Ya se acerca esa maravillosa época de año en la que nuestras ciudades, villas y pueblos ven con alegría y maravilla el florecimiento, lleno de fantasía y colorido, de los carteles electorales. Los panfletos y los pasquines se abren como lindísimos capullos, aportando edificantes píldoras de sabiduría a nuestras insulsas vidas y contribuyendo a crear un Mundo Mejor para nuestros pobres e injustamente vilipendiados políticos. Y por tanto va siendo hora de que retome mi ciclo de Biografías Ejemplares.
Hoy: Don Excrecencio de Puss, estratega electoral
Corrían los atontados años veinte y, como todos sabemos, en esa época oscurantista y anticuada el canibalismo era aún ridículamente considerado un tabú social y cultural. La Alianza Antropofágica (AA), a pesar de ser un partido de rancio abolengo democrático con una larguísima trayectoria de participación en comicios locales y estatales, no se comía un colín: tras una desastrosa cadena de fracasos electorales don Glutamato Piñones, presidente vitalicio del partido, cayó sumido en una gran depresión de la cual ni siquiera su plato favorito, los riñones de funcionario al jerez que le preparaba amorosamente su mujer, era capaz de sacarle. Todo parecía perdido y era muy probable que, de seguir la intención de voto en su espiral descendente, el partido perdiera la humilde subvención pública que le permitía a don Glutamato pagar el alquiler del modesto castillo en los Cárpatos en el que vivía.
Fue entonces, en el momento más oscuro de la AA, cuando llegó la salvación del partido en la forma de un joven revolucionario y con el cerebelo relleno de ideas frescas. Excrecencio de Puss, que así se llamaba el joven, era un bisoño recién salido a sus tiernos cuarenta y siete años de la Facultad de Ciencias Rapíñicas del afamado Institute of Kleptocracy of Alburquerque con un máster de Lavado de Imagen bajo el brazo y ganas de comerse el mundo, o al menos los muslitos del mundo, de la manera que fuera. Puso un anuncio con su currículum en el Segundamano y al poco tiempo estaba contratado como becario en el gabinete de asesores de imagen de don Glutamato.
El joven y cándido Excrecencio fue ascendiendo rápidamente por el medio que se solía estilar en aquellos tiempos sencillos e inocentes: el homicidio de sus rivales y competidores directos. Sin embargo en poco tiempo empezó a resultar evidente que el muchacho no solo tenía buena mano con la cicuta, sino además ideas potencialmente valiosas. Suya fue la idea de descalificar a uno de los candidatos de un partido rival difundiendo un falso rumor que le acusaba de ser un agente infiltrado alienígena: la frase "el señor diputado es un marciano y esto es así porque nunca lo ha negado públicamente" se convirtió en el arma más demoledora de las elecciones del 26. Admirado por la perspicacia del joven, don Glutamato le puso al frente del equipo de imagen pública del partido de cara a las siguientes elecciones.
Con el apoyo del presidente del partido y con un remarcable coraje a la hora de tomar decisiones difíciles, don Excrecencio remodeló la campaña de la Alianza Antropofágica mediante los siguientes puntos estratégicos:
Fue entonces, en el momento más oscuro de la AA, cuando llegó la salvación del partido en la forma de un joven revolucionario y con el cerebelo relleno de ideas frescas. Excrecencio de Puss, que así se llamaba el joven, era un bisoño recién salido a sus tiernos cuarenta y siete años de la Facultad de Ciencias Rapíñicas del afamado Institute of Kleptocracy of Alburquerque con un máster de Lavado de Imagen bajo el brazo y ganas de comerse el mundo, o al menos los muslitos del mundo, de la manera que fuera. Puso un anuncio con su currículum en el Segundamano y al poco tiempo estaba contratado como becario en el gabinete de asesores de imagen de don Glutamato.
El joven y cándido Excrecencio fue ascendiendo rápidamente por el medio que se solía estilar en aquellos tiempos sencillos e inocentes: el homicidio de sus rivales y competidores directos. Sin embargo en poco tiempo empezó a resultar evidente que el muchacho no solo tenía buena mano con la cicuta, sino además ideas potencialmente valiosas. Suya fue la idea de descalificar a uno de los candidatos de un partido rival difundiendo un falso rumor que le acusaba de ser un agente infiltrado alienígena: la frase "el señor diputado es un marciano y esto es así porque nunca lo ha negado públicamente" se convirtió en el arma más demoledora de las elecciones del 26. Admirado por la perspicacia del joven, don Glutamato le puso al frente del equipo de imagen pública del partido de cara a las siguientes elecciones.
