Como manda una muy noble tradición que se remonta a Tiempos Memoriables -la Universidad de Cantabria no llega a los cuarenta años de edad-, el día de la apertura oficial del curso académico se celebra por todo lo alto. Para la mayor parte de la comunidad universitaria, alumnos y profesores por igual, esto es motivo de enhorabuena, ya que la Universidad es un Templo de la Razón y la razón manda que si se quiere abrir algo, primero ese algo debe estar cerrado. Por tanto, el día de la apertura del curso las facultades permanecen chapadas, no hay clases y la gente disfruta sin complejos del primer puente del curso.
Paralelamente, y para remarcar el carácter solemne y oficial de todo el asunto, en el Paraninfo se celebra la ceremonia del Día Del Gorrito.
El motivo fundamental por el que la ceremonia del Día Del Gorrito es tan popular es el siguiente: hay pinchos. Aparte de eso, las fuerzas vivas de la Comunidad Autónoma se personan para leer discursos que serían ágiles y chispeantes si no fueran aburridos e interminables. Pero lo que marca la verdadera esencia del Día Del Gorrito es el homenaje al cuerpo académico: se agarra a los profesores que se jubilan, a los nuevos fichajes, a los premios extraordinarios de investigación y de excelencia académica y a otras gentes de mal vivir, se les disfraza a todos de algo que se asemeja a una mezcla impía entre Demis Roussos y un coro de gospel, se les pone el Gorrito, se les otorga un trozo de papel y se les obliga a desafinar el Gaudeamus Igitur.
Y ahí estaré yo dentro de un par de horas, porque entro dentro de la categoría de "nuevos fichajes". Me pondré la túnica azul -no porque yo sea niño, sino porque soy de Ciencias-, intentaré equilibrar sobre mi cráneo un Gorrito que será demasiado pequeño para mí -tengo un cabezón de espanto- y con mi más esmerado tartamudeo prometeré servir al Rey, a la Constitución, al Rácing de Santander, al Monstruo Spaghetti Volador y a quien haga falta, con tal de seguir cobrando mi sueldo.
Y luego, los pinchos. Faltaría plus.
Paralelamente, y para remarcar el carácter solemne y oficial de todo el asunto, en el Paraninfo se celebra la ceremonia del Día Del Gorrito.
El motivo fundamental por el que la ceremonia del Día Del Gorrito es tan popular es el siguiente: hay pinchos. Aparte de eso, las fuerzas vivas de la Comunidad Autónoma se personan para leer discursos que serían ágiles y chispeantes si no fueran aburridos e interminables. Pero lo que marca la verdadera esencia del Día Del Gorrito es el homenaje al cuerpo académico: se agarra a los profesores que se jubilan, a los nuevos fichajes, a los premios extraordinarios de investigación y de excelencia académica y a otras gentes de mal vivir, se les disfraza a todos de algo que se asemeja a una mezcla impía entre Demis Roussos y un coro de gospel, se les pone el Gorrito, se les otorga un trozo de papel y se les obliga a desafinar el Gaudeamus Igitur.
Y ahí estaré yo dentro de un par de horas, porque entro dentro de la categoría de "nuevos fichajes". Me pondré la túnica azul -no porque yo sea niño, sino porque soy de Ciencias-, intentaré equilibrar sobre mi cráneo un Gorrito que será demasiado pequeño para mí -tengo un cabezón de espanto- y con mi más esmerado tartamudeo prometeré servir al Rey, a la Constitución, al Rácing de Santander, al Monstruo Spaghetti Volador y a quien haga falta, con tal de seguir cobrando mi sueldo.
Y luego, los pinchos. Faltaría plus.
6 comentarios:
¿alguien ha dicho pinchos?
Y recuérdales que el universo es plano, hazme el favor... ;)
Sé que es mucho pedir, pero daría algo (muy valioso por supuesto) por ver una foto del evento ;)
Por un sueldo, cualquier cosa... Pero, ¿¿gorrito y gaudeamus igitur??
Veo que el rancio abolengo cántabro es más que el murciano.
Ara, que si a mí me prometen un sueldo, me pongo la túnica y el gorrito sin nada debajo.
Me apunto a lo de las fotos! :)
Foto, foto, foto... y si es posible también... foto...
Un día me preguntaron si era cura porque me sabía todas las estrofas del gaudeamus... uno, que tenía mucho tiempo libre y poca vida social.
todo muy yanqui, vamos
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