septiembre 06, 2010

Siempre nos quedará CPH (1 de 4)

RETRASO DE LA ENTRADA: 18 días

El viaje a Copenhague no salió como estaba previsto.

Me precio de pertenecer a esa la clase de chucho callejero que nunca sabe a ciencia cierta dónde se encontrará ni qué estará haciendo a un mes vista. Y sin embargo, tengo mis rutinas. Como turista, tengo un modus operandi bastante reconocible. Si lo que voy a visitar es una sola ciudad y tengo varios días para ello, no planifico demasiado la estancia: me gusta dejar espacio para las sorpresas. Pero esa aparente desorganización forma parte de un método:

Para empezar, procuro no leer la guía de viajes hasta el mismo día del vuelo. En el avión me leo únicamente la parte que trata sobre la historia, la sociedad y la cultura del sitio al que voy. Una vez he llegado a mi destino y he dejado las cosas en el hotel, me gusta salir a caminar unas cuantas horas sin rumbo definido y sin ideas preconcebidas, dejando que el azar guíe mis pasos. He descubierto que de esa forma suelo encontrar "por accidente" muchos de los lugares que luego recomienda la guía. Para el segundo día sí que me estudio la guía: selecciono los sitios que más me interesan y elaboro una ruta para poder visitarlos a pie si es posible. Inicialmente no suelo entrar en edificios, sino que prefiero admirar la arquitectra desde fuera. Finalmente, cuando ya le tengo cogido el pulso a la ciudad y únicamente si hay tiempo, dedico los últimos días de la visita a entrar en iglesias, palacios y museos.

CPH es una gran ciudad para callejear, al menos en verano

Camino mucho. Lo que más me gusta es mezclarme en el flujo de peatones, abrir los sentidos e intentar percibir las semejanzas y sobre todo las diferencias que existen entre unos países y otros. Hablo de mezclarme, pero en la práctica apenas interactúo con la gente (¡maldita timidez!). Observador externo, paso a través de los barrios como un neutrino atravesando un bloque de plomo, en soledad. Es una sensación agridulce: me gusta estar solo (sabiendo que en pocos días volveré a mi vida cotidiana), pero hay momentos de ineludible tristeza. Los peores son las cenas: cuando cae la noche y eres el único comensal que ocupa una mesa individual en un restaurante lleno de parejas, familias y grupos de amigos es cuando más vulnerable a la melancolía te vuelves. Pero nunca he dicho que la melancolía sea necesariamente mala...


Cúpulas dieciochescas y generadores eólicos: puro estilo danés

Ese era el plan para Copenhague: darme mis paseos, hacer muchas fotos, madrugar un montón y acostarme pronto para aprovechar mejor las horas de luz, culturizarme mucho, llevar siempre un buen libro encima para los ataques de soledad y, si acaso, pasarme un ratillo por algún bar de ambiente, más que nada por que nadie pudiera acusarme de desperdiciar el fin de semana del Gay Pride danés.

Pero no salió como estaba previsto.

Lo que iba a ser tomar un simple tomarse un café con el señor Hm acabó convirtiéndose en un fin de semana divertidísimo, supermarica, de beber bastante, de dormir poco, en el que me topé con un montón de gente, empezando por el mismísimo Hm & friends y terminando por una fauna de lo más variopinta (incluyendo a las temibles Adolescentes Borrachas Salidas y al no menos temible Pulpo Mulato). El propio Hm tampoco resultó ser como yo me lo imaginaba: más joven, más guapo y más polifacético de lo esperado. Es lo malo de internet, que resulta difícil hacerse una idea justa de las personas que están al otro lado de la línea ADSL: tanto tiempo asociando a Hm con el avatar del señor Burns de su blog que casi me esperaba que fuera calvo y amarillo. ¡Nada más lejos de la realidad! Tras esos inevitables primeros minutos en los que uno no sabe muy bien de qué hablar, en seguida conectamos y me resultó fácil bromear y charlar con él. Y eso, viniendo de un tímido patológico como yo, es decir mucho.

Por supuesto que dedicaré una entrada a hablar del Gay Pride, faltaría más

Pero claro, salir todas las noches por el ambiente de Copenhague hasta las seis de la mañana, esquilmando las reservas de Tuborg y Somersby, resulta difícilmente compatible con el turismo cultural intensivo. ¡Creo que este es el viaje en el que menos tiempo he dedicado a las Bellas Artes en toda mi vida! Aunque sí que hice bastantes esfuerzos por ver lo más esencial... y eso explica el penoso estado físico con el que acabé la semana. Terminé con una inflamación en el tendón de Aquiles del pie derecho más grande que una nuez, y dos semanas más tarde aún me sigue doliendo. ¡Pero valió la pena!

Típico vikingo danés. Naturalmente que hablaré de ellos también

No, el viaje a Copenhague no salió como estaba previsto.

Fue mucho mejor.


8 comentarios:

Nils dijo...

:'( y yo en España, qué mal!

starfighter dijo...

Esos son los mejores viajes, los que no salen como están previstos pero por lo estupendo. Tal y como lo pintas habrá que plantarse en Copenhague un año de estos.

Sufur dijo...

Sí, muy mal, Nils... ojalá hubieras estado haciendo de guía :-)

¡Ya te digo, Starfighter! Y si vas, llévame contigo :-)

hm dijo...

Jajajaja, más joven, más guapo y más polifacético, jajaja... no sé si ponerme colorao o preocuparme por lo que escribo en el blog... XD.

Ese vikingen (iba aponer vikingazo, pero veo esto más apropiado) me recuerda que tenemos un intercambio de fotos pendiente...

¡¡¡ Y SI ORGANIZAN UNA CARAVANA DE ESPAÑOLES A DINAMARCA CUENTEN CONMIGOOOOOO !!!

MM de planetamurciano dijo...

Y yo ke eso de viajar solo, es ke no lo concibo...
Alegre de reencontrarle.

shepperdsen dijo...

Me llena de orgullo y satisfacçao decir que ¡yo soy amigo del señor hache-eme!
Y yo tampoco me lo esperaba así de majo, joven y guapo cuando lo conocí.

Eleuterio dijo...

A ver esas fotos indecentes.

hm dijo...

Me van a poner colorao hablando así de mi... cuando vaya a un reality pediré que les lleven de público...

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