Estamos de enhorabuena: nuestra civilización parece abocada a la extinción más absoluta y con un poco de suerte ésta llegará antes de que podamos decir "esta boca es mía". El Fin de los Tiempos está cercano y yo, francamente, no veo la hora de que ardamos todos en el infierno, nuestras ciudades se conviertan en ruinas enmohecidas y las cabras pasten los escasos matojos que consigan subsistir entre las reliquias de nuestra ridícula sociedad. Así, por lo menos, dejaré de estar rodeado de idiotas y no tendré tantos motivos para estar constantemente enfurruñado.
Los signos de la degeneración están por todas partes, y no sólo en Mercedes Milá. Este año, como sabrán si aún no se le han muerto las escasas neuronas que puedan subsistir en sus cerebros idiotizados, se celebra el Año Internacional de la Astronomía, conmemorando el cuarto centenario del momento en que Galileo apuntó con su telescopio al cielo nocturno. Entre las muchas iniciativas que se han organizado en torno a esta conmemoración figura la organización en distintos puntos de España de ciclos de conferencias que llevan como título conjunto el de "una Universidad, un Universo". La idea consiste en organizar en las distintas facultades y escuelas de las universidades españolas conferencias impartidas por profesionales de prestigio en las que se hablen de aspectos que unan la Astronomía con las especialidades propias de cada uno de los centros participantes: así, por ejemplo, en una facultad de Biología se podría hablar de búsqueda de vida en el espacio, en una escuela de Telecomunicaciones se podría hablar de los sistemas de transmisión de datos de satélites artificiales, en una de Historia sobre paleoastronomía, etc.
Pues bien, la Universidad de Cantabria se ha unido a esta iniciativa gracias al los esfuerzos de un voluntarioso grupo de personas, que durante varios meses se han afanado en preparar un ciclo completo, interesante y multidisciplinar formado por nueve conferencias que tratan aspectos tan dispares como los retos de ingeniería civil que supone la construcción de grandes interferómetros a los efectos de la microgravedad en el cuerpo humano durante los vuelos espaciales. Precisamente sobre este último tema se celebró el viernes pasado la charla que se celebró en la Escuela de Enfermería. El evento se organizó a las 13:00 horas, momento en la que la mayor parte de los alumnos acaban de salir de sus clases. La charla estaba abierta a todo el mundo, sin excepción. Se habían colocado carteles, se había anunciado el ciclo por activa y por pasiva e incluso la chica encargada de difusión se había molestado en repartir panfletos por todo el edificio, intentando animar a la gente para que se acercara.
Pues bien: sólo acudió una persona de toda la Escuela.
El resto de los escasos asistentes éramos todos físicos y además cercanos al comité organizador. En total, apenas una decena de asistentes.
Una auténtica vergüenza.
Algo similar había pasado en la Escuela de Caminos pocos días antes. Me avergüenzo de los universitarios de hoy en día: no sólo de los estudiantes, sino también de los profesores. Parece que hemos perdido toda curiosidad y todo interés por el mundo que está más allá del minúsculo campo de visión que nos permiten las orejeras de burro que nos ponemos nosotros mismos.
Tal vez sea la edad, que me nubla el entendimiento, pero sospecho que antes no éramos así. Cuando yo estaba estudiando en Madrid no voy a decir que me recorriera la capital constantemente en busca de conferencias, pero sí que estaba atento a las agendas culturales e iba de tanto en tanto a charlas de muy diverso tipo, desde científicas a literarias, en las universidades, en los colegios mayores, en el Círculo de Bellas Artes, en alguna de las fundaciones. De vez en cuando caía alguna sesión de filmoteca, o algún conciertillo, y desde luego que si se organizaba algo en mi propia Facultad o en mi Colegio Mayor no me lo perdía: delito hubiera sido, teniéndolo en casa. Sin embargo, ahora la gente pasa por completo. Ni siquiera la Astronomía de divulgación, que siempre ha tenido cierto tirón, es capaz de motivar a la gente para atravesar un pasillo y sentarse a escuchar a una persona que sabe mucho sobre un tema.
