Los Misterios de ValdeTerrible

Bastaron apenas un par de cervezas Kirin y unos cuantos chupitos de sake para que diéramos forma al episodio piloto de la que se convertirá en la segunda serie revelación de la temporada (la primera tiene que ver con una astronave cuyo cuadro de mandos es clavadito a una placa de vitrocerámica y con moléculas gigantes de ácido hialurónico, pero no me corresponde a mí hablar de esa serie, que además es de la competencia): "los misterios de ValdeTerrible". Una serie que, para variar, no va ni de médicos ni de abogados ni de policías ni de ninguna combinación de las anteriores profesiones.

La línea argumental es sencilla: en clave de moderno culebrón dramático, la serie sigue las desventuras de cuatro astrofísicos destinados al Observatorio Astronómico de Valderredible, a quienes la desesperación producida por esperar eternamente unos fondos del Plan Nacional de Astronomía que nunca acaban de llegar empuja a una vida de crímenes. Los protagonistas son un doctor in péctore que busca desesperadamente una postdoc, un joven P.I. que no consigue reunir fondos para contratar un doctorando, un atractivo cosmólogo implicado en un experimento de radiómetros sólo parcialmente financiado y un desencantado Ramón y Cajal que ve cómo va pasando su contrato sin que salgan nuevas plazas.

En el episodio piloto, los cuatro protagonistas aún intentan financiar su investigación honradamente. En una escena que da idea del tono general de la serie, los cuatro toman café discutiendo la idea de apuntarse a la moda de sacar un calendario de desnudos artísticos:

Astrofísico 1: Chicos, me temo que llegamos un poco tarde. Ya estamos en Febrero.

Astrofísico 2: Da igual, lo hacemos por el año nuevo chino.

Astrofísico 3: Tarde también. Este año cae el siete de febrero...

Astrofísico 4: No tenéis ni idea. Es un calendario de astrofísicos en bolas, ¿no? Hagámoslo coincidir con el equinoccio vernal, que al fin y al cabo es el comienzo del año sidéreo...

Astrofísico 3: ¡Buena idea! Ahora, manos a la obra... ¿quién se encarga de convencer a G. para que pose desnudo?

(G. es probablemente el profesor más feo de toda la Facultad de Ciencias)

Astrofísico 4: Yo lo hago. Le tengo comiendo en la palma de mi mano. Con deciros que de las tres veces que ha bajado a la cafetería, dos han sido conmigo... y una vez hasta se tomó un café.

Astrofísico 1: O sea que te hace caso un 66% de las veces.

Astrofísico 4: Perdona, pero no tienes información suficiente para emitir esa hipótesis.

Astrofísico 1: Ya salió el bayesiano de los cojones.

Astrofísico 4 (imitando al astrofísico 1): Ya salió el frecuentista de los cojones.

(la discusión prosigue durante dos horas y media, y los cafés se enfrían irremediablemente)

Este diálogo da una idea bastante clara de cuán premiadísimos serán los guiones de la serie en un futuro. A lo largo de la primera temporada, que tenemos ya bastante perfilada, los astrofísicos se embarcan en un complicado plan para atracar un banco (no sin antes hacer diez mil simulaciones del plan usando el Mare Nostrum), pero el proyecto se tuerce debido a las constantes interferencias de la policía, de la Comisión Interministerial de Ciencia y de Tecnología, y de una peligrosa banda rival de astrónomos soviéticos liderados por una sensual y explosiva catedrática experta en artes marciales y en magnetohidrodinámica solar (insertar aquí eróticas escenas en el baño de burbujas, al más puro estilo Joan Collins).

¡Traiciones! ¡Intrigas! ¡Acción! ¡Romance! ¡Líneas de emisión prohibidas en el espectro del hidrógeno neutro intergaláctico! Próximamente, en sus pantallas.