Escribo esto en las últimas horas de nuestro viaje a Creta... esta es, por tanto, una entrada que se publicará con retraso. Mientras el osezno aún duerme, he salido a darme un paseo matutino por el minúsculo puerto veneciano de Réthimno (donde nos hemos quedado una noche porque yo aún no conocía la ciudad y porque nos apetecía tener unas horas para nosotros solos). Me encanta caminar a las siete de la mañana, con la fresca, cuando los taberneros limpian las mesas de sus terrazas, los tenderos echan agua sobre las aceras frente a sus negocios y los jubilados salen a pescar.
Estoy triste porque nos vamos de Grecia y porque durante estos días no he conseguido desconectar de mis paranoias tanto como quisiera. Pese a todo, Creta tiene la capacidad de hacer que el tiempo pase más despacio y ejerce un potente efecto calmante sobre mi sistema nervioso.
Venir a esta isla es como viajar en el tiempo. Tengo la suerte de que el osezno, a lo largo de los meses que vivió en Chania, hizo bastantes buenos amigos. Gracias a ellos tenemos una visión de la vida en la isla algo más auténtica de la que tendríamos como simples turistas. Siempre que vengo aquí tengo la impresión de retroceder unos treinta o cuarenta años en el pasado, a un ritmo de vida mediterráneo e isleño en el que el tiempo parece discurrir de otra manera. El grupo de amigos del osezno, multinacional y plurilingüe, me ha adoptado con naturalidad, ayudándome a integrarme en esta atmósfera especial y permitiendo que aflore, al menos en ocasiones, un Sufur diferente: la "cara B" de Sufur.
La "Cara B" de Sufur camina y habla más despacio que la "Cara A". No tiene tanta prisa. A la Cara B no le importa pasar toda una mañana "perdiendo el tiempo" sentada en un banco mientras ve pasar a la gente, ni planea constantemente cuál va a ser el próximo paso, ni siquiera mira demasiado el reloj... salvo a las horas de las comidas. ¡En eso las caras A y B coinciden plenamente!
La primera tarde, nada más llegar, quedamos con unos amigos para tomar un souvlaki y luego unos tsikoudiás en la plaza de Splantzia. Nuestros amigos trabajaban al día siguiente y se fueron poco después de la medianoche. Nosotros, pese a las muchas horas de viaje que llevábamos a las espaldas, decidimos continuar un poco más y nos acercamos al puerto veneciano, donde sabíamos que podríamos encontrar a V. y su marido tomando una cerveza. En efecto, allí estaban. Nos unimos a ellos y al poco tiempo se agregaron dos personas a las que no conocíamos de nada: una estrafalaria e interesante mejicana y un elocuente y mundano venezolano, desgraciadamente heterosexual. V. y su marido se fueron, dejándonos con los recién llegados, y estuvimos de conversación con ellos hasta las tres de la madrugada. De vuelta a casa, nos perdimos y tardamos más de media hora en encontrar nuestro portal.
El párrafo anterior muestra a la Cara B de Sufur en todo su esplendor, haciendo cosas que el Sufur "normal" no haría ni en pintura: quedarse hasta tarde sin ninguna consideración hacia el cansancio físico, socializando con desconocidos y desorientándose en una ciudad. Esto último requiere una pequeña explicación: normalmente no me pierdo nunca, y eso es porque siempre voy alerta y pendiente del camino que sigo. La Cara B, sin embargo, se deja llevar...
Otro ejemplo: uno de los últimos días, fuimos a cenar a nuestro restaurante favorito en la ciudad. A la cena acudimos: el osezno y un servidor, la amiga B., el novio de B. (que cada año está más guapo), el primo del novio de B., los padres del primo del novio de B., la amiga K., una amiga de la amiga K., el hermano de B., la amiga F., el novio de la amiga F... De todas esas personas, yo no conocía ni a la cuarta parte. Y pese a eso y pese al hecho de que yo era el único en la mesa que no hablaba griego, me lo pasé pipa. ¡Cosas de la bendita Cara B!
Estoy triste porque nos vamos de Grecia y porque durante estos días no he conseguido desconectar de mis paranoias tanto como quisiera. Pese a todo, Creta tiene la capacidad de hacer que el tiempo pase más despacio y ejerce un potente efecto calmante sobre mi sistema nervioso.