Tengo que reconocer que yo mismo he sufrido en buena medida esta involución: ahora tengo muchísima menos vida cultural que hace diez años. Pero lo achacaba a ser más viejo, tener más ocupaciones y estar siempre más cansado. Sin embargo veo ahora que ya ni siquiera los universitarios jóvenes se interesan por nada que no sea que alguien les pase los apuntes para aprobar. Y si no se tienen curiosidad e inquietudes cuando se tienen veinte años y se está en la Universidad, ¿cuándo se van a tener?
Lo dicho: vamos a extinguirnos. Y ojalá sea pronto, y que se acabe ya este sufrir.
Pues bien, la Universidad de Cantabria se ha unido a esta iniciativa gracias al los esfuerzos de un voluntarioso grupo de personas, que durante varios meses se han afanado en preparar un ciclo completo, interesante y multidisciplinar formado por nueve conferencias que tratan aspectos tan dispares como los retos de ingeniería civil que supone la construcción de grandes interferómetros a los efectos de la microgravedad en el cuerpo humano durante los vuelos espaciales. Precisamente sobre este último tema se celebró el viernes pasado la charla que se celebró en la Escuela de Enfermería. El evento se organizó a las 13:00 horas, momento en la que la mayor parte de los alumnos acaban de salir de sus clases. La charla estaba abierta a todo el mundo, sin excepción. Se habían colocado carteles, se había anunciado el ciclo por activa y por pasiva e incluso la chica encargada de difusión se había molestado en repartir panfletos por todo el edificio, intentando animar a la gente para que se acercara.
Pues bien: sólo acudió una persona de toda la Escuela.
El resto de los escasos asistentes éramos todos físicos y además cercanos al comité organizador. En total, apenas una decena de asistentes.
Una auténtica vergüenza.
Algo similar había pasado en la Escuela de Caminos pocos días antes. Me avergüenzo de los universitarios de hoy en día: no sólo de los estudiantes, sino también de los profesores. Parece que hemos perdido toda curiosidad y todo interés por el mundo que está más allá del minúsculo campo de visión que nos permiten las orejeras de burro que nos ponemos nosotros mismos.
Tal vez sea la edad, que me nubla el entendimiento, pero sospecho que antes no éramos así. Cuando yo estaba estudiando en Madrid no voy a decir que me recorriera la capital constantemente en busca de conferencias, pero sí que estaba atento a las agendas culturales e iba de tanto en tanto a charlas de muy diverso tipo, desde científicas a literarias, en las universidades, en los colegios mayores, en el Círculo de Bellas Artes, en alguna de las fundaciones. De vez en cuando caía alguna sesión de filmoteca, o algún conciertillo, y desde luego que si se organizaba algo en mi propia Facultad o en mi Colegio Mayor no me lo perdía: delito hubiera sido, teniéndolo en casa. Sin embargo, ahora la gente pasa por completo. Ni siquiera la Astronomía de divulgación, que siempre ha tenido cierto tirón, es capaz de motivar a la gente para atravesar un pasillo y sentarse a escuchar a una persona que sabe mucho sobre un tema.
Tengo que reconocer que yo mismo he sufrido en buena medida esta involución: ahora tengo muchísima menos vida cultural que hace diez años. Pero lo achacaba a ser más viejo, tener más ocupaciones y estar siempre más cansado. Sin embargo veo ahora que ya ni siquiera los universitarios jóvenes se interesan por nada que no sea que alguien les pase los apuntes para aprobar. Y si no se tienen curiosidad e inquietudes cuando se tienen veinte años y se está en la Universidad, ¿cuándo se van a tener?
Lo dicho: vamos a extinguirnos. Y ojalá sea pronto, y que se acabe ya este sufrir.
10 comentarios:
jaj apor dios cari, menos mal que era un artículo optimista, jajaja pues por poco me matas del optimismo...
