Recuerdo perfectamente la primera vez que escuché The Great Gig in the Sky. Fue durante aquellos convulsos e irrepetibles años de Colegio Mayor en los que el joven Sufur aprendió todo lo que realmente importa acerca de la amistad, de la tristeza, del amor no correspondido, de la literatura y de la música y, en definitiva, de sí mismo.
El Colegio tenia dos pequeñas y tabacosas salas de música, una para escuchar clásica y otra para moderna. Cada sala tenía un equipo reproductor de música y una pequeña pero esmerada colección de vinilos, cintas y, posteriormente, CDs recopilados a lo largo de los años, que los estudiantes podían coger prestados o escuchar directamente en la sala.
Una noche S., mi gurú musical número uno, me llevó a la sala de música moderna, sacó el vinilo The Dark Side of the Moon, de Pink Floyd, y me recomendó que cerrara los ojos y que escuchara en silencio esta canción:
El Colegio tenia dos pequeñas y tabacosas salas de música, una para escuchar clásica y otra para moderna. Cada sala tenía un equipo reproductor de música y una pequeña pero esmerada colección de vinilos, cintas y, posteriormente, CDs recopilados a lo largo de los años, que los estudiantes podían coger prestados o escuchar directamente en la sala.
Una noche S., mi gurú musical número uno, me llevó a la sala de música moderna, sacó el vinilo The Dark Side of the Moon, de Pink Floyd, y me recomendó que cerrara los ojos y que escuchara en silencio esta canción:
Me impactaron enormemente dos cosas: primero el incontenible chorro de voz de la cantante y, segundo, la penetrante sensanción de melancolía y tristeza que transmite la canción, sobre todo en la parte final, al partir del segundo minuto y medio. Desde aquel momento tanto la canción como el disco entero pasaron a formar parte de mis favoritos y van conmigo a todas partes.
Hay dos tipos de momentos en los que me gusta especialmente escuchar The Great Gig in the Sky. Uno de ellos son las noches cálidas de verano. Es una canción perfecta para escuchar tumbado boca arriba y perderse en un cielo estrellado y sin límites, posiblemente pegándole unas cuantas caladitas a un porro.
El otro tipo de situaciones que le pegan a la canción son los momentos de agobio existencial. En épocas de exámenes, por ejemplo, apagaba las luces de la habitación, me tumbaba entre los altavoces, ponía en marcha la grabación y dejaba que el chorro de voz soplase como un huracán a través de mí, llevándose consigo todo pensamiento consciente, arrastrando las preocupaciones, dejándome finalmente vacío, calmado y, todo hay que decirlo, algo triste. Toda una catarsis de bolsillo en 4:47 minutos.
Lo que son los prejuicios: durante años estuve convencido de que el chorro de voz tenía que pertenecer a alguna potente corista negra; cuál fue mi sorpresa al descubrir que, todo lo contrario, la cantante era rubia: Clare Torry. Por lo visto, cuando llegó al estudio de grabación lo único que sabía acerca de la canción que tenía que interpretar era lo que le habían dicho los de Pink Floyd: "no tiene letra. Va acerca de la muerte". Clare tuvo que improvisar a partir de ahí, con los resultados que pueden escucharse hoy en día.
Hay dos tipos de momentos en los que me gusta especialmente escuchar The Great Gig in the Sky. Uno de ellos son las noches cálidas de verano. Es una canción perfecta para escuchar tumbado boca arriba y perderse en un cielo estrellado y sin límites, posiblemente pegándole unas cuantas caladitas a un porro.
El otro tipo de situaciones que le pegan a la canción son los momentos de agobio existencial. En épocas de exámenes, por ejemplo, apagaba las luces de la habitación, me tumbaba entre los altavoces, ponía en marcha la grabación y dejaba que el chorro de voz soplase como un huracán a través de mí, llevándose consigo todo pensamiento consciente, arrastrando las preocupaciones, dejándome finalmente vacío, calmado y, todo hay que decirlo, algo triste. Toda una catarsis de bolsillo en 4:47 minutos.
Lo que son los prejuicios: durante años estuve convencido de que el chorro de voz tenía que pertenecer a alguna potente corista negra; cuál fue mi sorpresa al descubrir que, todo lo contrario, la cantante era rubia: Clare Torry. Por lo visto, cuando llegó al estudio de grabación lo único que sabía acerca de la canción que tenía que interpretar era lo que le habían dicho los de Pink Floyd: "no tiene letra. Va acerca de la muerte". Clare tuvo que improvisar a partir de ahí, con los resultados que pueden escucharse hoy en día.
Las únicas partes inteligibles de la canción son dos frases cortas, una al principio y otra hacia el final:
And I am not frightened of dying. Any time will do; I don't mind.En cualquier caso, la parte hablada es totalmente irrelevante al lado del chorro de voz de Clare Torry. Junto con la música de Richard Wright, su composición vocal consigue transmitir mucho mejor que ninguna otra cosa la sensación de pérdida, de melancolía, de paso abrumador del tiempo, que pretendía el grupo. Pese a lo cual, siempre me siento mejor al terminar de escuchar esta canción que al empezarla.
Why should I be frightened of dying? There's no reason for it—you've gotta go sometime.
I never said I was frightened of dying.
¿Qué más puedo decir? Amo a Clare Torry con todas mis fuerzas. Para leer un articulito acerca de Clare y su participación en la grabación, clic aquí.
PD. Contrariamente a lo que pudiera parecer a juzgar por las etiquetas de esta entrada, hoy he tenido un día memorablemente bueno :-)
PD. Contrariamente a lo que pudiera parecer a juzgar por las etiquetas de esta entrada, hoy he tenido un día memorablemente bueno :-)
7 comentarios:
En esa foto la Torry parece uno de los otros... (susto)(susto)
Yo es que con lo de tener hermano mayor fanático de PF ya tengo suficiente, qué infancia.
¿Qué tal en la feria del libro?
Es que eran todos muy sicodélicos en aquella época, Don Otto...
Pero Mocho, ¿tú has tenido infancia? De lo que se entera uno. La Feria, ideal de la muerte: todo lo que cabía esperar de ella (sol, calorcito, compras desatadas y mucha gente... justo lo que yo quería).
CAri, tendré que aprenderla a amar si tu le pones tanta pasión, aunque no soy muy fans de Pink Floyd, pero siempre se agradece una indicación de alguien que parece amar tanto la musica y mas esta canción en concreto..
Bezos.
Me pasa un poco como al señor mocho; mi cuñado es tan fan ke hizo ke terminara aborreciéndolos; menudas palizas nos metía. Ahora ya se lo tenemos prohibido.
De todas maneras, la primera vez ke escuché esa canción pensé,( sin ánimo de herir sensibilidades, ojo)" ¿Pero ke le pasa a esta loca?"
Me alegro hayas tenido tan buen finde... ;)
Besos. Alber
Gracias por el cariño y por el post que me dejaste.
Cuantos recuerdos con esta canción.
Besos.
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