Venir a esta isla es como viajar en el tiempo. Tengo la suerte de que el osezno, a lo largo de los meses que vivió en Chania, hizo bastantes buenos amigos. Gracias a ellos tenemos una visión de la vida en la isla algo más auténtica de la que tendríamos como simples turistas. Siempre que vengo aquí tengo la impresión de retroceder unos treinta o cuarenta años en el pasado, a un ritmo de vida mediterráneo e isleño en el que el tiempo parece discurrir de otra manera. El grupo de amigos del osezno, multinacional y plurilingüe, me ha adoptado con naturalidad, ayudándome a integrarme en esta atmósfera especial y permitiendo que aflore, al menos en ocasiones, un Sufur diferente: la "cara B" de Sufur.
La "Cara B" de Sufur camina y habla más despacio que la "Cara A". No tiene tanta prisa. A la Cara B no le importa pasar toda una mañana "perdiendo el tiempo" sentada en un banco mientras ve pasar a la gente, ni planea constantemente cuál va a ser el próximo paso, ni siquiera mira demasiado el reloj... salvo a las horas de las comidas. ¡En eso las caras A y B coinciden plenamente!
La primera tarde, nada más llegar, quedamos con unos amigos para tomar un souvlaki y luego unos tsikoudiás en la plaza de Splantzia. Nuestros amigos trabajaban al día siguiente y se fueron poco después de la medianoche. Nosotros, pese a las muchas horas de viaje que llevábamos a las espaldas, decidimos continuar un poco más y nos acercamos al puerto veneciano, donde sabíamos que podríamos encontrar a V. y su marido tomando una cerveza. En efecto, allí estaban. Nos unimos a ellos y al poco tiempo se agregaron dos personas a las que no conocíamos de nada: una estrafalaria e interesante mejicana y un elocuente y mundano venezolano, desgraciadamente heterosexual. V. y su marido se fueron, dejándonos con los recién llegados, y estuvimos de conversación con ellos hasta las tres de la madrugada. De vuelta a casa, nos perdimos y tardamos más de media hora en encontrar nuestro portal.
El párrafo anterior muestra a la Cara B de Sufur en todo su esplendor, haciendo cosas que el Sufur "normal" no haría ni en pintura: quedarse hasta tarde sin ninguna consideración hacia el cansancio físico, socializando con desconocidos y desorientándose en una ciudad. Esto último requiere una pequeña explicación: normalmente no me pierdo nunca, y eso es porque siempre voy alerta y pendiente del camino que sigo. La Cara B, sin embargo, se deja llevar...
Otro ejemplo: uno de los últimos días, fuimos a cenar a nuestro restaurante favorito en la ciudad. A la cena acudimos: el osezno y un servidor, la amiga B., el novio de B. (que cada año está más guapo), el primo del novio de B., los padres del primo del novio de B., la amiga K., una amiga de la amiga K., el hermano de B., la amiga F., el novio de la amiga F... De todas esas personas, yo no conocía ni a la cuarta parte. Y pese a eso y pese al hecho de que yo era el único en la mesa que no hablaba griego, me lo pasé pipa. ¡Cosas de la bendita Cara B!
6 comentarios:
Sufur, si vas a estar por Copenague en el Orgullo y te apetece quedar, mándame un correo a la dirección que aparece en mi blog, a ver si tengo el gusto de conoceros a ti y al osezno. Un saludo.
Estamos tan acostumbrados al corre-corre y a nuestras rutinas que tomarse las cosas de otra manera cuesta bastante. Me pasa algo parecido a tí pero espero que esta vez los colegas de viaje me empujen a tomarmelo con más calma.
que envidia!
Bueno, tienes que profundizar esa "Cara-B", es muy relajante. Y menudo entorno...
Yo quiero ir a Creta y a esos sitios, el Ripley imaginario de la Hisghsmith iba. La escritora en muchas novelas lo situaba por allí y en el sur de Italia, aunque no bebía Tsikoudiás, sino Jack Daniels bourbon: era un poco malo por eso, por beber güiski, todas las escenas de las novelas comenzaban así, como la tuya, en plan costumbrista, pero claro, la Highsmith bebía tb. whisky, comía un poco de almejita en vez del souvlaki, y le salía un policíaco...
Echo en falta algún chico griego semidesnudo paseando y así:-), ése venezolano hetero, jo..., que poco cinematográfico:-)
Besotes
Hay que darle más correra al lado B de Sufur aún en épocas de trabajo.
Chania y Retihmno son estupendas.
Quise decier "correa".
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