Cari, es que las conferencias están obsoletas. Hay que revitalizarlas y modernizarlas. Para que ir a escuchar a un tio pelma que tendrá razón o no si lo puedo leer en Internet? Ademas por cada tio que te suelta un rollo a favor de algo, siempre hay otro que dice lo contrario, con tal de que le paguen... Hoy mismo he puesto yo un ejemplo en otro blog. Se celebra el dia contra el Cancer de mama, pues hace cinco o seis dias lei en el periodico que un cientifico decia que es tonteria tanta revisión y que es peor la radiación que el mal qu se busca remediar.
Los jovenes estamos confusos, cansados de que nos manden mensajes contradictorios, valores que hoy significan algo mañana ya no valen. Al final te das cuenta que lo importante es trincar y que la sociedad pasa de todo y quiere ver el SALVAME... ¿y tu pretendes que los jovenes vayamos a conferencias? Pero cari, de qué guindo te has caído? jaja Lo siento. Monta un botellon con wifi y das la conferencia por MSN y ya verás ocmo se te llena, jajaja
Bezos, cari. siento joderte el optimismo yo....
Eso me recuerda a una coña que teníamos un colega y yo para motivar a la gente a ir a las conferencias de ingeniería química... que la única manera sería con conferencias del tipo:
- La niña Melody y la ingeniería química.
- Las letras de Rocío Jurado. Aplicación a la didactica de la física.
- El baile del pañuelo y su aplicación al método de elementos finitos...
y así...
Jeje, Thiago, no sufras por mi optimismo... ya me lo jodo yo solito. Y lo de poder leerlo todo en internet... la diferencia entre que un sabio te explique algo en persona y leer la wikipedia es exactamente la misma que entre follar con un chulazo y hacerte una paja cíber con un tipejo que te dice que tiene 18 años y la tiene de 22 cm cuando en realidad es un sesentón casado que lleva años sin vérsela de lo gordo que está, jaja
Hm... ¿ingeniero químico? ¿Como el osezno? Dior mío...
haces bien repartiendo culpas, porque no se debe poner toda en los alumnos, también en el resto de la comunidad escolar, ésa que para dar clase no aparece y manda a sus ayudantes, los que no han cambiado ni un párrafo del temario desde 1986, los que se creen que con doce mil tomos de bibliografía anexa se aprende algo... Hasta que los profesores no hagan de funcionarios puros y duros y luchen por hacer vibrar a sus alumnos con sus asignaturas, nada habrá avanzado.
De todos modos, me extraña en una carrera como la que das tú, porque se supone que son todos los alumnos frikis del tema, no? vamos, que ahí no te apuntas por casualidad...
A la charla que haremos en Físicas seguro que vendrán más. Ésta que te digo era en Enfermería. Pero el tema era super interesante y me soprende y me duele que las protoenfermeras y los protoenferemeros no tengan ganas de aprender más que a pinchar gente...
Lo malo no es ke sea algo intrínsecamente universitario; lo malo es ke es aplicable a la totalidad de la sociedad. Precisamente ahora donde las posibilidades de cultura ( gratuita) son tantas y tan variadas.
Madre mía...pero si hasta yo hubiera ido a una charla así!
¿Extinción?, no, mejor otro final más doloroso.
Es cierto que cada vez hay menos interés en general por estos temas, pero quizás también que los medios y los métodos tradicionales ya hace que dejaron de funcionar. En una sociedad tan sobreestimulada como la nuestra, la perspectiva de un señor "dando la charla" no es muy atractiva.
Pero me temo que hacer algo parecido a un Sálvame de la ciencia no sea tampoco la solución, aunque muchos de los libros de divulgación que están apareciendo últimamente se acercan bastante a ese concepto.
Está claro que hay que replantearse los medios sin bajar el nivel, y yo no tengo ni idea de cómo pueda hacerse eso
Cierto es que hoy nadie da un paso por aprender algo nuevo. La sensación generalizada es que el conocimiento está "ahí" (básicamente en internet) y que el día que te haga falta sabrás encontrarlo. Esta actitud produce gente ignorante y sin ningún tipo de criterio, sólo apta para consumir bazofia.
Aún así, a esta civilización (por llamarla de algún modo) creo que todavía le quedan algunos telediarios.
Si al menos aprendiesen a pinchar...
Se nota que el osezno es un ser altamente inteligente, jajaja...
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