enero 15, 2010

Guerra de musculocas

Lo admito: en los últimos tiempos mi blog está derivando demasiado hacia la frivolidad y los cotilleos de vestuario. Qué queréis que le haga: desde que acabaron las vacaciones, mi vida se ha visto reducida a trabajar e ir al gimnasio. Y como se cumple la verdad de perogrullo que los contenidos de mi trabajo tienen que ser secretos hasta el momento en que se publiquen, los temas de conversación escasean. Así que de vuelta al gimnasio.


Lo que me he reído hoy.

Hace pocos días que empezó a venir en mi horario habitual un mamífero nuevo, de formas y contornos tan llamativos que resulta difícil no fijarse en él: cada uno de sus brazacos abulta más que dos de los míos juntos, mientras que por el contrario en el perímetro que ocupa mi cintura cabría holgadamente dos veces la suya. En cuanto a sus pectorales, recuerdan a ensaladeras bruñidas, y tiene una espalda tan exageradamente inabarcable que no me llevó ni diez segundos encontrarle el mote: La Cobra. En resumen: la clase de ser humano que haría que Otto se deprimiera y considerara seriamente dejar la musculación y dedicarse en su lugar al patinaje artístico.


Bueno, el caso es que ahí estaba La Cobra, dándole a los tríceps de lo lindo, cuando aparecieron juntitos el Chapero y el Brazos. De ambos he hablado ya en otras ocasiones: el Chapero tiene un cierto parecido con Matthew Rush justo antes de convertirse en el monstruo anabolizado horripilante que es ahora, mientras que al Brazos continúa siendo posible avistarlo en la Planta Joven del Corte Inglés. Aunque los recién llegados y la Cobra estaban en extremos opuestos de la sala, no tardaron ni dos segundos en detectarse entre sí. Y ahí empezó lo bueno.


El Chapero y el Brazos, alarmados ante la llegada de un competidor, empezaron a mirar de soslayo y a cuchichear entre sí. Puedo imaginarme la conversación punto por punto:


- Osti, tú: mira ese.

- Oigh, qué barbaridad, ese seguro que se mete de todo.

- Sisisi, te juro que se pincha día sí, día también: esos deltoides no son naturales...

- Bueno, tampoco son para tanto, ¿no?... ¿no? ¿verdad? ¡Ejem!

- Ehhh, esto... qué va, qué va... tú los tienes mucho mejor, tío.

- No, qué va, tío, tú sí que estás bien... tío.

- No tío, tú SI que estás bien...

- Ji ji

- Ja ja

- Esto... creo que necesito otro batido de proteínas, creatinina a las finas hierbas y oximetolona urgentemente...

- Pues yo me tomaré uno doble, con testosterona sabor a sucedáneo de sucedáneo de chocolate, ¡hala!


La Cobra, por su parte, estaba muy molesto: la competencia le distraía de su ocupación favorita, consistente en admirarse a sí mismo. El pobre brontosaurio miraba a los otros de reojo, con desconfianza, como pensando: "quiénes son estos dos tirillas y cómo puedo eliminarlos y hacer que parezca un accidente". De esta manera empezó un baile de lo más sugerente, en todo semejante al de los urogallos machos cuando compiten por el favor de una hembra, sólo que sin hembras de por medio. Uno se ponía a flexionar bíceps, los otros a apretar tetas; uno a enseñar la sobaca y los otros a marcar glúteos; uno a levantar barbaridades y los otros a levantar todavía más.


Al final pasó lo que tenía que pasar: los tres mostrencos acabaron juntándose a hablar en territorio neutral (la zona de aeróbicos), posiblemente para discutir sobre dietas hiperproteicas y de paso repartirse Polonia entre ellos, mientras que yo por mi parte me fui a la ducha meditando sobre lo sucedido e imaginando posibles consecuencias que aquello podría tener en un mundo más feliz que éste. Tardé un rato largo en salir de la ducha...




14 comentarios:

DiegoC dijo...

Pues qué quieres que te diga:tal y como los describes,creo que lo único que pueden producir es asco.Porque tanta carne junta es pá vomitar......

Nyc dijo...

Yo creo que te equivocaste de carrera y lo tuyo es la antropología ;)

hm dijo...

jejeje... así que tardaste...

starfighter dijo...

Juasjuasjuas, parece que acabo de ver a la doctora Brennan de Bones dando una clase de antropología. Lo único que hacen juntos ese tipo de monstruos es tomar batidos mientras se miran en el espejo, que la sangre no les llega para más ^^

rickisimus2 dijo...

Pues no entiendo por qué tardaste más tiempo en salir de la ducha.

:P

Bruto dijo...

En un mundo más feliz que éste, en lugar de quedarse parloteando en la zona de aeróbicos, se habrían metido en la ducha contigo...

Pedro Toscano dijo...

Di que sí, dales (danos) a tu público lo que quieren (queremos).

Me repito, lo sé, pero cada día estás consiguiendo un poquito más convencerme para que me apunte al gimnasio.

Deric dijo...

Qué bueno! Es genial como lo describes, es que los veo! De estos pajarracos hay en cada gimnasio, también en el mio.

Eleuterio dijo...

Creo que en tu gimnasio hay demasiada testosterona heterosexual en el aire.

Se necesita más energía uranista.

Nils dijo...

no te faltarán ganas de ir al gim, no...

Thiago dijo...

jaaj cari, genial y dirvertidísima crónica de "un día en el gym". Pero es lógico que al final se "asociaran" por intereses comunes. dinero llama a dinero y proteínas llama a proteínas.... jaja

Bezos.

MMdeplanetamurciano dijo...

Pos yo no hubiera ido a la ducha...¡¡Hubiese buscao un lanzallams pa abrasalas vivas, por toooontas!!

Otto Más dijo...

Lo has conseguido: tengo un ataque de vigorexia por tu culpa... así que te robo uno de los modelakos para mi bloga xD

Mastuerzo dijo...

Eres mala, Muriel... :o)

En el gimnasio al que voy ahora no hay esos problemas... Claro que es, básicamente, por que no hay "ejemplares" así... Ay... Echo de menos los problemas...

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