Con el apoyo del presidente del partido y con un remarcable coraje a la hora de tomar decisiones difíciles, don Excrecencio remodeló la campaña de la Alianza Antropofágica mediante los siguientes puntos estratégicos:
- Cambio de nombre. A partir de ese momento la AA pasaría a llamarse Partido de las Libertades del Pueblo (PLP), aunque en esencia la práctica totalidad del programa continuara centrándose en recetas para cocinar niños. Con esta simple medida, don Excrecencio consiguió aumentar en diez millones de votantes la base electoral del partido.
- Uso repetitivo de palabras clave. Consciente de que el intervalo de atención del votante típico es ligeramente inferior al de un pez de colores, don Excrecencio aconsejó a los candidatos del PLP (anteriormente AA) que intercalaran frecuentemente en sus discursos palabras de alto contenido emotivo que sirvieran para captar el interés del populacho. Este es un ejemplo extraído de un discurso de aquella época pronunciado por don Glutamato:
[...] por lo que ahora y siempre defenderé la democracia y la libertad de los pueblos libres que con su libre y democrática libertad liberan la liberación y la democracia de los que no son libres de liberarse con libertad. Además, libertad libertad democracia libertad democracia libertad libertad, y yo añadiría que democracia libertad democracia democracia libertad libertad, o en su defecto libertad libertad democracia libertad. Más claro, agua.
- Apropiarse del discurso del rival. Razonando muy acertadamente que los que no votaban al PLP solían votar en su lugar a otros partidos, don Excrecencio decidió atraer a esa masa de antipáticos copiando palabra por palabra los discursos que los candidatos rivales pronunciaban en sus mítines. El memorable discurso con el que don Glutamato cerró el debate televisado entre él y el líder del Partido del Progreso (anteriormente conocido como Partido de la Esclavitud Forzosa) fue un calco exacto del que acababa de pronunciar su rival cinco minutos antes, solo que añadiendo la frase "y yo más" al final de cada párrafo. Todos los analistas estuvieron de acuerdo en considerar que don Glutamato ganó aquel debate por goleada.
- Elegir buenos eslóganes. Según los maestros que tuvo Excrecencio en la Facultad, un buen eslógan debe reunir las siguientes tres características: a) ser pegadizo, b) parecer profundo y c) no decir absolutamente nada. Siguiendo este consejo, don Excrecencio y su equipo llenaron las ciudades de nuestro país con carteles llenos de mensajes de este pelo: "generando confianza", "el progreso es progresista", "juntos por la libertad", "avanzando, no retrocediendo" y "somos gente estupenda, vótanos".
- Meter miedo. Un estudio realizado por una conocida agencia de estadística informó que en aquel tiempo las mayores preocupaciones de los ciudadanos eran la salud, el dinero y el amor. Menuda bazofia, pensón don Excrecencio. Con eso no había quien manipulara a gusto. Había que crear nuevas preocupaciones con las que atemorizar al populacho y por tanto don Excrecencio se pasó varios meses buscando un enemigo que resultara convincente y, a ser posible, que no pudiera defenderse. Lo encontró en las ovejas de raza merina, a las que acusó de estar robándoles a los españoles sus empleos, sus hijas solteras y sus cajetillas de chicles. Con la ayuda de una adecuada campaña de desinformación en ciertos periódicos y televisiones afines, en poco tiempo la nueva Bestia Negra de los ciudadanos tenía cuatro patas y aterradores ricitos de lana.
- Jugar con la estadística. Nada mejor para resultar convincente que soltar unos cuantos números frente a la audiencia. Y mejor aún si los números vienen acompañados por gráficas de colores. Hay de dar la impresión de ser muy profesional y muy científico pero no pasarse y parecer un empollón. Tres detalles fundamentales, según la estrategia de don Excrecencio, eran a) cuantificar términos vagos que no signifiquen nada, b) usar un lenguaje impresionante y c) elegir colores agradables. He aquí un ejemplo utilizado durante la campaña electoral del 32:
De esta forma, siguiendo los sabios y novedosos consejos de don Excrecencio (novedosos durante poco tiempo, porque sus estrategias fueron rápidamente copiadas por el resto de partidos, conduciendo a la magnífica y ejemplar era política que conocemos hoy en día), el PLP ganó las elecciones con mayoría absoluta. Don Excrecencio de Puss, a quien se atribuyó el mérito de la victoria, fue homenajeado por sus compañeros con un banquete en el que el plato principal fue el secretario general del Partido del Progreso, asado con una manzana en la boca. Además, como recompensa por sus servicios le fue otorgada como feudo una Concejalía de Urbanismo en una conocida ciudad del litoral.
4 comentarios:
Eres un crack... me he meao... pedazo de disección de la vida política...
coñazo de políticos!!!!
Vaya con el Excrecencio de Villavicencio. Sólo le faltaba el eslógan: "Por mi hijo, mato" (su sucesor, el Andreíto):-).
Besotes
La realidad es bastante más tontorrona y menos divertida ke esta entrada. Me he tronchao vivo.
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