Sueño

Mi mundo onírico es ligeramente más ridículo que mi mundo de la vigilia. Éste es el sueño del que me acaba de sacar el despertador:

Me encuentro más salido que una perra en celo y decido salir de cruising, a.k.a. cancaneo, al local más vicioso e infecto del lugar: la iglesia de Nuestra Señora de las Reparaciones de Chapa y Pintura. Me surto de condones y entro en plena misa de doce. La nave está llena de musculocas sudorosas y yo atravieso la parte trasera, decidido a por una vez en la vida ser super selectivo y no acabar fornicando con el primero que se ponga a tiro. De repente, alguien me chista. Me vuelvo, y me encuentro al más gay (por culpa del peinado) de mis amigos heteros de Segovia, quejándose de que con tanto maricón es imposible rezar el rosario, acompañado de uno de los eternos postdocs, también hetero en el mundo real, que suelo encontrarme de vez en cuando en los meetings del Core Team: un muchacho guapo y algo brasas que por algún motivo nunca me ha gustado físicamente. Con la extraña lógica de los sueños, el segoviano desaparece (tal vez en el cuarto oscuro) y me quedo hablando con el astrofísico, quien me plantea la siguiente duda: está pensando en redecorar su perfil en Gaydar, no sabe si debe poner fotos suyas en bolas o no, y le gustaría ver el mío para coger ideas. El cura anuncia el sacramento de la Eucaristía y Beeep beeep beeep beeep comienza un nuevo día.

Freud se forraba conmigo, seguro.