mayo 06, 2010

Apuntes púnicos (III)

El congreso toca a su fin y los más apresurados han iniciado ya la huida; para los que aún quedamos al pie del cañón, aún quedan sorpresas. Hoy he tenido nada menos que tres:

Para empezar, un taxista no ha intentado timarme. Ha sido eficiente, rápido y me ha servido de ayuda. Cuando he salido de mi estupor, le he dejado una buena propina.

En segundo lugar, después de varios días por aquí he podido visitar Monastir. El congreso tiene lugar en un complejo hotelero situado en Skanes, a.k.a. el culo del mundo, y ha sido necesario esperar a tener una tarde libre para poder hacer un poco de turismo. Algunos compañeros habían ido ya y echaban pestes de la ciudad: sucia, cutre y sin nada interesante que ver. Pues aquí es donde ha venido la sorpresa: lo cierto es que Monastir me ha gustado bastante.

La ciudad es chiquita, y es cierto que comparte el desorden y el aspecto a medio terminar de muchas otras ciudades de la zona, pero la medina amurallada es bastante agradable y la costa, una joyita color esmeralda y turquesa. El ribat es imponente y las vistas que se disfrutan desde lo alto de la torre hacen que merezca la pena subir la interminable escalera de caracol hasta arriba del todo. By the way, en esta fortaleza se rodó parte de una de mis películas favoritas, la Vida de Brian... parecía que en cualquier momento iba a aparecer Pijus Magníficus por detrás de cualquier esquina. Al lado, en el centro de un cuidado cementerio, se alza el mausoleo de Habib Buirguiba, mamotreto de mármol y purpurina cuya horterez incalculable daría dolor de cabeza a una urraca histérica. Cuando uno sale del monumento, todo lo de fuera parece mucho más bonito.

La tercera sorpresa ha sido Le Pirate, un restaurante de pescado que nos había recomendado una tunecina participante del congreso. Es curioso, pero en una semana en Túnez he comido más pescado que en un mes en Santander. Dejando a un lado la decoración del restaurante, digna de un parque temático infantil, la cena ha sido memorable. Se trata de uno de esos sitios donde sólo van locales y que no tiene carta: te ponen lo que ellos quieren. A mí, que en ocasiones me encanta dejarme hacer, no me ha importado lo más mínimo no tener que tomar decisiones: ha sido simplemente sentarme y mantener un movimiento rítmico de tenedor, del plato a la boca y de la boca al plato, y disfrutar. Y a un precio estupendo.

Definitivamente, cada vez me gusta más este país.













3 comentarios:

@ELBLOGDERIPLEY dijo...

Las fotos finales, incomentables por su buen gusto y su tó (excepto Sagat, que le ví a través del cristal del Vip's metro Sevilla una vez, y su pelo tatuado, en fín, me da grimilla...)
Así que un congreso junto al Golfo de Hammamet:-), con su costa, sus mezquitas...y que habrás visto tunecinos que, oyes..., qué ganas de dejar los simposios...:-)
Qué rica la cena del pescado, seguro. Me imagino la horrendez del monumento de Bourguiba, con mucho dorado, teniendo en cuenta que las nativas de allí, cuando vienen aquí se compran trajes de "Pronovias" para la vida normal:-), pero jo, toy viendo fotillos en Gugle de por allí y qué envidia:-)
Besotes.

Mocho dijo...

Que también hay taxistas honrados.

Mocho, señora de tx

Deric dijo...

Buen viaje!!!

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