso ;)
Nunca seguí mucho a la Ally!
Baldomero? jajaja
Mucho ánimo con la plaza, ya verás como cuando seas funcionario se te pasa tó!.
Yo debería estar en una situación de nervios parecida pero, sorprendentemente para ser yo, me estoy controlando bastante bien. Eso sí, cuando me entra el agobio cuento los días que me quedan para volver al terruño :S.
Lo malo es que ni siquiera es para funcionario, Shepperdsen... es una vulgar plaza de PCD...
Uys, una PCD no tiene nada de vulgar. Vulgar es seguir siendo becario más allá de los 30... Y, ejem, aquí estoy yo.
Seguro que no mucho más allá... yo fui becario hasta los 31 brrr
Soy de los que no se separa ni de su paracetamol ni de su ibuprofeno... Pero a la misma vez no me tomo nada para aligerar la resaca. Soy asín de tonto, o eso o que me gusta sufrir porque sí.
¿Es posible que estés en Madrid y te lo hayas callado?
Ay las medicinas y su increible poder de atracción. Como tú, también soy de las que no aguanta el dolor, claro que la parte negativa es que con los años he tenido que ir pasando de unas pastis a otras para conseguir calmar mis frecuentes dolores de cabeza. Últimamente he decidido no hacerles mucho caso. A veces funciona y todo.
Ally McBeal me encantaba, aunque el muñequito ese bailongo me ponía de los cohetes, te lo digo de verdad. Qué grima me daba el mamarracho!
Lo de tu situación ahora mismo, pues hijo, es normal, pero UNA COSA TE DIGO, estoy más que segura que esa plaza será tuya, así que intenta relajarte... aunque sólo sea un poquito, y dedícale más tiempo al Osezno y menos a las medicinas: además de que no tiene efectos secundarios, seguro que su "acción" es mucho más efectiva.
Un besote inmenso y, por si se me pasa, muchísima suerte, profesor!
¿Ein? No, no estoy en Mandril... ¿qué te hace pensar eso?
Las amigas de mis amigos son mis amigas... jajaja... yo también soy de los tuyos, que necesidad de sufrir (temporalmente) que tampoco es plan de engancharse.
Espero que estés más relajado, ya queda poquito y va a salir todo bien, ya lo verás... de todos modos como suplemento relajante ya sabes cual es la otra solución... jejeje!
Un besito. Cuídate. Alber
Al primer síntoma, de lo que sea, ya me tomé de todo. Soy fármacodependiente y me encanta!!
BESOS
Si no fueran tan caras
Me gustaría entrevistarlo en directo en el radioblog del 21 de Marzo de 13 a 17 horas, que habrá un especial de los premios Maritoñi, para los nominado damnificados.
Las entrevistas las haremos a traves del chat de voz de gmail quien lo tengo instalado y funcionando o a traves del teléfono fijo.
Nos gustaría contar contigo, ponte en contacto con nostros a traves del correo electrónico
juanduqueo@gmail.com
espero que te animes a participar
Besos
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