La siguiente conversación tuvo lugar, según tengo entendido, entre una persona perteneciente a mi entorno cercano y su terapeuta:
Algo similar ocurre con los restaurantes donde ofrecen menú del día. El osezno y un servidor comemos en casa siempre que nos es posible, aunque eso nos acarree el tener que sufrir entre cuarenta y sesenta minutos extra de transporte público todos los días (creedme: aunque eso parezca poco para los habitantes de la gran urbe, es una barbaridad para una ciudad como Santander). Sin embargo, al menos una vez a la semana nuestras obligaciones docentes y/o investigadoras nos obligan a comer fuera; solemos elegir alguno de los restaurantes que se encuentran en la zona de Puertochico, ya que nos pillan a medio camino entre nuestros respectivos lugares de trabajo y también porque en los restaurantes vecinos al campus sólo se come bazofia.
Y aquí es donde viene el problema. Una vez que has llegado al restaurante y te dicen los platos del día, ¿vas a elegir la misma ensalada insípida que podrías prepararte en casa en un pispás o el suculento gratinado con queso de cabra caramelizado? ¿Te vas a conformar con el pescadito a la plancha pudiendo zamparte unos suculentos escalopines al cabrales? ¿Vas a saber decirle que no a la tarta de chocolate que te ofrecen de postre, que encima vas a pagar igualmente te la comas o no? Y, lo peor de todo, ¿vas a abstenerte de beber ese Rioja tan rico que te han puesto sobre la mesa?
Posiblemente una persona poseedora de esa cualidad alienígena llamada "fuerza de voluntad" podría responder de forma sensata a alguna de esas preguntas. En mi caso, se aplica una frase que dijo una vez mi amiga B. y que es la que mejor haya captado nunca la esencia de mi personalidad: "Sufur nunca dice no".
Lo cual explica que acabe de llegar al trabajo con la panza como la piel de un tambor recién tensada y medio piripi, tras haberme metido media botella de crianza entre pecho y espalda. También ayuda a explicar que jamás en mi vida haya conseguido mi propósito de bajar de los ochenta kilos de peso. Y, desde luego, hace mucho más fácil entender porqué ésta será, con toda probabilidad, una tarde perdida para la causa de la Ciencia.
Y esos son los famosos Peligros Del Menú Del Día. Estad precavidos.
PD. Ya sabéis que el alcohol incrementa mis niveles de lujuria. Por eso, y sin venir a cuento, toma al canto esta foto:
Paciente: Doctora, tengo la fantasía recurrente de acudir a una sauna y mantener en ella relaciones sexuales con un gran número de hombres distintos.
Psicóloga: ¿Y cuál es el problema en cumplir esa fantasía?
Paciente: Me preocupan los (posiblemente deletéreos) efectos que ello pudiera tener sobre mi salud y mi relación de pareja.
Psicóloga: ¿Y ha considerado la posibilidad de acudir a uno de esos lugares sólo como observador, sin participar?
Paciente (con gran incredulidad y sorpresa): Doctora... a usted, el título de Psicología, ¿dónde se lo han dado? ¿En un cursillo a distancia del CCC?
Algo similar ocurre con los restaurantes donde ofrecen menú del día. El osezno y un servidor comemos en casa siempre que nos es posible, aunque eso nos acarree el tener que sufrir entre cuarenta y sesenta minutos extra de transporte público todos los días (creedme: aunque eso parezca poco para los habitantes de la gran urbe, es una barbaridad para una ciudad como Santander). Sin embargo, al menos una vez a la semana nuestras obligaciones docentes y/o investigadoras nos obligan a comer fuera; solemos elegir alguno de los restaurantes que se encuentran en la zona de Puertochico, ya que nos pillan a medio camino entre nuestros respectivos lugares de trabajo y también porque en los restaurantes vecinos al campus sólo se come bazofia.
Y aquí es donde viene el problema. Una vez que has llegado al restaurante y te dicen los platos del día, ¿vas a elegir la misma ensalada insípida que podrías prepararte en casa en un pispás o el suculento gratinado con queso de cabra caramelizado? ¿Te vas a conformar con el pescadito a la plancha pudiendo zamparte unos suculentos escalopines al cabrales? ¿Vas a saber decirle que no a la tarta de chocolate que te ofrecen de postre, que encima vas a pagar igualmente te la comas o no? Y, lo peor de todo, ¿vas a abstenerte de beber ese Rioja tan rico que te han puesto sobre la mesa?
Posiblemente una persona poseedora de esa cualidad alienígena llamada "fuerza de voluntad" podría responder de forma sensata a alguna de esas preguntas. En mi caso, se aplica una frase que dijo una vez mi amiga B. y que es la que mejor haya captado nunca la esencia de mi personalidad: "Sufur nunca dice no".
Lo cual explica que acabe de llegar al trabajo con la panza como la piel de un tambor recién tensada y medio piripi, tras haberme metido media botella de crianza entre pecho y espalda. También ayuda a explicar que jamás en mi vida haya conseguido mi propósito de bajar de los ochenta kilos de peso. Y, desde luego, hace mucho más fácil entender porqué ésta será, con toda probabilidad, una tarde perdida para la causa de la Ciencia.
Y esos son los famosos Peligros Del Menú Del Día. Estad precavidos.
PD. Ya sabéis que el alcohol incrementa mis niveles de lujuria. Por eso, y sin venir a cuento, toma al canto esta foto:
11 comentarios:
No veo esa relación imprescindible entre sauna y efectos deletéreos en la pareja.
El resto... pues lo de siempre, todos odiamos los menús del día.
Yo tampoco la veo... más deletéreos son los efectos de la salsa de cabrales :-P
¿por qué responder NO a esas preguntas no es sensato?
En los menús diarios, pa mí el problema no es decir ke no, al contrario...Nunca me gusta ni me apetece nada y me las veo y me las deseo.
No estoy de acuerdo en que la tarde sea perdida para la ciencia. Todavia recuerdo mis tardes "alegres" en las clases de álgebra o de otras asignaturas que requerían especiales dosis de imaginación.
A lo mejor estar un poco alegre hace que incrementes tu rendimiento científico.
¿Fuerza de qué?... ¿volu qué?... eso suena a volar... ¿es una habilidad de Superman?...
me encanta que te vengan ataques de lujuria. A ver, por un dia a la semana que vayas de menú y comas todo eso tampoco pasa nada, siempre y cuando el resto de la semana compenses con un menú equilibrado.
Estooooo... Sufur nunca dice no? ^^
Nunca a las cosas que me gustan, Otto...
Deletéreo...ay que palabro más bonito.
Perqué no vestirse una con toda su lujuria! perqué?!
No veo mucha relación entre los placeres del menú del día y las dudas de tu amigo/conocido. ¿Qué esperaba de la terapia este memo (con perdón)? ¿La convalidación académica de su deseo de sexo en grupo? Si tiene ganas de follar, que no se busque coartadas donde no las hay.
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